La banalidad del mal. Aulas y patios convertidos en cuarteles; desfiles, coros y bandas de estudiantes y soldados; clases de formación, convivencia, historia, lenguas extranjeras y gimnasia con generales y almirantes; visitas guiadas a bases, instalaciones de radares y aeropuertos militares; actividades de estudio sobre cazabombarderos, tanques, submarinos y fragatas de guerra; alternancia de tareas escolares en las fuerzas armadas o en las empresas productoras de armas de destrucción masiva. No pasa un solo día sin que las instituciones educativas italianas de todos los niveles experimenten con militarismos y militarizaciones, con el consentimiento silencioso de la mayoría de los profesores, padres y alumnos. Sin embargo, más allá de los Alpes, decenas de miles de pedagogos, educadores y maestros trabajan y luchan por afirmar el principio-obligación de que la educación está dirigida a la defensa de la paz contra todas las guerras, al pleno desarrollo de la personalidad humana, al fortalecimiento del respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

«El entrenamiento de reclutas y soldados significa educarlos para matar. La opinión clara e inequívoca de la organización sindical alemana GEW – Gewerkschaft, Erziehung und Wissenschaft (Sindicato, Educación y Ciencia), formada por más de 280.000 miembros de los ámbitos de la educación, la investigación, el trabajo social y la asistencia. GEW, miembro de la Confederación Alemana de Sindicatos, lleva algún tiempo haciendo campaña contra «la tendencia de las escuelas a contaminarse cada vez más con las fuerzas armadas».

En vísperas del Hessentag (la famosa fiesta anual en Karbach, del 25 de mayo al 3 de junio, con la participación de toda la región de Hesse), la poderosa organización sindical envió una carta abierta al Ministro de Educación alemán, estigmatizando la intención de algunas escuelas de llevar a grupos de estudiantes al stand de «formación profesional» que el ejército federal alemán está organizando en el festival-kermesse. «El GEW opina que el Ejército Federal no es un empleador como todos los demás», dice la carta.

«Denunciamos la falsa retórica que transforma las operaciones militares en misiones de paz, con presuntos objetivos no de guerra, sino humanitarios. Aquellos que confían su formación al ejército, de hecho, pueden en cualquier momento y contra su voluntad, ser enviados a estas misiones, en las que hay serios riesgos. La perspectiva es vivir en un Risiko (en Italia, juego de mesa de estrategia), donde uno es herido y hiere, o directamente se mata».

Reafirmando que la orientación profesional es una de las tareas fundamentales de la escuela, el GEW – Gewerkschaft, Erziehung und Wissenschaft expresó el temor de que los jóvenes estudiantes de Hesse se vieran afectados negativamente por la «campaña publicitaria y de asesoramiento militar basada en intereses propios»; así también invitaron a directivos y profesores a «reflexionar sobre la responsabilidad de acoger a estudiantes de ambos sexos» y, en consecuencia, «cancelar las visitas programadas al stand de las fuerzas armadas».

Parecen estar a años luz de lo que ocurre en Italia, donde la «orientación» a la carrera militar es ya una actividad completamente «institucionalizada», con verdaderas «actividades formativas y didácticas» realizadas no sólo en los cuarteles y en las instalaciones de guerra, sino, sobre todo, cada vez más dentro de los complejos escolares.

Hace dos años, el sindicato de trabajadores escolares en Alemania hizo campaña contra el reality show «Los Reclutas» (Le Reclute), sobre la vida cotidiana de ocho jóvenes soldados alemanes asignados a la misión de las Naciones Unidas en Malí. El reality show, un éxito extraordinario con más de 45 millones de visitas a las redes sociales, como admitieron las propias fuerzas armadas alemanas, tuvo como objetivo prioritario los jóvenes y los estudiantes. «Los Reclutas es una verdadera película de acción, cuya estética está claramente orientada a hacer que la imagen de la guerra sea positiva», comentó Ilka Hoffmann, directora de GEW. «No todo es positivo tal y como se representa en el reality show. La gente puede morir durante esta misión en Malí, o regresar a casa traumatizada. Las fuerzas armadas alemanas no pueden querer que la gente entre en ella por un mero sentido de aventura.

El sindicato GEW, junto con Terres des Hommes y otras organizaciones no gubernamentales alemanas, también hizo campaña contra las actividades de «concientización» de las fuerzas armadas en las escuelas alemanas, dirigidas a estudiantes de 16 y 17 años. «Se trata de actividades reales de reclutamiento que violan la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño aprobada en Nueva York el 20 de noviembre de 1989», explicaron los promotores de la iniciativa.

La Convención, ratificada por el Parlamento italiano el 27 de mayo de 1991, Art. 38, párrafo 3, dispone expresamente que «los Estados Partes se abstendrán de alistar en sus fuerzas armadas a toda persona que no haya cumplido los 15 años de edad; al incorporar a personas mayores de 15 años, pero menores de 18 años, procurarán alistar en primer lugar a las de mayor edad».

Traducido del italiano por María Cristina Sánchez