«Si es necesario, ignoraremos el techo del 3%», es la declaración de guerra sobre los parámetros europeos en el frente de cuentas públicas del líder Matteo Salvini. El hecho de que esta frase se pronunciara en una conferencia de prensa en Estrasburgo permite pensar que no es una broma.

Incluso ignorando el límite máximo del 3% del déficit anual del PIB, Salvini debería explicar cómo Italia puede continuar sosteniendo la deuda pública más alta de Europa, sobre todo si se incrementa debido a un déficit por encima de los límites permitidos por los parámetros europeos.

El año pasado, la deuda pública italiana aumentó en 36.600 millones de euros. Se trata de una cifra que puede inducir a error, ya que el propio Banco de Italia admite que las necesidades reales de las administraciones públicas eran de 51.800 millones de euros, compensadas en parte por la reducción del efectivo y los equivalentes de tesorería (disminución de 16.600 millones de euros).

Dentro de unos días se publicarán los datos de la deuda pública actualizados a finales de enero de 2018. Es fácil predecir que veremos un fuerte aumento de la deuda bruta, ya que el Tesoro tendrá que volver a poner liquidez en efectivo.

En otras palabras, para cerrar el año 2017, el fondo de la alcancía fue raspado, también usando las monedas, pero entonces el Estado no puede quedarse con la cartera vacía. Durante los días festivos de Nochevieja se evitó y pospuso una parte de la deuda, pero en enero la factura podría volver a ser muy alta: existe el riesgo de que en tan solo un mes la deuda bruta haya aumentado casi tanto como el año pasado.

En ese momento, ¿continuará Matteo Salvini ignorando el problema?