Comunicado de prensa del Centro Carter

Declaración del ex presidente estadounidense Jimmy Carter sobre las actuales relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte

10 de Agosto de 2017

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Contacto: Deanna.Congileo@cartercenter.org

La dura retórica de Washington y Pyongyang durante los últimos meses ha exacerbado una ya relación de confrontación entre nuestros países, y probablemente ha eliminado cualquier posibilidad de conversaciones de paz de buena fe entre Estados Unidos y Corea del Norte. Además de frenar la retórica guerrera, nuestros líderes deben alentar las conversaciones entre Corea del Norte y otros países, especialmente China y Rusia. El reciente voto unánime del Consejo de Seguridad de la ONU para nuevas sanciones sugiere que estos países podrían ayudar. En todos los casos, debe evitarse un intercambio nuclear. Todas las partes deben asegurar a los norcoreanos que renunciaremos a cualquier acción militar contra ellos si Corea del Norte sigue siendo pacífica.

He visitado tres veces Corea del Norte y he pasado más de 20 horas en conversaciones con sus líderes políticos sobre asuntos importantes que afectan las relaciones entre los Estados Unidos y la RPDC.

En junio de 1994, me reuní con Kim Il Sung en un momento de crisis, cuando accedió a someter todos sus programas nucleares bajo estricta supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica y a buscar un acuerdo mutuo con los Estados Unidos sobre un tratado de paz permanente, a tener conversaciones cumbre con el presidente de Corea del Sur para agilizar la recuperación de los restos de personal de servicio estadounidense enterrado en su país y a tomar otras medidas para aliviar la tensión en la península. Kim Il Sung murió poco después de mi visita, y su sucesor, Kim Jong Il, me notificó a mí y a los líderes en Washington que cumpliría las promesas hechas por su padre. Estas obligaciones fueron posteriormente confirmadas oficialmente en las negociaciones en Ginebra por Robert Gallucci y otros representantes de la administración Clinton.

Regresé a Pyongyang en agosto de 2010, por invitación de los líderes norcoreanos, para llevar a casa a Aijalon Gomes, un estadounidense que había sido detenido allí. Mi última visita a Corea del Norte fue en mayo de 2011 cuando dirigí una delegación de Mayores (ex presidentes de Irlanda y Finlandia y ex primer ministro de Noruega) para asegurar la entrega de alimentos donados directamente a personas necesitadas.

Durante todas estas visitas, los norcoreanos enfatizaron que querían relaciones pacíficas con Estados Unidos y sus vecinos, pero estaban convencidos de que planeábamos un ataque militar preventivo contra su país. Ellos querían un tratado de paz (especialmente con Estados Unidos) para reemplazar el acuerdo de cesación del fuego que había existido desde el final de la Guerra de Corea en 1953 y para poner fin a las sanciones económicas que les habían sido muy perjudiciales durante ese largo período transitorio. Ellos me han dejado claro y a otros que su primera prioridad es asegurar que su capacidad militar sea capaz de destruir gran parte de Seúl y de responder de manera fuerte a cualquier ataque americano. La influencia de China en Pyongyang parece ser muy reducida desde que Kim Jong Un se convirtió en el líder norcoreano en diciembre de 2011.

Un compromiso con la paz por parte de los Estados Unidos y Corea del Norte es crucial. Cuando termine esta crisis de confrontación, Estados Unidos debería estar preparado para consumar un tratado permanente para reemplazar el alto el fuego de 1953. Los Estados Unidos deben dejar esto claro, a los norcoreanos y a nuestros aliados.