Con una marcha de protesta muy colorida y pacífica de varias decenas de miles de personas, las jornadas de protesta contra la cumbre del G20 en Hamburgo, terminaron. Las jornadas incluyeron numerosos talleres, rondas de discusión, actividades artísticas y una cumbre alternativa con miles de participantes e importantes ponentes de los campos de los derechos humanos, la protección del clima y la política de paz. El mensaje puede resumirse como: Un mundo más pacífico, justo y sostenible, es posible. Pero casi nadie en la demostración final tiene ninguna confianza en que los líderes del G20 puedan o quieran lograr eso.

Tal vez algunas personas no aparecieron debido a los estallidos violentos de los últimos días, pero otros vinieron justamente debido a ellos. «Para hacer frente a la violencia», me dijo Marit y Sibel, de Hamburgo. La violencia es un problema y todos a los que preguntamos se pronunciaron claramente en contra. No sirve para el propósito de representar sus propuestas. ¿Quién agredió primero y quién reaccionó? Hay muchas opiniones. Al final, fue sobre todo de la violencia de lo que hablaron los medios de comunicación, mientras que la energía positiva, las propuestas constructivas y la exuberante creatividad quedaron al margen de los hechos.

Preguntamos sobre la motivación de las personas para manifestarse. Stefan, de Berlín, dijo que antes de venir aquí no se oponía tanto a la reunión del G20. Pero durante las discusiones de los días anteriores se hizo más evidente para él que nuestro sistema necesita ser modificado: «Nuestro sistema político es demasiado jerárquico. No hay espacio para experimentos. Se podrían probar nuevas formas a nivel local. Valores como la empatía y la sostenibilidad deben ser promovidos”. Su amigo Florian, por el contrario, considera al G20 como un anacronismo: «Hay un sentimiento de solidaridad entre las personas, con las que el sistema ya no es compatible». Fanny, de la Juventud contra el G20, habló de «domesticación de los niños» en el sistema educativo para convertirse en una parte funcional del sistema. Ella exige: «humanidad y solidaridad en lugar de pensar en la ganancia y la competencia. Es el aislamiento del sistema capitalista el que nos separa”.

Un sentimiento de inevitable cambio movió a la mayoría de los participantes. Esperan dirigir el cambio en una dirección positiva, porque «sabemos que existe lo positivo», como dijeron Tibi y Tomás de la Izquierda Intervencionista. Y, de hecho, la marcha estuvo llena de pequeños o grandes proyectos en los que ya están funcionando la coexistencia pacífica, la resolución de conflictos de manera noviolenta, los estilos de vida alternativos, la sostenibilidad y la solidaridad con todas las personas del planeta. Desafortunadamente también después de esta cumbre, la sensación sigue siendo que la mayoría de la población no aprenderá sobre ellos porque no encuentran espacio en los grandes medios de comunicación.

Imágenes por Magaly Navarrete