Una docena de puertos marítimos de Italia han estado reclamando por años el riesgo que significa para ellos servir de base para los buques de guerra estadounidenses impulsados por energía nuclear o que portan armas nucleares (submarinos y portaviones): Augusta, Brindisi, Cagliari, Castellammare di Stabia, Gaeta, La Maddalena, La Spezia, Livorno, Napoli, Taranto, Trieste, Venezia.

Han surgido movimientos que denuncian la situación de estos puertos italianos. Los activistas exigen, por ejemplo, que los administradores locales revelen sus planes de emergencia y evacuación en caso de accidente. Esto implica conocer los aspectos técnicos y operativos de las armas o reactores nucleares, su ubicación específica y las características exactas de los posibles accidentes. Esta información es esencial para poder tomar las medidas adecuadas en caso de accidente, pero al mismo tiempo es información que las autoridades militares se rehúsan a entregar porque sin duda la consideran altamente clasificada.

No hablaré más del tema en este artículo, pero invito a los lectores a leer el análisis que Massimo Zucchetti escribió sobre este problema: “Fin a las unidades navales impulsadas por energía nuclear en los puertos italianos: una sencilla conclusión al analizar los planes de emergencia externos” (“Stop nuclear-powered naval units in Italian ports: from examining external emergency plans a simple conclusion”), publicado en Invisible Evil, Increasingly Visible, Scientists Against War, Odradek, pp. 253-58, 2005.

De todos modos, quiero recordarle al lector que los reactores nucleares militares representan un riesgo muchísimo mayor que las plantas nucleares civiles: los reactores instalados en unidades navales producen una enorme cantidad de energía dentro de un recinto bastante pequeño, utilizan uranio altamente enriquecido, son enfriados con agua a presión o metal líquido, no funcionan con UO2 sino que con aleaciones de uranio-zinc o uranio-aluminio, los contenedores deben resistir presiones gigantescas y, por último, tienen posibilidades muy limitadas de ser ajustados para situaciones diferentes.

Es útil saber cómo han ocurrido los accidentes nucleares en las naves estadounidenses. Uno de los estudios al respecto es el análisis de documentos militares desclasificados que hizo Hans Kristensen: “Desclasificado: armas nucleares estadounidenses en el mar” (“Declassified: U.S. nuclear weapons at sea”), publicado el 3 de febrero del 2016 en https://fas.org/blogs/security/2016/02/nuclear-weapons-at-sea/. El estudio muestra que tenemos que aprender mucho de nuestra propia historia; acerca del pasado, pero también acerca del futuro. En efecto, las embarcaciones marítimas chocan, se incendian o se hunden. No se sabe cuándo pasará, pero eventualmente siempre ocurre algo por el estilo. Es por esto que almacenar armas nucleares en buques de guerra es tan riesgoso.

Docenas de bombas nucleares han terminado en el lecho marítimo porque estaban siendo almacenadas en buques, submarinos o portaviones. Éstos son algunos ejemplos:

El 7 de mayo, 1968, se hundió el submarino de guerra Scorpion luego de partir desde el puerto de Nápoles en una misión en el mar Mediterráneo. Se hundió a 644 km de las Azores junto a 99 marineros, dos torpedos nucleares y un reactor de propulsión nuclear. No se sabe nada más del incidente porque está clasificado.

En enero de 1968 se perdió una bomba de hidrógeno en algún lugar cercano a la costa de Palomares, España.

En agosto de 1968 el submarino estadounidense Von Steuben, que portaba 16 misiles Polaris y 48 ojivas nucleares, chocó en contra de un cabo de remolque a 64 km de la costa española. Cuando emergió chocó en contra del buque petrolero Sealady, sufriendo diversos daños.

En 1969, se produjo un incendio en el portaviones Enterprise, frente a la costa de Pearl Harbor, lo que causó explosiones y casi hunde el buque.

En noviembre de 1970, un transportador de combustible para submarinos se incendió en el puerto de submarinos Holy Loch, en Escocia. Había dos submarinos nucleares anclados a su lado. Las tres embarcaciones estaban a tope de ojivas nucleares y misiles.

El 22 de noviembre de 1975, 112 km al este de Sicilia, el portaviones John F. Kennedy y el cruiser Belknap colisionaron mientras hacían pruebas nocturnas. Este último se incendió y estuvo ardiendo por dos horas y media. Cuando finalmente lograron extinguir las llamas, quedaban sólo algunos metros entre el incendio y el área de almacenamiento nuclear.

Además de todo esto, durante la Guerra Fría ocurrieron numerosos accidentes entre buques de guerra estadounidenses y buques soviéticos, ambos portando armas nucleares.

Podemos dejar de lado el incidente que casi ocurre durante la crisis de los misiles en Cuba en 1962, cuando submarino nuclear B-59 soviético estaba a punto de lanzar un torpedo nuclear para hundir uno de los buques de guerra estadounidenses que le estaban disparando (se evitó que pasara a mayores porque el segundo oficial ruso al mando, Archipov, se opuso al ataque).

En mayo de 1974, dos submarinos nucleares de guerra (uno estadounidense y el otro soviético) que portaban ojivas nucleares chocaron casi de frente uno con el otro cerca de la base marítima de Petropavlovsk, en la península Kamchatka.

En noviembre de ese mismo año, después de partir desde la base Holy Loch en Escocia el submarino James Madison, que portaba misiles nucleares, colisionó con un submarino nuclear de guerra ruso en el Mar Del Norte.

En 1976, un submarino nuclear soviético, que había estado siendo perseguido por 10 días seguidos a través del océano Atlántico y luego en el Mar Mediterráneo, emergió a la superficie y colisionó con la fragata Voge, que probablemente portaba misiles nucleares antisubmarinos.

En 1988, en el territorio marítimo soviético del Mar Negro, dos fragatas soviéticas chocaron con el cruiser Yorktown y el Destroyer Caron.

Aparte de los incidentes de colisiones, durante toda la Guerra Fría hubo graves incidentes diplomáticos relacionados con embarcaciones con armas nucleares y/o que utilizan la energía nuclear para propulsión. Varios de los aliados de Estados Unidos se negaron a que hubiera armas nucleares dentro de sus territorios durante los periodos de tregua, debido a que las autoridades estadounidenses se negaron a confirmar o negar la existencia de armas nucleares en sus buques. Otro factor fueron las protestas de activistas, que a veces se volvían violentas. Todo esto se mostró más claramente cuando, en 1984, Nueva Zelanda negó la entrada a sus puertos a las embarcaciones con armas o reactores nucleares. Lo mismo ocurrió en Dinamarca y Suecia. Todos estos eventos hicieron que muchas de las autoridades estadounidenses se preguntaran si los problemas que implicaba tener armas nucleares en embarcaciones seguían siendo menos importantes que sus ventajas.

Incluso luego de que, en 1991, se desmantelaron muchas armas nucleares de la flota de guerra estadounidense y de sus submarinos, los submarinos con misiles de artillería nuclear (SSBN por sus siglas en inglés) siguieron teniendo accidentes, incluso colisiones con otras naves. En 1993, por ejemplo, el SSBN Maryland quedó varado en Puerto Cañaveral, en Florida. En marzo de 1998, el SSBN Kentucky fue embestido por el submarino de guerra San Juan mientras realizaba operaciones de superficie a 200 km de la costa de Long Island, Nueva York.

Es probable que la mayoría de los incidentes relacionados con los submarinos de misiles de artillería nuclear nunca lleguen a ser de conocimiento público ni sean investigados.

Solo imaginen qué pasaría si lo que pasó con el buque de carga Jolly Nero el 7 de mayo de 2013 pasara con un buque de guerra nuclear estadounidense. Cuando este buque estaba siendo maniobrado para zarpar desde el puerto, accidentalmente embistieron una torre de control y la derrumbaron. ¡Nueve de los trabajadores que estaban dentro murieron, y cuatro resultaron heridos!

Traducido del inglés por Emilio Stanton