Reproducimos acá la charla TED-X Anogeia, pronunciada en Creta, Grecia, el  8 Agosto 2015 por Tomás Hirsch:

«Hola a todos.
Me siento profundamente conmovido por compartir con ustedes esta experiencia en este lugar sagrado.

Soy uno de los Voceros del Humanismo Universalista, corriente de pensamiento, espiritualidad así como de acción política y social, fundada por el pensador argentino Silo a fines de los años ‘60.

El Humanismo Universalista que suscribo ubica al Ser Humano como valor central.
A partir de la conexión con el Sentido Profundo, trabaja por la transformación personal y social simultánea, al tiempo que promueve la No Violencia Activa en la lucha por construir un mundo más justo, una Nación Humana Universal.

Vengo de Chile, un país muy lejano, pero en nuestros corazones muy cerca de Grecia.

Chile y Grecia tenemos en común el haber sufrido crueles dictaduras militares y luego haber soportado dolorosas crisis económicas como resultado del falso y engañoso modelo neoliberal. Lo que Grecia vive hoy, lo sufrió Latinoamérica en los años ’80.

Aprovecho estos minutos para solidarizar con el pueblo griego que sufre la agresión de los poderosos de Europa y los felicito por el proceso que han llevado adelante para defender sus derechos.

Créanme: Más allá de aparentes derrotas nada podrá detener los cambios a los que ustedes legítimamente aspiran.

La soberbia, la mezquindad y la torpeza de la Troika no podrán acabar con la más antigua de las democracias, la que inspiró justamente a Europa.

Ha llegado la hora de decir basta a los controladores del capital financiero internacional.

Durante toda mi vida he sido un crítico de la concentración de poder. Junto a muchos otros combatimos la dictadura de Pinochet, levantando las banderas de los derechos humanos y de la no violencia activa.

Ahora estamos resistiendo a esta dictadura financiera mundial, que se ha impuesto por sobre los estados nacionales y pretende someter a la gente, sin importarle el sufrimiento que producen sus crueles imposiciones.

Sentimos la necesidad de fortalecer otros valores: la cooperación; la solidaridad; la ayuda mutua; el valor de la diversidad de raza, religión y cultura.

El paradigma de los nuevos tiempos debe ser la reciprocidad, el poder de los acuerdos y la convergencia de la diversidad; Lo opuesto de la dominación hegemónica y la uniformidad.

El éxito de este cambio profundo dependerá de que se abandone el intento de imponer un modelo económico único y una cultura única, valorando la diversidad como el mayor tesoro de la humanidad.

La Historia verdaderamente humana está recién comenzando. Hoy sabemos que esta crisis dará lugar al nacimiento de nuevos modos de relación social, que ubicarán al Ser Humano como el valor más importante, dejando atrás toda forma de violencia, sea esta física, económica, racial, generacional o sexual.

Sabemos que esta crisis es compleja, ya que afecta a cada individuo y a la sociedad en su conjunto. Sin embargo aunque es difícil y trae consigo inestabilidad, riesgos y temores, experimentamos la profunda necesidad de pasar a otro momento histórico.

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Hoy vamos a hablar brevemente sobre los temores fundamentales que todos experimentamos y al mismo tiempo vamos a proponer una reflexión acerca de cómo podemos superarlos.

Todos hemos sentido temor en nuestras vidas. Tengo miedo que me vuelva a ocurrir lo que una vez me sucedió. Tengo miedo de no poder alcanzar lo que me propongo. Tengo  miedo a perder lo que poseo.

Prendemos la TV y nos aterrorizan las imágenes de la crueldad. Bombardeos, ajusticiamientos, represión, asaltos, accidentes, por último el desplazamiento de millones de seres humanos desesperados que se ahogan frente a nuestras costas.

Apagamos la TV y nos aterroriza perder nuestro empleo, no poder alimentar a nuestros hijos, no poder responder a la necesidad de salud de nuestros padres.

En esta sociedad violenta, todos hemos sentido temor a que nuestros derechos sean violados, temor a ser perseguidos por nuestras ideas, por nuestras creencias, temor a la represión y la tortura.

Y sobre todo, compartimos el temor al dolor, a la enfermedad, a la Muerte.

Vivimos tan apremiados por los compromisos del día a día, que nos alejamos de nosotros mismos y de nuestros seres queridos.

Poco a poco nos vamos desconectando del afecto por los demás. ¿Y cuál es el resultado? Depresión y ansiedad que los servicios de salud tratan de solucionar con drogas. Así, en vez de fortalecer la búsqueda de Sentido en nuestras vidas, el remedio que se nos ofrece es un anestésico.

Decía que participé de la lucha contra la dictadura de Pinochet en la que buscábamos recuperar la democracia.

Esa lucha nos costó golpes y cárcel. Y muchos fueron desaparecidos, asesinados, torturados y exiliados. Y eso produjo un enorme temor en la población.

Entonces comprendimos que para superar ese temor y motivar a muchos a sumarse, debíamos poner en marcha acciones creativas, alegres, irreverentes, participativas, No Violentas, imposibles de ser contraatacadas por la policía del régimen.

Así fue como los Humanistas de aquellos años, un grupo creciente de jóvenes entre 18 y 25 años, fuimos creando nuevas formas de lucha no violenta, altamente efectivas por su visibilidad y por la simpatía que despertaban en la población.

Con todas esas acciones fuimos superando el temor que tenía inmovilizado a un país completo. Y fuimos generando una ola de participación social que conectó con una nueva sensibilidad no violenta y alegre.

Eso permitió transformar el temor en esperanza y certeza de cambio.

Cuando el dictador propuso un plebiscito sobre su continuidad, en vez de rechazarlo, como hizo la izquierda tradicional, decidimos aceptarlo. De ese modo podríamos derrotarlo en su propia cancha, y así lo hicimos.

Participamos del plebiscito, creamos una campaña masiva por el No, en la que enfatizamos en la esperanza. Con el slogan; “La alegría ya viene”, derrotamos a Pinochet y recuperamos la democracia.

La acción conjunta, el trabajo en equipo, la creatividad, el dejar atrás las formas violentas. Sumar a las nuevas generaciones, establecer un diálogo permanente,  no discriminar, no imponer las propias ideas, trabajar en paridad psicológica,  valorar la diversidad, promover la comunicación directa, el buen trato, la alegría y el sentido del humor: todas esas son actitudes que nos ayudaron a superar el temor.

En una dimensión más personal, saltar por sobre el miedo es tomar contacto con el sentido profundo y verdadero de la vida.

Es salir de la indiferencia y conectar con el sufrimiento de los demás. Es romper esa falta de solidaridad que termina por desconectarme de mi mismo, de mi profundidad, de mi Sentido.

Hemos creído que ser competitivo es más importante que ser compasivo, que ganar es más importante que solidarizar, que recibir es más importante que dar.

Saltar sobre el miedo es reconocer que nos equivocamos cuando luchamos por cosas que solo tienen valor económico, pero que no tienen un verdadero valor existencial humano.

Cuando me comprometo con otros, cuando voy más allá de mis problemas personales y me oriento a construir un mundo mejor, cuando redescubro la solidaridad por sobre el individualismo desenfrenado, cuando multiplico las acciones que no van en mi propio beneficio sino en el de otros, entonces salto por sobre mis temores.

Salto por sobre el miedo cuando aplico esa antigua Regla de Oro que me propone tratar a los demás del modo que quiero ser tratado.

Cuando rechazo los valores y prestigios de esta sociedad cruel, inhumana y materialista, para volver la mirada y el corazón hacia el otro ser humano: el anónimo, el que sufre discriminación.

No existen falsos caminos para escapar de esta encrucijada histórica en la que las instituciones construidas en base al poder y la violencia se derrumban por inadecuadas al no adaptarse a un mundo que cambia.

Silo, el filósofo y escritor latinoamericano a quien ya mencioné antes, fundador de la corriente de pensamiento llamada Humanismo Universalista, habla en sus libros acerca de la posibilidad de que el sin-sentido de la vida se pueda convertir en sentido y plenitud para cada uno, sin limitaciones ni condicionamientos externos.

Propone una espiritualidad que enfatiza en la alegría, el amor al cuerpo, a la naturaleza, a la humanidad y al espíritu; una espiritualidad en la que lo terreno y lo eterno no se oponen.

Silo nos habla de “la revelación interior a la que llega todo aquel que cuidadosamente medita en humilde búsqueda».

Nos plantea como desafío «aprender a resistir la violencia que hay dentro de nosotros y fuera de nosotros».

El mundo totalmente interconectado en el que estamos viviendo hoy hace posible y necesario avanzar hacia una civilización multicultural común.

La interacción entre las culturas y las naciones, los métodos no violentos de transformación social, la participación real de las personas en la toma de decisiones socio-políticas son la clave que permitirá la integración de las diversas comunidades como vanguardia de la nación humana universal.

En definitiva, el miedo se supera tomando contacto con nuestra interioridad y sensibilizándonos con el sufrimiento de los demás.

El miedo retrocede cuando crece la fe en nosotros mismos, en el ser humano y en su destino.

Este despertar de una nueva sensibilidad lleva al encuentro con la fuerza espiritual que vive en el fondo de nuestro corazón.

Esa fuerza espiritual puede crecer y ganar cohesión cuando preferimos la reconciliación a la ruptura, cuando levantamos el valor del otro, con su diversidad y su diferencia, cuando superamos lo que nos divide, a favor de un objetivo mayor.

Ahora mismo podemos tomar contacto con esa Fuerza Interior. Podemos sentir nuestro corazón y preguntarnos:

¿Es importante que mi vida se oriente hacia colaborar con la gente cercana y querida?

¿Es importante para mí hacer todo lo posible para ayudar a mi pueblo a salir del sufrimiento?

Entonces lo más importante es preguntarse cada uno:

¿Qué estoy dispuesto a hacer para cambiar la dirección de mi vida?

¿Qué estoy dispuesto a hacer para que mi pueblo, mi Creta, mi Grecia sea un mejor lugar para todos?

Los dejo con esa reflexión.

Muchas gracias».