Cambio de ubicación para último día de la Cumbre de los Premios Nobel de la Paz: ya no el auditorio del Parque de la Música, sino la Sala Julio César del Campidoglio, sede del Consejo Comunal de Roma.

Comienza con la lectura de los mensajes de Gorbachev, que no pudo participar y está preocupado por los conflictos de las amenazas del momento y de Ban Ki Moon, que expresa entre otras cosas su alegría por el Premio Nobel asignado a la joven Malala. Luego se habla de África y de conflictos, seguido de un minuto de silencio para recordar a las víctimas de Ebola.

Muchos de los temas enfrentados hoy, desde la denuncia de los enormes gastos militares y de las dramáticas consecuencias del cambio climático a la importancia del rol de las mujeres, hasta el amor y la compasión como alternativa a la arrogancia del modelo único occidental, retomando lo ya dicho en los días anteriores. Vale la pena destacar  algunos de los temas más significativos.

El Dalai Lama recuerda que pocas personas, aunque sean Premios Nobel, no pueden cambiar solas los destinos  del mundo y exhorta a todos y a cada uno respecto de la responsabilidad moral de hacer su contribución a la construcción de un mundo feliz, con compasión y equidad.

Leymah Gbowee reaccionó con molestia ante la tendencia a considerar al África como un “enfermo” que curar y como continente uniforme y subraya la gran riqueza no sólo de materias primas, sino también y sobretodo de pueblos vivos, diversidades culturales y de experiencias. Recuerda que sólo su gente puede salvarla a través  de avances en el campo de la educación, de la salud y de la lucha contra la pobreza.

Shirin Ebadi sintetiza la lucha contra la ignorancia y la injusticia que alimenta al terrorismo, con la invitación a “lanzar libros y no bombas”, recordando que Isis no representa al Islam y que se puede ser musulmán respetando a los derechos humanos. La necesidad de no ayudar a los dictadores se traduce también en la denuncia de los millones depositados en los bancos europeos y nunca restituidos a los pueblos para reconstruir sus países devastados por las guerras y la represión.

Rajendra Kumar recuerda que África no es pobre, sino empobrecida, no pide caridad, sino justicia y cita a Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso depuesto por un golpe de estado, según quien “para un cambio radical se necesita el coraje de inventar el  futuro.” Y Don Giulio Albanese, moderador del panel, agrega una cita de Plinio el Viejo: “Siempre hay algo nuevo que viene desde África.”

La imagen más fuerte de la asignación del Peace Award 2014 al director Bernardo Bertolucci es su llegada en silla de ruedas y la gentileza con la cual el Dalai Lama le acerca el micrófono y lo abriga con una bufanda blanca en torno al cuello. Bertolucci recuerda emocionado sus contactos con el guía espiritual tibetano durante la preparación de la película “El pequeño Buddha” y afirma que hay “un pequeño Buddha dentro de cada uno de nosotros”.

Un paso hacia el futuro llega con el anuncio de que la próxima Cumbre se realizará en Atlanta, con gran alegría de su alcalde negro, que agradece por la elección y rinde un homenaje a Martin Luther King y a Mandela.

Durante la conferencia de prensa final se vuelve a hablar de mujeres y de la importancia de su rol activo para la  construcción de un mundo en paz. Las últimas palabras las pronuncia Jody Williams: el compromiso de continuar luchando por la liberación del disidente chino Liu Xiaobo, como se hizo en su momento con Aung San Suu Kyi y la cita – ¡finalmente! – de la reciente conferencia de Viena sobre el impacto humanitario de las armas nucleares como paso fundamental hacia el desarme.