A Hugo Chávez los medios crápulas lo mataron varias veces y ahora que el hecho se consumó aprovechan para descuartizarlo y esparcir sus vísceras para saldar sus cuentas pendientes. Las cuentas pendientes de haberse ocupado de los más de 20 millones de venezolanos que vivían bajo el umbral de pobreza al comienzo de su mandato.

No consiguió erradicar la pobreza, como sí pudo hacerlo con el analfabetismo. Tampoco consiguió transformar la matriz exportadora de petróleo e industrializar el país. Pero el proceso está lanzado. 5 millones de venezolanos pudieron saber lo que era un médico gracias a Chávez y el pueblo entero pudo descubrir lo que es un proceso eleccionario sin fraudes y de absoluta transparencia.

Del resto se puede discutir horas y horas, pero su legado es ese nuevo escalón que subió la república bolivariana y esa construcción latinoamericana que pareciera a prueba de injerencias extranjeras. El gran desafío será mantener y prolongar este proceso emancipatorio sin la figura poderosa y arrolladora del comandante.

Ya faltaba Néstor Kirchner, quien fuera un aliado crucial para enterrar las ambiciones imperialistas del ALCA (plan de libre comercio de las Américas) y para evitar la guerra con Colombia en una de las crisis más graves con su país vecino. Lula está batallando contra el cáncer, pero el continente goza de buena salud y tiene cimientos para convertirse en un polo fuerte en este siglo mundializado donde una cultura multipolar asoma con vigor.

Modesto Guerrero, biógrafo no oficial de Hugo Rafael Chávez Frías, contaba que el primer mandatario no cobraba su sueldo de presidente, con ese dinero se otorgaban nueve becas a los estudiantes con mejores notas y para que su hija pudiera comprarse un apartamento, el presidente pidió un crédito que pagaba con su pensión de militar retirado.

Era un tipo singular, que rompió con los acartonados protocolos y que contagiaba su energía y optimismo. Quizás cantaba más de lo que su talento le permitía,  pintor y jugador de béisbol frustrados, durante toda su vida no ha dejado a nadie indiferente. Describieron su combate contra el cáncer como una lucha entre el bien y el mal, para algunos Chávez representaba el bien y el cáncer el mal, para otros era el contrario.

Pero los miles y miles de venezolanos que acompañaron su féretro y los millones de venezolanos que pasarán a darle su adiós en estos tres días que durará el velatorio darán testimonio del amor que siente su gente por este hombre que ganó 13 de las 14 elecciones a las que se presentó. Eduardo Galeano que fue veedor internacional en algunas de estas votaciones le preguntó a un humilde venezolano “Y usted, ¿por qué vota a Chávez?”. “Porque no quiero volverme invisible nunca más” le respondió.