El humanista chileno Tomás Hirsch, dio una charla esta mañana en la Universidad de Islandia en Reykjavik, para los miembros de la facultad de Español, humanistas locales y público general. A Hirsch se le invitó a hablar sobre el proceso de desarrollo que está teniendo lugar en América Latina y especialmente respecto de la situación chilena.

En sus breves descripciones de los países progresistas Latino Americanos, destacó los ejemplos de Argentina, Bolivia (cuyo presidente surge del movimiento social y llega por esta vía a la política), Uruguay, Venezuela (cuyo presidente proviene del mundo militar y lleva la revolución hasta la base social), Ecuador (cuyo presidente es un economista sumamente educado que fue formado por una de las mejores universidades de los Estados Unidos) y Brasil.

El ex-candidato a presidente chileno destacó cómo los medios occidentales tienden a encasillar todos estos ejemplos como parte de un mismo fenómeno, cuando en realidad cada escenario es muy diferente.

Hirsch se refirió a unos pocos elementos que han ayudado a sobrevivir a estos movimientos progresistas. En primer lugar, el hecho de que USA ha estado demasiado ocupada con sus propias guerras de intervención extranjera para poder prestar atención a lo que está ocurriendo en Sud América. Mientras en el último siglo los Estados Unidos botaron a cualquier gobierno que no siguiera sus lineamientos, en este siglo es más difícil para ellos porque su atención está volcada hacia otros lugares. Además, el motor de la economía Suramericana ha sido la industria minera y el crecimiento de la industria china necesita un aporte infinito de materias primas, muchas de las cuales están disponibles en Sud América.

Durante la charla, Hirsch explicó que el motor de la historia es la tensión entre las generaciones. Esta concepción humanista postula que la generación que actualmente se encuentra en el poder resiste a la generación que le sigue, que ha sido formada de modo diferente y trae nuevas ideas respecto de cómo habría que hacer las cosas. Durante los últimos 20 a 30 años este mecanismo se ha bloqueado y en vez de luchar para producir cambios, la gente joven se ha asimilado al sistema, incorporando todos los valores del sistema sin llegar a cambiar nada.

Hirsch describió cómo las generaciones más jóvenes en Chile están comenzando a despertar porque el sistema económico ha producido tanto malestar que los estudiantes y sus familias no pueden seguir pagando su educación. El sistema universitario ha sido completamente privatizado y las universidades públicas igualmente cobran a los estudiantes las mismas tarifas que las universidades privadas, alrededor de 600 euros al mes. Los estudiantes saben que terminarán endeudados por 20 años y que completarán sus estudios con una educación que no prepara para desempeñarse en el mundo moderno.

Hirsch estableció paralelos entre Islandia y Chile: dos países muy lejanos y relativamente pequeños y dos países que son vistos desde el mundo exterior de un modo muy equivocado respecto de la realidad de su situación. En el caso de Islandia, el mundo cree que se trata de un pueblo que produjo una revolución capaz de terminar con el gobierno, encarcelar a los banqueros y cambiar su constitución. La imagen de Chile es la de un país económicamente muy desarrollado.

La realidad de la situación es que Islandia tuvo algunas experiencias interesantes pero no ha tenido lugar una revolución sino que se han producido solo algunos cambios cosméticos. Y Chile es un país que puede exhibir efectivamente cifras macroeconómicas extraordinarias, pero ello esconde el hecho de ser el país número 12 en términos de brecha entre ricos y pobres. Únicamente países como Burkina Faso, Uganda, Haiti y otros tienen peores estadísticas.

En el tiempo para preguntas y respuestas, se le pidió a Hirsch que comentara sobre el sistema social demócrata desarrollado en Escandinavia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y pese a que se refirió positivamente al sistema que se ha desarrollado, estando de acuerdo en que se trata de una economía más competitiva precisamente porque es un sistema más igualitario, fuemuy rápido para denunciar a otros partidos políticos de diversos lugares del mundo que han adoptado el nombre de “social demócratas” como un disfraz para esconder sus objetivos neo-conservadores reales. “Los Social Demócratas han pavimentado el camino para algunos de los peores exesos en privatizaciones y explotación por parte de las multinacionales.”

En sus comentarios finales, se le consultó sobre temas ambientales y desarrolló el concepto del “buen vivir” de Ecuador explicando que el gobierno ecuatoriano se ha negado a explotar sus recursos de hidrocarburos por el daño que causaría al ambiente. De acuerdo a la filosofía de los pueblos originarios del lugar, el equilibrio necesita ser encontrado en las relaciones entre los seres humanos con su ambiente natural. En otros países como Bolivia y Bhutan, donde la vida no es vista en términos macroeconómicos sino que se mide de acuerdo al Índice de Felicidad Nacional, se le da similar importancia a los temas más existenciales y podría ser muy interesante expandir esto al resto del mundo.

Hirsch terminó reflexionando sobre por qué él es un activista y por qué viaja por el mundo hablándole a la gente sobre la situación de Chile. “No es porque me guste hablar mal de mi país o porque se un masoquista,” dijo. “Hago esto porque creo verdaderamente que es posible dejar al mundo en mejores condiciones de lo que estaba cuando yo nací.”

“He descubierto que los mejores momentos de la vida son aquellos en los que doy con libertad, más que cuando vivo tratando de acumular cosas tal como al sistema le gustaría que hiciese.”

“He descubierto que cuando me hego preguntas tipo ‘¿Quién soy?’ y ‘¿Dónde voy?’ puedo esclarecer el sentido de mi vida. Y este sentido que tiene la vida no se refiere sólo a cambiar al mundo externo, cambiar la sociedad, también dice relación con trabajar con quienes me están cerca a fin de poder superar también la violencia en mis relaciones personales.”

“Haremos realmente esta revolución que todos queremos, cuando comprendamos que el cambio personal y social son dos elementos sobre los cuales necesitamos trabajar simultáneamente.”