Por Alberto Vargas, con la colaboración de Evelyn Jaramillo

El proceso sigue su marcha. Concluida la fase de recepción de postulaciones para obtener una de las 1.486 frecuencias de radiodifusión y televisión: Son 834 las solicitudes de organizaciones privadas y comunitarias, a nivel nacional, que hasta el pasado 15 de julio recibió la Agencia de Regulación de las Telecomunicaciones (Arcotel).

Sobre el 34% del espectro radioeléctrico para medios comunitarios

El concurso público para la adjudicación de frecuencias, que la Arcotel y el Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación (Cordicom) abrieron el pasado 12 de abril “responde a una necesidad y deuda histórica que los gobiernos del Ecuador han tenido con las comunidades durante años” dice Gisela Dávila, Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora de Radios Populares del Ecuador (CORAPE), y agrega que, “un proceso de esta naturaleza es histórico, pues es la primera vez que ocurre en el país”.

En el Ecuador, el artículo 106 de la Ley Orgánica de Comunicación, referente a la redistribución equitativa del espectro radioeléctrico, le otorga a las organizaciones comunitarias un 34% para la operación de medios comunitarios de comunicación. Sin embargo, “la participación de organizaciones comunitarias en este concurso, aún no puede compararse a la participación de organizaciones privadas” afirma Dávila. Y asegura que esto “responde quizá, a las características mismas del concurso, pues las instancias reguladoras del concurso desconocen sobre las formas alternativas de financiamiento que se practican al interior de varias organizaciones y comunidades”.

Radios comunitarias

Radios comunitarias

“Como CORAPE desearíamos que no solo se piense en cómo financiarán las organizaciones, sus proyectos, dentro de la lógica capitalista. Pues muchas de ellas han vivido con saldos no siempre favorables. Pero han logrado sostenerse a base de trueque o intercambio y apoyos puntuales. Sin embargo, para este concurso, “si no presentas constancia de que serás sostenible, en términos de dinero, simplemente no puedes acceder a una frecuencia”, sostiene.

Dávila sostiene que, “la entrega del 34% del espectro radioeléctrico a medios comunitarios es un reconocimiento a su lucha y trabajo, pues durante años suplieron las obligaciones del Estado en términos de educación, demanda social, de organización y de formación”.

Una nueva agenda informativa

El 29 de junio pasado, integrantes de la Wambra Radio y de El Churo Comunicación, que agrupa a varias radios de diferentes sectores del país, realizaron la entrega simbólica de la documentación para obtener una frecuencia de radiodifusión.

Para Roberto Chávez, miembro de El Churo, “con este acto simbólico se demuestra que los medios comunitarios de comunicación existen y exigen un derecho que les ha sido despojado históricamente”. “Es momento que la comunicación comunitaria tome protagonismo”, finalizó.

Gisela Dávila asegura que, la presencia de medios comunitarios, aunque aún no sea masiva a nivel nacional, permitirá la creación de una nueva agenda informativa desarrollada desde la sociedad, sin ataduras ni sesgos políticos.

Una de los aspectos fundamentales que ofrece el concurso es, según Dávila, la creación de espacios para visibilizar las necesidades, demandas y aspiraciones de las comunidades. Pero también sus propuestas y alternativas, “pues el país debe entenderse en diversidad, en una construcción desde cada cultura, idioma y tradición”.

Sobre la legitimidad de lo comunitario

CORAPE no le teme a la imposición de discursos, ni a la entrega de frecuencias a dedo, sostiene Dávila. “En 26 años de trabajo no lo hemos permitido y con este concurso público es menos probable que suceda”, afirma.

“Para ello, la ciudadanía tendrá su espacio de participación, por medio de las veedurías. Así se podrá debatir y cuestionar por qué se acepta, o no, las solicitudes de frecuencias, en términos de calidad de contenido, porque así el único beneficiado es el país”.

Finalmente, Dávila afirma que es necesario y urgente distribuir la voz históricamente concentrada en las grandes ciudades, a los pueblos y comunidades, pues es la única forma de que sus realidades tengan trascendencia a nivel nacional y se legitime su existencia.