Por Tania Madriaga Flores*

Se trata de una herramientas política, inserta en una estrategia mayor, que incluye un conjunto de vocerías que instalan la estrategia desde otras plataformas. En el caso de la discusión constitucional el objetivo fue y sigue siendo, que permanezca vigente la constitución del 80. Estas herramientas están orientadas a la producción de información con el objetivo de deslegitimar e instalar a través de mentiras, agresiones, etiquetas y mensajes llamativos, una percepción negativa respecto de personas, instancias o propuestas.

Apuestan a lograr un alcance masivo, respecto a la capacidad de sus adversarios de instalar sus propios atributos y apuestan a que esta asimetría tenga repercusiones en la toma de decisiones de las personas. Dada esta expectativa es que se constituyen en organizaciones financiadas, que reclutan personas, que construyen redes, compran o acceden a bases de datos y organizan estratégicamente los contenidos mediante criterios de publicidad.

Para lograr el efecto deseado en la campaña del rechazo, esta estrategia de la derecha chilena, comenzó el día en que perdieron el plebiscito de entrada, quedando reducidos a un 20% de las preferencias, sin embargo se hicieron elegir para la convención para aportar a su boicot desde dentro, sabíamos que no querían una nueva constitución y que su alianza con el poder y el dinero es muy férrea y estuvieron durante un año completo haciendo campaña sin apostar por un nuevo texto.

Frente a ese adversario, nuestro error, el del 38% me refiero, fue no estar preparados para enfrentar una estrategia como esta, no haber tenido nuestras propias herramientas masivas que permitieran entregarle a la ciudadanía la posibilidad de evaluar y difundir lo que realmente estaba siendo propuesto e instalar sus cualidades, que las tenía sin duda.

 

*ex convencional constituyente