Corrió bastante tinta y zumo de twiter en Francia por lo de Mbappé (el héroe-dios futbolista que plantó al Real Madrid) y su entrenador, Cristophe Galtier, sobre una “tenida” con un periodista que le preguntó si no es más respetuoso con el medio ambiente utilizar el tren que un avión en las distancias cortas, por muy privado que éste sea… Hacía poco que el PSG había jugado con el Nantes, a 284 kms. de Paris, a dos horas en tren, y el equipo se había desplazado en el Quatar Airwais, vertiendo a la atmósfera una cantidad 243 veces superior del venenoso CO2 que viajando de otro modo.

Mbappé se limitó a reírse en la cara del reportero, con la suficiencia que le otorga su status privilegiado sobre el resto del género humano, a quienes nos afecta en la salud, la alimentación, la energía y el bolsillo. Él se lo puede permitir, nosotros, no… Su entrenador se encargó de burlarse del general con su desgraciado comentario: “ He hablado con la organización, a ver si nos podemos desplazar en carro de vela”. Su presidente, Macron, días antes había anunciado el “fin de la abundancia” advirtiendo a los ciudadanos de los sacrificios que nos va a imponer el cambio climático y el encarecimiento energético… Pero, claro, las gentes de las élites, a las que hemos impulsado nosotros mismos con nuestra entregada bobaliconería, desprecian el riesgo del común de la sociedad, de hecho se ríen de esa misma sociedad, porque ellos se creen a salvo de tales riesgos. Les hemos forrado bien los riñones, y pueden permitirse frivolizar con la seguridad del común de las personas. Él ingresará 375 millones de euros gracias a la devoción de los desgraciados a los que se permite escupir. Lo demás le importa bien poco, como al impresentable de su entrenador. Y por no salirnos de Francia, les recomiendo se vean la película El Aeródromo, de la serie El Colapso, a ver qué opinan

Pero la responsabilidad no afecta solo a nuestros ídolos mediáticos, a los que tanto adoramos. La irresponsabilidad es de todos: ciudadanía y políticos, en la misma proporción y medida que nuestros ilustrados descerebrados que viven tan ricamente de toda esta m… Sabemos que nuestro Parque Natural principal, uno de los más importantes de Europa, Doñana, se está secando, agonizan sus humedales y se reduce su laguna. “Es cosa de la sequía…”, decimos todos cantando a porfía. Pero callamos porque no queremos saber que la macrourbanización que se ha permitido en Matalascañas, de 150.000 veraneantes, que se dice pronto, es la que está expoliando, consumiendo y agotando los pozos y los recursos que necesita el espacio protegido (me río yo de la protección). Una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE – no de la nuestra – ya señala a esta dolorosa y monstruosa edificación como causa y origen del tremendo daño causado a Doñana. Un visitante relata a la prensa (E.P.-12/9): “Veranear aquí, ya te crea mala conciencia”…

Pero es que, con todo nuestro martiriológico poco lógico de pegatina por el Mar Menor, elevado a Bruselas, y del que tanto nos dolemos por aquí, las urbanizaciones de miles de viviendas promovidas y permitidas por ayuntamientos del litoral (ejemplo de San Javier en su extremo de La Manga) afloran sin que a ninguno de los que lucen externo luto se les mueva, ni remueva, la conciencia. Ni lo más mínimo… Es más, alguno que otro estará echando cuentas a ver si pueden comprar algún apartamento de esos nuevos amogollonamientos, y así defender mejor sus intereses patrimoniales, después de ponerse tras la pancarta de defensa del Mar Menor… Aquí, en estos ejemplos concretos, tanto los administradores como los administrados, actuamos con absoluta hipocresía.

Es la misma hipocresía con que obra la Administrador central, el Gobierno, con sus actuaciones fiscales respecto a la energía: rebaja un 15% el IVA a las contaminantes, como el butano, y no mueve el de las energías limpias, como la solar… O tienen la desfachatez de cargar en la factura de la luz de todos los ciudadanos un impuesto sobre kv. consumido para resarcir a las gasificadoras, en vez de cargarles a las mismas directamente el impuesto que merecen. ¿Qué es entonces el espantajo de ese impuesto a las energéticas del que tanto sacó Sánchez pecho, si ahora lo revierte en los pobres consumidores?… Y por si todo eso fuera poco, se inventa otro sobrecargo más en la factura de la luz calificándolo de “social”. Para la luz de los pobres, dicen los muy sinvergüenzas. Pero no responden a un par de cuestiones: ¿No es el Estado el que debe proveer, rebajar, perdonar o asumir esa labor social, en vez de también cargársela al resto de ciudadanos que pagamos impuestos para ello? ¿o es que esos se los reservan para cubrir los buenos sueldos de los virtualmente encargados de tales labores de justicia social? Pues no, al final hemos de soportar nosotros lo que es de su estricta obligación (al menos moral) cumplir.

Y existe una tercera opción de mayor justicia: en todo caso, ¿por qué no se carga al rico lo que se ha de retribuir al pobre? Me estoy refiriendo a esas empresas energéticas u otras que solo pagan el 2% de sus beneficios, a las que presumen de apretar las tuercas en un embuste de característica puramente saduceas. Qué paguen ellos lo que se nos carga a nosotros por su culpa, ¿no? Es lo mismo que lo del mediático Mbappé y su burrientrenador, que nos devuelven lo que merecemos por tontos. Así que todos tenemos por qué callar, si bien que unos más que otros, claro. Pero muchos tenemos motivos por qué chillar, e incluso c… en la m… que los parió a todos.