La Lavándula, o simplemente Lavanda, es un género de plantas de la familia de las lamiáceas muy versátil en su uso, pero también conocida en Francia por el singular espectáculo que aportan sus campos, dignos de admirar.

Gracias a su increíble aroma y a las propiedades extraordinarias de sus aceites esenciales, este regalo de la naturaleza tiene aplicaciones en la medicina, la decoración, la gastronomía y los cosméticos.

La planta perenne, de la que se conocen más de 30 especies, es codiciada por su valor para producir fármacos que ayudan a combatir la ansiedad, la depresión o el estrés, y también se emplea en la elaboración de deliciosos postres y singulares perfumes, así como en la decoración del hogar con un oloroso toque de calma.

Pero hay una manera más viva de apreciar la Lavanda en todo su esplendor: se trata de una visita a sus campos en la Provenza, región paradisíaca en el sudeste de Francia en la cual estos sembradíos son su carta de presentación.

Las hileras de arbustos invitan a perderse sin pensar en ser encontrado, la sensación es de paz y sosiego, una oportunidad efímera en el tiempo, solo disfrutable en todo su esplendor desde finales de junio hasta principios de agosto, en dependencia de las condiciones climatológicas.

En la Provenza existen varias rutas que permiten extasiarse con el florecimiento de la Lavanda, estos recorridos incluyen paradas en pequeños pueblos de calles empedradas e iglesias con mucha historia, como en una suerte de viaje en el tiempo.

Seguir el curso del río Drome, dejarse dominar por el Monte Ventoso – llamado el “Gigante de la Provenza”–, recorrer los territorios del Luberón y del País de Buech o conquistar la meseta de Valensole, son algunas de las opciones para realizar el mágico paseo por los valles teñidos de violeta.

Los campos de Lavanda suelen estar alejados de las aglomeraciones urbanas, con la excepción de Terre Ugo, una casa productora con 30 mil plantas sembradas en 2017 y 2018, situada a escasos 10 minutos de la ciudad de Aix-en-Provence.

En Terre Ugo se sembró la variedad Lavanda Grosso, un híbrido fruto del cruce natural entre la inglesa y la portuguesa que está dotado de la belleza y la fragancia de la primera y de la resistencia de la segunda.

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