Por primera vez en doscientos años de vida republicana, los colombianos hemos elegido un presidente de izquierda. Para entender cómo se mantuvo tanto tiempo la derecha en el poder, conviene hacer un repaso histórico que permita comprender las causas que permitieron este fenómeno único en América Latina.

Por David Nassar

El territorio colombiano está constituido por una particular configuración geográfica, tres cordilleras infranqueables, separadas por dos extensos ríos, un interminable número de laderas y de valles afincados en los contornos de los Andes, en el costado oriental la Orinoquia extensa que actúa como antesala a la formidable Amazonia y como somos la esquina suramericana, dos extensas costas sobre dos mares con sus manglares y serranías del pacifico y las praderas y sabanas que terminan en el mar Caribe, estas inéditas condiciones facilitaron la separación de las colectividades nativas que había en nuestro territorio antes de la conquista. Por este motivo eran muy pocas las relaciones de intercambio comercial o guerras entre los pueblos indígenas originarios. Se inicia la conquista española y con ella la dominación, la explotación y la violencia. El despojo de la propiedad de la tierra a muchas de esas colectividades indígenas por la gesta conquistadora trajo consigo la implantación de un paradigma que consistía en lo siguiente:

Te despojo de tu tierra, te someto y exploto tu trabajo y si te revelas te castigo, si persistes te quito la vida.

Se implanto en el país una mentalidad señorial que tuvo su origen en España, en donde a partir de las cruzadas como resultado del cruce de otras dos mentalidades, por una parte la feudal que corresponde a afirmar que como pertenezco a la nobleza tengo derecho a poseer tierra, a tener vasallos y a participar del poder y por otra la mentalidad burguesa que decía, puede que no sea hijo de la nobleza sino un humilde hijo de campesino o artesano, pero gracias a mi condición de ser humano y a la dignidad y capacidad que eso me da, puedo conquistar tierras, crear formas productivas, transformar el mundo y lograr lo que me proponga.

La mentalidad señorial es un cruce de estas dos mentalidades y los grupos de poder se conforman en Colombia por la conquista del territorio, la que se produce por el avance de los ejércitos conquistadores que siempre iban acompañados por notarios y curas bajo la consigna de que lo conquistado pertenece a la corona y será cristianizado.

La Colombia conquistada es el resultado de los acuerdos que hicieron algunos de los burgueses comerciantes y la nobleza de aquella época, porque los primeros tenían el empleo y el dinero pero no el reconocimiento y el poder de la nobleza. Lo que caracterizaba la corona española era su condición de corona pobre pero con la expectativa de un nuevo continente para ser conquistado.

Nobles y burgueses se ponen de acuerdo y crean la figura de la capitulación consignada en un documento que decía, nosotros la corona, damos el permiso, bajo su cargo financiero, para poner en marcha una expedición para descubrir y conquistar nuevas tierras para engrandecer la corona española, estas expediciones llevarán siempre notarios y curas para titular las tierras a favor de la corona y establecer un proceso de cristianización. A esta figura se la llama específicamente encomienda y su fórmula es administración más cristianización. A medida que este proceso se va desarrollando y complicando, la corona decide enviar a parte de la nobleza de la vieja España e incorporar a la nueva de los territorios conquistados, dando lugar al surgimiento de los virreinatos, pero el régimen para la tenencia de la tierra es el mismo. Surge entonces la época colonial y en la colonia los trabajadores del campo empiezan a formar haciendas, se van originando las ciudades y aparecen los artesanos, todo bajo un régimen colonial donde los nobles eren los poderosos españoles y algunos criollos y los impuestos todos a favor de la corona. Estos últimos eran elevados cada vez que la corona necesitaba recursos, reduciéndose entonces las ganancias de los criollos y de los artesanos, generándose el descontento, pero si no formabas parte de la clase alta, es decir eras campesino, obrero, trabajador de cuidad, estabas sometido a las privaciones y a las injusticias, manteniéndose el paradigma de la conquista repitiéndose el esquema: puedo crecer apropiándome de lo que tienen los otros. Puedo dominar, someter y apropiarme del trabajo de los otros, pagándoles muy poco y a través del intercambio desigual a favor mío y en contra de ellos. Si no me obedeces puedo castigarte a través de los poderes que me da la ley como hacendado. Si eso no es suficiente, junto a otros de mi clase social, puedo formar grupos para-legales que se hagan cargo del castigo, exclusión, desplazamiento, desposesión o exterminio de quienes se considere necesario. Estas mentalidades se absorben a través de la cultura. Por un lado los señores y por otro los vasallos relacionándose a través de esta mentalidad.

A finales de la colonia hay una clase criolla que tiene poder económico y cierto nivel del poder político, que ha viajado y estudiado en Europa y Norteamérica y que se ha influenciado intelectual , emocional, social y culturalmente de los nuevos fenómenos en Europa y de las ideologías que los explican y promueven. Muchos de estos individuos, han estado al tanto del desarrollo de la economía capitalista y de las ideologías liberales, de los desarrollos industriales y de las grandes diferencias de estos países con la Colombia señorial y por supuesto aspiran a que mucho de este progreso pueda ser implementado en nuestro país. Es el desembarco en el país de las ideologías liberales y de las primeras imágenes de las propuestas capitalistas que por supuesto experimentan toda la oposición y lucha violenta de las fuerzas de la mentalidad señorial y así estas dos posiciones, la de conservar el mundo colonial señorial, con sus modos de producción y organización social a través de su mentalidad cerrada y sus instituciones coloniales constituye el origen del conservatismo en Colombia. En cambio las ideas de democracia, de derechos humanos, de desarrollo económico, de ampliación de las libertades, de la creación de industrias, vias, comercio internacional, nueva organización política, instituciones modernas son el origen del liberalismo colombiano. Esto dio origen a los partidos políticos, hecho que ocurre a finales del siglo XVIII durante el régimen colonial, luego se organizó la independencia con el modelo de los Estados Unidos. Cuando un país se independiza, tiene que armarse como un país según el modelo de quienes promueven su independencia. En Colombia los que quisieron independizarse fueron los terratenientes y los hacendados criollos. Una cosa es el pensamiento de Simón Bolivar y otra el pensamiento del global de los que se independizaron. Los poderes existentes no querían la independencia pero la mentalidad que se ha impuesto a través de nuestra historia es la mentalidad señorial, que era la misma mentalidad del sur de los Estados Unidos.

Esta mentalidad rentista en la que la tierra y la esclavitud garantizan una renta, sin necesidad de producir nada ni liberar a los esclavos, se traduce en que el mejor orden del mundo es el orden vigente y la mejor actitud política es no querer ningún tipo de cambio. Esta mentalidad la comparten los señores y los siervos.

En el mundo capitalista, la mentalidad la comparten los burgueses y los asalariados. En los Estados Unidos es la guerra del norte contra el sur, la guerra del capitalismo contra el feudalismo. En Colombia se mantiene una mentalidad antigua basada en el color, rojo para los liberales y azul para los conservadores. Dentro de las mentalidades hay muchos rezagos de épocas anteriores, en el reciente proceso de paz con las FARC es la primera vez que se propusieron cambios en torno a las tierras y la participación en política.

La mentalidad señorial significa que los que no hacen parte de nuestra clase, no tienen derecho ni a la tierra, ni al poder político. Los dueños son los señores feudales terratenientes y el estado deberá ser diseñado, rediseñado y administrado para defender nuestros derechos sobre la tierra y el poder político. ( es así desde hace 500 años). Los acuerdos de paz fueron elevados a nivel de la constitución nacional y forman parte de ella y esto es lo que más molesta a la mentalidad señorial.

En el siglo XIX, a partir de 1820, se forman como ya dijimos los dos partidos políticos: El partido conservador que como su nombre lo indica, lo que quiere es conservar el estatus de las cosas, y el partido liberal que propone avanzar hacia la democracia, el capitalismo, nuevas relaciones internacionales y nuevas formas políticas. El liberalismo apoya la formación de capital a través de la actividad de los comerciantes, industriales, artesanos, grupos de obreros y alguna gente campesina. Los conservadores son los terratenientes, los hacendados y la agricultura de exportación.

A comienzo del siglo XX se ven claramente en el campo a los terratenientes y al campesinado dependiente que vive como minifundista. Por otra parte en las ciudades viven la burguesía empresarial, comercial y la clase obrera.

Las dos facciones, los terratenientes y los industriales son dueños de una porción del poder político.

Es importante diferenciar entre lo que es ideológicamente correcto y lo económicamente posible y sostenible. Lo que hace sostenible a lo económico es que sea apoyado por todas las fuerzas productivas.

En 1964 surgen las FARC y hasta el 2016, año en que se firmó el acuerdo de paz con el citado grupo armado, la política en Colombia estuvo dominada de manera corriente por el conflicto armado interno entre las FARC y las fuerzas del estado. Adicionalmente a las FARC, en este periodo de la violencia en Colombia, participaron varias otras organizaciones armadas como el ELN, EPL, el Movimiento 19 de abril ( M19) que suscribió un proceso de paz que termino con la modificación de la constitución en 1991, y los grupos paramilitares y de narcotraficantes (destacándose la guerra contra el cartel de Medellín), varios de los cuales sobreviven a la fecha en el eterno conflicto armado colombiano.

Entre 2016 y la fecha, se vive el posconflicto, el Acuerdo de la Habana fue sin duda el punto de inflexión en esta fase de la violencia colombiana, el escenario político electoral ya no gira en torno a la lucha militar entre esa guerrilla y la mentalidad rentista que se ha mantenido en el poder y que ya no cuenta con ese fantasma amenazante que le permitió su hegemonía por tanto tiempo. La violencia rentista genera una violencia social que excluye a una importante porción de la población de las condiciones dignas en materia de salud, educación, vivienda, empleo, pensiones y en general todo lo relacionado con las condiciones dignas de la vida humana. Adicionalmente la mentalidad feudal origina una violencia política que concentra el poder en dos grandes partidos que se fragmentan afectados por el devenir del proceso de desestructuración que se vive mundialmente desde los años ochenta del siglo veinte, pero mantiene en su fragmentación el cierre de posibilidades de creación de nuevas alternativas políticas por facilidades para su creación y difusión, como debiera ser en un régimen que se autodenomina democrático.

A finales del año 2019, los jóvenes capitanean un estallido social contra la exclusión, la marginación la pobreza y el olvido en que se encuentra sumido más del cincuenta por ciento del pueblo colombiano. En el mes de marzo de 2020 la pandemia del COVID 19 pone tregua a las manifestaciones, las que reaparecen con menos contundencia en el 2021, encontrando menos ambientación en una población abatida por la pandemia y preocupada por la recuperación económica, especialmente para esa gran porción de la población que vive del denominado empleo informal.

Es ese escenario a grandes rasgos es en el que se da el triunfo electoral de un presidente con mentalidad no rentista y esclavista, a pesar de los ingentes esfuerzos por mantener el control que hicieron el poder económico y sus medios de comunicación, así como la clase terrateniente y empresarial que ve visceralmente amenazadas sus conquistas por un proyecto de democratización y mejora de las condiciones de vida de millones de colombianos que viven víctimas de la violencia rentista, de la violencia de la exclusión y de la violencia política.

El acontecer colombiano en materia de elecciones para elegir presidente, desde hace varios años ha sido, a pesar de los problemas de narcotráfico y violencia, un vaivén de circunstancias previsibles en las que la derecha siempre se consolido en el poder.

Sin embargo por estos tiempos, las cosas han cambiado y es así como dos candidatos anti-establecimiento fueron triunfadores en las recientes elecciones de primera vuelta para presidente, quedando en el primer lugar Gustavo Petro, quien disputó con Rodolfo Hernández la segunda vuelta electoral para escoger presidente el pasado 19 de junio.

Gustavo Petro era el candidato del Pacto Histórico y representaba el progresismo en nuestro país, fue alcalde de Bogotá y ha sido senador por varios periodos, economista de formación y experto en el cambio climático, tiene muy claro que hacer cuando asuma el poder como presidente de Colombia: En materia de pensiones pasaran las que están hoy en manos de la banca privada, a ser manejadas en un sistema mixto de pilares para que millones de colombianos puedan tener una vejes digna. Ante una educación deficitaria en materia de cubrimiento, calidad y oportunidades para la juventud, se inyectarán recursos del presupuesto nacional para ofrecer oportunidades de educación universitaria gratuita a 3 millones de jóvenes y su prolongación en el tiempo. En cuanto a la salud, en poder de los privados que se lucran con la enfermedad porque solo ofrecen atención primaria de emergencia, sistema que detecta múltiples padecimientos y luego posterga su atención debido a que lo que realmente les importa es incrementar las utilidades de sus negocios, la propuesta es desmontar el sistema de manos de los privados y fortalecer la red pública y privada de hospitales, a los que el gobierno transferirá directamente los recursos de la salud. Todo lo anterior complementado por la construcción de un sistema de salud preventiva que evite las enfermedades y brinde a la gente la oportunidad de vivir saludable y menos enfermo. En referencia al hambre que padecen hoy en día más de veinte millones de colombianos, producto de la alta inflación interna, acciones inmediatas para abaratar el costo de los insumos agrícolas, mediante la subvención y entrega directa al campesino de estos insumos, desarrollando la industria agrícola en un millón de hectáreas altamente productivas, tierras que en la actualidad casi no pagan impuestos y no producen nada. También la compra de cosechas por parte del gobierno y su distribución en la población como plan de choque inmediato contra el hambre de 20 millones de colombianos. En materia económica, el desarrollo de un modelo de transición energética, remplazando las energías fósiles ( petróleo y carbón) transformando al pais en productor importante de alimentos con el desarrollo de la industria agrícola en los 30 millones de hectáreas altamente productivas, y suficientemente abastecidas por recursos hídricos con que cuenta nuestro pais. El desarrollo de la industria del conocimiento, donde podrá expresarse como nunca la creatividad e inventiva que caracteriza al pueblo colombiano y que revertirá en el renacer industrial de nuestro país.

Podríamos seguir relatando todas las bondades de las propuestas de Petro y no encontraríamos sino sensatas medidas y sus correspondientes acciones para cambiar a Colombia la que por primera vez en 200 años de vida republicana dejara de ser gobernada por una derecha excluyente y marginadora.

Sin embargo las cifras de la primera vuelta presidencial mostraban en el segundo lugar a Rodolfo Hernández, un acaudalado ingeniero, ex alcalde de Bucaramanga la sexta ciudad del país, cuyo bastión electoral era acabar con la corrupción.

Es un populista de derecha, que trataría de llevar adelante su lucha contra la corrupción, a pesar de haber sido recientemente imputado por un juzgado por un caso de interés indebido en la celebración de contratos, cuando fue alcalde.

Su propuesta de gobierno era simple, muy simple, y de esta forma logro superar a Federico Gutiérrez, el candidato oficial de la derecha, quien al finalizar el conteo de votos, adhirió a Rodolfo Hernández para crear un frente común que derrotara a Petro en la segunda vuelta el 19 de junio.

En este marco, se votó la primera vuelta presidencial e Increíblemente surgió, como si fuera una creación del metaverso, un personaje llamado Rodolfo Hernández, que unas veces repetía las propuestas de Gustavo Petro, para crear confianza y esperanza, otras veces las repetía para marcar independencia de Álvaro Uribe y en otras se convertía en un personaje desenfadado que transmitía cierto halo de rebelión contra el establecimiento, expresando con sencillez y humor, lo que le parecía encantador a cierta parte de la población andina que en ciertos municipios mantiene algún privilegio que no querían perder y que desde su mentalidad no querían que las cosas cambiaran.

El potencial electoral de Colombia es de 39 millones de personas habilitadas para votar, la abstención en la primera vuelta presidencial fue del 46 por ciento y solo votaron aproximadamente 21,4 millones de personas con un voto en blanco de 366.323 ciudadanos y 242.629 votos nulos. Gustavo Petro obtuvo un total de 8.527.768 votos, Rodolfo Hernández 5.953.209 , Federico Gutiérrez 5.058.010 y Sergio Fajardo 888.585. Pasaron a segunda vuelta Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.

En la segunda vuelta los colombianos tuvimos que enfrentar una encrucijada para elegir presidente, por un lado estaban los medios de comunicación cien por ciento en manos del poder económico y por otro la extrema derecha, que había venido usando el temor al Castro Chavismo, ampliamente difundido por redes sociales, para crear un clima de miedo en la mayoría de nuestra población, una emoción que fijara el punto de vista y no permitiera imaginar un país en paz, sin injusticias, con trabajo, con educación, con salud, etc.

En estas condiciones la candidatura de Gustavo Petro fue vista por muchas personas como un atentado a la libertad y a la democracia, cuando en realidad era la única que ofrecía al pueblo colombiano la posibilidad de construir verdaderamente la paz, solucionando los problemas de exclusión y marginación que han caracterizado toda nuestra vida republicana.

En este marco, se votó la segunda vuelta presidencial y los resultados fueron los siguientes: Gusta Petro y Francia Márquez el 50,47% para 11.277.407 votos, Rodolfo Hernández y Marelen Castillo 47,27% con 10.562.894 votos, para una votación total de 22.637.351 votos de 39.002.239 ciudadanos habilitados para ejercer su derecho libre al voto, siendo esta cifra de votos la más alta lograda en la historia de las elecciones presidenciales colombianas.

Por primera vez en 200 años de historia republicana, tenemos un presidente de izquierda que en su discurso de celebración triunfal, declara que llevara adelante una economía capitalista, controlada y regulada, que genere la productividad necesaria para cumplir con sus propuestas electorales de cambio profundo. Es importante diferenciar entre lo que es ideológicamente correcto y lo económicamente posible y sostenible. Lo que hace sostenible a lo económico es que sea apoyado por todas las fuerzas productivas.

Paradójicamente sus contrarios no hacen mayor comentario a semejante afirmación y tratan por todos los medios de promover el recelo y el temor por el futuro. Por su parte el presidente electo convoca a un gran acuerdo nacional para llevar adelante sus propuestas de cambio y va construyendo los acuerdos políticos para construir mayoría parlamentaria. Traduce en su convocatoria la necesidad de que todos participen para construir este gran experimento transformador. El diálogo como base del entendimiento humano y particularmente por ser Colombia un país de regiones, iniciar por los diálogos regionales para respetar lo heterogéneo de nuestra compositiva. Su vicepresidenta, quien pertenece a las negritudes marginadas del Pacífico colombiano, suscita una gran empatía internacional y será recibida la semana entrante por la vicepresidente de los Estados Unidos, con quien seguramente conversará los detalles de la creación en Colombia del ministerio de la igualdad, que de seguro será un gran éxito manejado por la “suavidad de lo débil frente a la dureza de la roca”, en un país que tanto lo necesita.