Estoy asombrado y perplejo de lo que está ocurriendo en el mundo occidental, en ese otro lado donde nos creemos más superiores que el resto y que poseemos la verdad infinita sobre todas las cosas. Los medios de comunicación anuncian noticias interesadas o prefijadas respecto a algunos temas de gran trascendencia como el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. Las autoridades nos piden que debemos consumir menos energía porque a raíz de la guerra, los precios se han disparado y la economía está bajando junto con la subida de los precios en la alimentación y como efecto dominó en todos los productos que habitualmente utilizamos. Pero sin embargo, ningún político nos ha pedido permiso para enviar armas que matan o la cantidad de millones de euros para apoyar a Ucrania en una guerra que podía haberse evitado si los países en conflicto y Europa hubieran querido. Ningún fuerza política ha pedido un referéndum para preguntar a los ciudadanos sí estamos de acuerdo de entrar indirectamente en un conflicto bélico que no nos afecta. Por mandato y Decreto hemos entrado nuevamente después del Covid, en una ruina económica y nos piden que seamos los ciudadanos los que paguemos los platos rotos de la mala gestión diplomática de nuestros gobiernos. De igual forma que nos echan la culpa del cambio climático cuando son ellos los que incumplen los acuerdos internacionales denunciados ya por Naciones Unidas.

Los medios de comunicación alientan el fervor bélico con partes de guerra que muchas veces son noticias sin contrastar y solamente anunciadas por una parte de los actores que se han aprovechado de forma astuta como en cualquier otro conflicto, de las redes sociales.

Parto de la base, que todas las guerras son criminales y que ningún país puede invadir al otro con las armas. Para ello existe el cuerpo diplomático que debe resolver los problemas mediante la palabra, los compromisos y los acuerdos. Pero nunca, como ha pasado en algún medio de comunicación televisivo español, entrevistar a un mercenario tachándole de héroe porque deja su casa para matar o defender mediante la violencia de las armas, sea al bando que sea y sentirse orgulloso ante miles de espectadores. ¿Es esta la educación que estamos dando a nuestros jóvenes?. Es patético y del todo deleznable y ninguno de los tertulianos o voceros interesados, figuras que dan su opinión como si fuera la única verdad, se opusieron a ello, es más, lo elogiaron.

Todos afirman que la primera víctima de la guerra es la verdad. Pero parece que a todo el mundo se le olvida a la hora de criticar noticias no contrastadas de uno y el otro bando.

Sin embargo existen víctimas de primer, segundo, tercer y hasta cuarto orden; donde el genocidio que está ocurriendo con los pueblos indígenas en algunos lugares de la tierra, no son noticia, solo hechos que ni si quiera tienen cabida en los noticiarios occidentales. No importan para nada, ni necesitan una solución urgente. Son indígenas molestos que ocupan tierras de alto valor ecológico pero con grandes recursos naturales para ser explotados por empresas o gobiernos sin escrúpulos. No hay que mandarles ayuda o denunciarlo a nivel internacional y realizar sanciones al país que lo permite. Son víctimas del silencio informativo, víctimas del olvido.

La ausencia de lluvias por culpa del cambio climático, deja a 3,5 millones de personas en situación crítica por falta de alimentos en Kenia. Los cadáveres de los animales sucumbidos por la sed y la falta de pasto, se extienden a lo largo de cientos de kilómetros. Miles de personas mueren de hambre. Millones de niños perecen por falta de higiene. Sus ojos hundidos y barriguitas hinchadas muestran la penuria del hambre y de las enfermedades en seres tan frágiles donde la muerte les espera en cada momento, en cada instante. Pero ningún país occidental que con tanta premura manda armas a otro para matar en su nombre, hacen nada por evitar estas víctimas del silencio. Parece que es más fácil ayudar para matar que ayudar para vivir. Esta es la frase que quedará marcada en la frente de los políticos belicosos. No les importan las consecuencias. Ellos cobran mucho dinero público y no se van a resentir en el perjuicio económico que los ciudadanos vamos a tener que afrontar por sus decisiones nefastas. ¿Dónde está el “No a la guerra”? Solo existe cuando interesa y se quiere hundir al otro. No por conciencia.

Según UNICEF, tres millones y medio de niños mueren al año por no poder lavarse las manos. ¿Cuánto costaría una flota de camiones cisternas que llevaran a esas aldeas agua de mar para poder así facilitar las mínimas necesidades higiénicas sanitarias? Muy poco comparado con la cantidad de armamento que se está donando a Ucrania para la guerra. Yo lo he propuesto a diferentes Organismos Internacionales publicado en mi libro “La mar. Agua de la vida” y en sendas cartas dirigidas a ellos de esta sencilla y económica solución para evitar las infecciones por no lavarse las manos. Pero ellos sí se han lavado las manos ante esta propuesta sencilla, práctica, barata y que podría salvar millones de vidas.

La OTAN no está haciendo ningún esfuerzo para evitar que el conflicto bélico que tiene al mundo pendiente se extienda a una tercera guerra mundial con armamento nuclear (ya existe en lo económico). Tampoco la Unión Europea está haciendo lo posible para mediar en el conflicto. Vemos en los medios, como los países Europeos y Estados Unidos se han volcado en apoyo a un bando, desentendiendo la protección y los intereses de los ciudadanos europeos y sin importarles las consecuencias económicas, haciendo más pobres, destruyendo empleo y el aumento en los precios de las necesidades básicas.

Los representantes políticos, incluidos los de España, han fracasado y como tal, deberían dimitir masivamente. Los políticos sostienen que un país no puede invadir a otro, cosa que estoy completamente de acuerdo. La guerra y la violencia son factores que la humanidad debería desechar. Pero sin embargo, sí están permitiendo que existan los refugiados en Siria muriendo de hambre y frío poniendo muros en fronteras para que no entren en Europa, la guerra del Yemen donde indirectamente España está implicada por vender armas a Arabia Saudi que pueden ser empleadas para la guerra, el genocidio de los pueblos indígenas, la situación del pueblo palestino y Saharaui, las muertes masivas en el mar de refugiados que huyen de guerras muchas de las cuales indirectamente están implicados intereses de otras naciones, el asesinato de líderes indígenas en la defensa de sus tierras, el asesinato masivo de periodistas y defensores judiciales en la defensa de temas indígenas y de medio ambiente, el asesinato de ambientalistas que denuncian la destrucción de la biodiversidad de nuestro planeta o la falta de medidas que los gobiernos incumplen para paliar el cambio climático y que nos pasará factura con millones de vidas en las próximas décadas. Parece insisto, que es más fácil ayudar para matar que ayudar para vivir.

Esto solo es un ejemplo del fracaso de la diplomacia mundial. Pero… ¿de verdad alguien quiere la paz? ¿Por qué desde los medios de comunicación alientan y se ponen de un lado en el conflicto bélico dando partes de guerra de forma diaria? ¿Qué nos sucede? ¿Qué estamos deseando que ocurra? Precisamente los medios de comunicación tendrían que ser muy críticos con los políticos por no haber cumplido con su cometido que es mantener en paz el mundo. Y nadie los critica por ello. Estamos ciegos y mientras existen millones de otras víctimas que mueren en silencio. Nadie ha querido liderar una Comisión de Paz. Desde el primer momento, el mundo occidental se ha puesto a favor de la guerra. La paloma de la paz o la bandera blanca, ya no existe en los corazones de nadie. Con sus sillones bien forjados de dinero público, los políticos nos exigen que tenemos que apretar el cinturón y colaborar en esta guerra que nadie queremos, sólo ellos. Nos dicen que tenemos que bajar los grados de nuestras viviendas, mientras las suyas y sus despachos, tienen una temperatura ideal. Debemos gastar menos energía, cuando ellos gastan la que quieren con sus grandes sueldos. Que debemos ahorrar en el transporte, cuando ellos viajan en primera en los aviones comerciales o privados o en grandes vehículos públicos pagados por nosotros. Nos dicen que tenemos que reciclar, cuando ellos incumplen normativas de reciclaje y depuración de las aguas y acuerdos que firman en las grandes estafadoras convenciones del Cambio Climático. Hay tanta falsedad hipócrita en sus palabras que encima nos toman como idiotas a quienes poder manipular mediáticamente a través de programas de opinión, voceros que sólo responden a mandatos de los directivos y no de la verdad y cuando alguien no comulga con las ideas establecidas, son directamente criticados en un gran ejercicio de la falta de libertad de expresión.

Y ahí seguirán, millones de víctimas del olvido que a nadie importan. Víctimas que, con un muro y acuerdos, olvidamos que existen. Millones de niños, víctimas que podrían evitarse. Víctimas que pasarán factura a la humanidad. Víctimas que permitimos que no salgan a la luz por vergüenza y comodidad. Víctimas del SILENCIO.