Cuando estalló este conflicto armado en Europa, muchos sintieron la necesidad de pronunciarse contra la guerra y a favor de la paz. Ha habido numerosas iniciativas, llamamientos y manifestaciones. Esta necesidad ha aumentado ante las decisiones represivas del gobierno para imponer una visión única de la realidad, desechando o degradando a los periodistas e intelectuales que expresan ideas diferentes. Paradójicamente, en nombre de la libertad y la democracia, se han cerrado medios de información.

Cada día nace un nuevo llamamiento, cada hora una nueva propuesta, cada momento una nueva campaña europea que aspira unir a todos. Pero casi todas las iniciativas, todas las voces que se han alzado y se alzan para hacer prevalecer la razón sobre la irracionalidad de la violencia no están coordinadas entre sí. Somos víctimas de la división y la desestructuración, típicas del ocaso de cualquier sistema social que llega a su fin: las viejas instituciones se desmoronan, las ideologías se derrumban y todo se descompone; cada comunidad se disocia y se diferencia de las demás y luego se disocia dentro de sí misma; los individuos, los periodistas, los intelectuales y los políticos se multiplican, llenando sus blogs en una lucha solitaria contra la injusticia.

No cabe duda de que esta fantástica multiplicación de iniciativas y voces contra el absurdo de la guerra expresa una enorme riqueza de análisis y reflexión, un enorme potencial, que sin embargo parece debilitarse por la dificultad de converger con otros, por la desestructuración de la que somos víctimas inconscientes.

Debemos hacer un esfuerzo de convergencia. Este es el momento que vivimos, esta es la encrucijada crucial para nuestro futuro, la propia historia nos lo pide.

Converger no significa perder nuestra identidad. Significa poner el énfasis en lo que nos une y no en lo que justifica nuestra diferenciación; significa no tratar de imponer nuestra propia visión a los demás, aunque de buena fe creamos que es la más correcta; significa renunciar a las supuestas ventajas, para nosotros o para nuestra comunidad, de la diferenciación.

Como promotor de la campaña Europa por la Paz, propongo que nos sentemos juntos y elaboremos una propuesta, un plan para alcanzar nuestros objetivos. Una propuesta para construir juntos sobre la base del hilo común que nos une, la paz y la no violencia.

Ninguno de nosotros tiene los medios, los recursos, los medios de información para competir con los que fomentan la guerra y la violencia hoy en día. Solo si nos unimos podremos ser una fuerza social, enriquecida por la presencia de personas de diferentes ideas políticas, religiosas y culturales, unidas por el objetivo común de promover la paz.

Hoy, s0lo una gran fuerza social de base, un gran movimiento popular, puede detener la catástrofe que está creciendo en Italia, en Europa y en todo el planeta

Gerardo Femina / Europa por laPaz / europeforpeace.eu