El título parece presentar un contrasentido, ¿acaso puede una guerra ser noviolenta?

Si nos atenemos a que la violencia radica en la intención de los agentes, la respuesta sería positiva. Si puede haber una guerra noviolenta, ésta guerra parece serlo.

Pero la guerra implica violencia física en todos sus aspectos, ¿cómo puede ser noviolenta? Efectivamente, no, de ningún modo puede pensarse que la guerra pueda no ser violenta, si se entiende por violencia la muerte y la destrucción material. O sea, el resultado de la guerra.

Por supuesto, estoy hablando de la actual “guerra” de Putin. Y lo personalizo así, porque obliga a pensar en un agente con intenciones, un ser humano que busca algo y al que los medios han convertido en la imagen rediviva del demonio soviético. No es un ser humano cualquiera sino que preside, no una nación sino una federación. Es más, recomiendo mirar un mapa para hacerse una idea del territorio que lo tiene como responsable (no sólo a él, claro) [1]. Pero tal parece que sólo él decide y es responsable, para el imaginario occidental que promueven los medios.

Si uno se emplaza en Moscú, con la clara visión del territorio que custodia, tan sólo de la enorme fuente de recursos naturales que protege, quizás podríamos tener una visión cambiada de la que se vende en estos días, de este lado del planeta.

Y si uno piensa en los límites históricos de la nación rusa, de ese conglomerado de etnias que alguna vez ocupó desde la actual Polonia hasta Alaska (sí, cruzando el Pacífico), se podría ver de otro modo la cuestión del avasallamiento del “estado” ucraniano.

Para evitar entrar en detalles de los antecedentes y el contexto mundial, recomiendo la lectura de las notas de Javier Belda[2], Mariano Quiroga[3], Oleg Yasinsky[4], Pepe Escobar[5], Pablo Ruiz[6], David Sámano[7] y mi anterior[8].

Ahora, sugiero hacer el intento de imaginar que vivo la realidad del planeta desde la enorme extensión del territorio ruso y con esa historia que alcanza mis ancestros más lejanos. Agrego la convivencia con y el cuidado de cientos de millones de vidas. Este juego de imaginación se debe a que las situaciones humanas sólo se explican y comprenden desde el contexto vivido[9]. Si no es desde ese punto de vista, los esquemas de situación, por muy “objetivos” que pretendan ser, no reflejan la fuente de la realidad.

Si se mira a Occidente, ya dijo Eisenhower que el problema era el complejo militar-industrial, así que no es novedad decir que la intención de guerrar es de la industria bélica, de la que los gobiernos de los Demócratas estadounidenses han sido y son fieles servidores. Los pacifistas europeos de los años sesenta protestaron cuando los estadounidenses plantaron sus bases en sus países y después se especializaron en protestar por la amenaza nuclear, sin embargo, ahí siguen los “nukes” que albergan sus gobiernos. Protestar es mejor que callar, pero si hoy se mira el panorama de bases militares estadounidenses en Europa (no olvido las del resto del mundo), ¿es un territorio libre so color de “alianza atlántica”?, ¿o un territorio militarmente ocupado? Claro que con elegancia y disimulo. ¿Quién viene guerreando sin solución de continuidad desde el final de la Segunda Guerra Mundial?

De modo que si miramos este conflicto “bélico” desde la escala histórica del balance de fuerzas entre potencias, la cosa no es como nos la pintan. Hay que escuchar a Mearsheimer[10] y sus criterios “del siglo XIX”, como los llama. Con toda claridad describe la constante provocación por parte de la OTAN, al avanzar descaradamente más allá de las fronteras autoimpuestas.

Ya dije en mi nota anterior que ésta no es una “guerra” y si lo es, sólo es la extensión de la que Kiev desató contra el Donbass, que tiene todo el aspecto de un genocidio: dictaminar la muerte de un pueblo porque defiende su idioma, su cultura y su derecho a la autodeterminación. Y si no se convencen, busquen el video de Porochenko donde degrada a los prorrusos[11] o el de Donbass Insider que muestra que Kiev sí usa bombas prohibidas, de fragmentación[12].

En ese contexto se entiende que la “operación militar especial” es una acción de autodefensa si se consideran la provisión de armas (que ha aumentado) para la guerra que Ucrania preveía contra Rusia[13] y se suman los 26 laboratorios de investigación biológica que financió el Pentágono, como reconoció Victoria Nuland  (hoy subsecretaria de Estado y antes protagonista en el golpe nazi de 2014[14]), con la excusa de “desmontar” (más bien, apropiarse) de los laboratorios soviéticos. María Zakharova[15] publica un detalle incisivo: el laboratorio de Wuhan trabajaba con una filial patrocinada por el Pentágono en la investigación de los coronavirus de murciélagos, ¿recuerdan la primera hipótesis del origen del covid y aquella versión de que se había filtrado de un laboratorio militar estadounidense?

Así que sí, esta “guerra” es una acción de autodefensa de un país, y sus limitaciones declaradas la hacen aparecer, más bien, como una acción policial ejecutada por un ejército. Es una cuestión de escala. Los valores semánticos están aquí dramáticamente en juego porque las guerras conocidas han sido intentos de devastación, de modo que, atendiendo a los objetivos declarados y los resultados en este primer mes, se puede hacer un ejercicio intelectual. Teniendo en cuenta la escala podemos repensar esta acción militar.

¿Qué quiero decir con “a escala”? Así como yo tengo puños, un estado nacional tiene ejército. Por tanto, la potencia y el resultado, hay que ajustarlos en el nivel del elemento usado (puño o ejército). Si se usa un ejército, son conocidos los resultados esperados y aquí, hasta ahora, no se han producido. Basta proporcionarlos respecto de la población de Ucrania y la del Donbass, considerando las muertes que resultaron de este mes y de los ocho años de constantes ataques.

La prolijidad en ceñirse a objetivos militares y no arrasar, pone en claro que no se busca destruir más que lo necesario para aniquilar el poderío militar y desnazificar. Que Zelenski sea judío no es un argumento para lavarle la cara al régimen gobernante (demás, lo que los israelíes hicieron y hacen con los palestinos, ¿les recuerda algo?). Basta poner “Batallón Azov” en Youtube y se verá en vivo y en directo que sí hay nazis, por si la canonización de Bandera no alcanzara[16].

Pero los edificios residenciales, las escuelas y hospitales… sí, claro. Si se convierten en recintos militares, ¿qué se puede esperar? La desinformación en manos del gobierno de Kiev ha sido un arma poderosa en este conflicto. Y no me extiendo porque hay sobre eso numerosa información en las redes sociales. Pero apelo al criterio del espectador. Sugiero estudiar las galerías de fotos del Washington Post, el New York Times o AP, por caso. Consideren cómo se fotografía un mismo cadáver o un mismo edificio derrumbado desde cinco ángulos distintos. Cómo una escuela se ve que es un colador en una ventana y el resto, intacta; o un edificio de departamentos con una ventana (y el piso a que pertenece) destruídos, y el resto, no. De haber intención de destruir, quizás se vería la estructura desnuda. El centro comercial en Kiev había sido convertido en guarnición y con una batería antiaérea detrás. A ver, si llegaron a los alrededores de Kiev al tercer día, ¿toma tanto tiempo hacerse de la ciudad con la potencia de fuego rusa? No es que la “heroica” resistencia ucraniana haya amedrentado a los rusos sino que éstos no han querido -y lo han proclamado- bajas civiles.

Los Azov, por su lado, no han tenido empacho en impedir la evacuación de Mariupol, tomar como rehenes a los civiles, confinarlos a vivir en sótanos como durante el bombardeo constante del Donbass (¿quizás habrá que incluir a los francotiradores que provocaron el asalto final durante el Maidán? cuando Yanukovich ya había celebrado un acuerdo). Entonces, ¿quién tiene la intención de aniquilar?

Una vez más, sí, el uso de la fuerza es repudiable. Pero, y éste es el dilema de quienes proponemos la noviolencia, si usan la fuerza para someter, ¿cómo se espera liberar a los que la padecen ahora, en este instante? La comunidad internacional miró para otro lado durante los ocho años de bombardeos del Donbass, la prensa bienparlante calló cómplice y los pacifistas, en consecuencia, no nos enteramos. Nadie alzó su voz contra el régimen asesino de Kiev, ¿o el derecho de autodeterminación no les cabe a los habitantes del Donbass?

Así que sí, aunque parezca un contrasentido, no es tan disparatado decir que esta puede ser una guerra noviolenta. No sólo por la falta de intención aniquiladora sino que apunta a frenar la otra y verdadera guerra, disimulada e hipócrita, que estaba en curso y gracias al “criminal despiadado” quedó desenmascarada. Esa, ponía en riesgo al pueblo ruso y considerando que es potencia nuclear, ¿no nos pondría claramente en situación de tercera guerra mundial? El punto es, ¿qué se va a hacer con eso?

Si queremos actuar sobre esta situación en curso, habrá que denunciar los factores que la condicionaron, por empezar, la misma supervivencia de la OTAN pese a la desaparición de su razón de ser, la URSS, y su nada disimulada expansión hacia el este; y además, el factor que la sostiene en el imaginario colectivo, la mentira y el ocultamiento deliberados por parte de los medios de comunicación (el Imperio de las Mentiras). Esos tendrían que ser los objetivos para la acción noviolenta: remover las condiciones de la verdadera guerra en curso, que provocaron el desarrollo militar no sólo ruso, sino también el chino, que han ido expandiendo su potencia de fuego en las últimas décadas ante el avance de EEUU.

En este contexto, demonizar a Putin reafirma los grilletes imaginarios que nos puso el Pentágono, aún cuando nos desgañitemos gritando contra la OTAN. El problema no es que hayan puesto sus bases en las fronteras rusas sino que han ocupado Europa y más allá todavía; que oculten las guerras de las que no conviene hablar.

Por último, quedan los presupuestos para defensa, no sólo en Occidente sino en todo el planeta.

Si ampliamos la lente y asimismo la coherencia de la noviolencia, se puede advertir la tarea titánica que queda por delante. Porque sí, la guerra hay que erradicarla y para eso, hay que eliminar los arsenales y borrar las fronteras que defienden y son su razón de ser. No sólo los EEUU y la UE son el enemigo belicista sino que cualquier estado es, en términos de noviolencia, generador de la violencia institucional que oprime a los pueblos, que nos oprime a todos.

Si extendemos el análisis a todas las escalas de nuestro “fenómeno” humano, podemos encontrar que las fronteras dividen para afuera y también para adentro, y que no son sólo geopolíticas sino esencialmente culturales, siendo la discriminación (no sólo la racial) la más clara de sus manifestaciones.

¿Es un planteo utópico? Como todo proyecto a largo plazo, sí, si no se considera que nos encontramos ante una situación esencialmente humana, que depende de la intención de los pueblos. La Historia no es hija de las condiciones objetivas, mal que le pese al materialismo.

Ocurre que asumir esta realidad, tan lejana de la civilización del confort que algunos disfrutamos y a la que aspiran las mayorías porque es su esperanza de vida, no es cómodo. Decidirnos a combatir las fronteras anti-humanas implica un compromiso que no sé si estamos decididos a asumir, aún cuando creamos que este mundo podría ser más vivible sin la violencia.

Ocurre que estamos acostumbrados a querer la paz y esto no se limita a no querer la guerra, sino que exige trabajar por la erradicación de los factores de violencia que nos oprimen con las cotidianas fronteras culturales.

El campo de lucha de la noviolencia es la cultura vigente y sus modelos imaginarios. En la condición de este conflicto está el imaginario de la segunda guerra mundial: Patton dijo que habían derrotado el enemigo equivocado[17] en lo que quizás fue uno de los jalones de la Guerra Fría. Pero es tema para otra oportunidad.

[1] Parece que Putin fue muy gráfico respecto de esto en una entrevista con Sarkozy:

[2] https://www.pressenza.com/es/2014/02/la-enigmatica-rusia/; https://www.pressenza.com/es/2015/01/las-expectativas-del-2015-2a-parte/; https://www.pressenza.com/es/2022/03/una-nueva-configuracion-planetaria-a-partir-de-la-guerra-de-ucrania-i/

[3] https://www.pressenza.com/es/2022/02/china-busca-liderar-la-pacificacion-de-ucrania/; https://www.pressenza.com/es/2022/03/la-paz-con-sangre-entra; https://www.pressenza.com/es/2022/03/la-guerra-de-la-comunicacion-nunca-fue-fria/; https://www.pressenza.com/es/2022/03/para-salir-de-las-matrioshkas-de-relatos-hechos/;

[4] https://www.facebook.com/watch/live/?extid=WA-UNK-UNK-UNK-AN_GK0T-GK1C&ref=watch_permalink&v=337247441637050; https://www.pressenza.com/es/2022/02/desde-el-acuario/.

[5] https://www.pressenza.com/es/2022/03/no-todo-lo-que-brilla-es-necesariamente-oro-ruso.

[6] https://www.pressenza.com/es/2022/03/quieren-parar-la-guerra-parece-que-no/

[7] https://www.pressenza.com/es/2022/03/neo-evolucionismo-no-lineal-y-crisis-en-ucrania/

[8] https://www.pressenza.com/es/2022/03/en-ucrania-no-hay-guerra-la-mirada-ingenua-del-pacifismo/

[9] Un intento de esto lo hice con mi ensayo “Lo implícito en la ahimsa”, en Precursores y guías de la no-violencia (recopilación con Clara Serfaty, Ed. El País, o parquelareja.org/CentrodeEstudios/producciones/aportes)

[10] John Mearsheimer:

[11] Ver “Donbass” de Anne Laure Bonnel:

, y “Ucrania en llamas” de Oliver Stone, http://socompa.info/internacional/ucrania-en-llamas/.

[12] Como en el ataque con un misil Tochka U al centro de Donetsk el pasado 15 de marzo: https://www.youtube.com/watch?v=lxtF0snKNsU

[13] Ver entrevista a Aléksey Arestovich, asesor de Zelenski, en Youtube: https//youtu.be/DpHq9xCTyQU

[14] Una conversación filtrada entre Nuland y el embajador estadounidense en Ucrania, mostró cómo digitaban los candidatos para el gobierno ucraniano: https://www.washingtonpost.com/world/national-security/a-quick-guide-to-the-people-in-the-us-diplomats-call-on-ukraine/2014/02/06/9b889714-8f4d-11e3-b46a-5a3d0d2130da_story.html

[15] Para ver su reseña cronológica sobre los laboratorios biomilitares: https://ww.pressenza.com/es/2022/03/biobiden/

[16] Ver “Ucrania en llamas”, cit. arriba, y “Ucrania: el año del caos”, https://www.youtube.com/watch?v=ZFZ5h95v WG0, también https://www.pressenza.com/es/2022/03/como-estados-unidos-ha-empoderado-y-armado-a-los-neonazis-en-ucrania/

[17] Googlear la cita: “We defeated the wrong enemy” y Youtube proveerá.