Apenas se conocieron los resultados de las elecciones presidenciales y parlamentarias, los partidarios de uno y otro lado se abocaron a identificar fortalezas y debilidades, sacando algunos trapitos al sol. Quienes obtuvieron las dos más altas votaciones en la elección presidencial, Kast y Boric, se vieron enfrentados a situaciones, declaraciones o realidades destinadas a aguarles la jornada a las pocas horas o días de que SERVEL entregara los resultados.

En el caso de Boric, primero fue Jadue, alcalde de Recoleta, militante del partido comunista (PC) y candidato derrotado en las primarias de la coalición Apruebo Dignidad, quien no encontró nada mejor que declarar que los votos de Parisi corresponderían a personas “tremendamente individualistas y solo buscan más plata en el bolsillo”. Poco después de realizada la declaración, reconoció el error, pero la zancadilla ya estaba hecha.

Y mientras Boric estaba tratando de ampliar su base de apoyo, abriéndose a introducir cambios en su programa de gobierno, Teillier, actual diputado y secretario general del PC por más de una década, afirma muy suelto de cuerpo que “no hay tiempo para discutir un nuevo programa”. Y bien sabemos que Teillier no es un novato, por lo que se asume que cuando dice algo, no da puntada sin hilo.

Por el otro lado, a uno de los amigos de Kast, Johannes Kaiser, militante del partido republicano, colocado en las antípodas del PC, le destapan un video que incluye unas declaraciones impresentables.  Muy impresentables serán, pero nadie duda que se alinea con el pensamiento profundo, con las convicciones de quienes adhieren al partido republicano. Al preguntarse Kaiser si fue una buena idea permitir el voto femenino, no incurrió en ningún exabrupto, sino que dijo lo que piensa pero que no se dice. Kast tuvo que poner paños fríos al tema rechazando lo expresado por Kaiser y solicitando su pase al Tribunal Supremo de su partido. Kaiser no tuvo más remedio que renunciar al partido.

El tal Kaiser es conductor del canal de youtube “nacional-libertario” y que acaba de ser electo diputado por su partido. En su momento tuvo el desparpajo de afirmar que la bomba lacrimógena lanzada por Carabineros y que impactó en el rostro de Fabiola Campillai, reciente senadora electa, habría sido “bien recibida”. Joyitas de este tipo tiene para tirar por la ventana.

Y ahora último, a raíz de las condiciones exigidas por Sichel –candidato de la derecha que quedó fuera del balotaje- para respaldar a Kast, desató la ira de Rojo Edwards, brazo derecho de Kast. Reciente senador electo por Santiago Oriente se apresuró a rechazarlas de antemano. Al más puro estilo patronal, Rojo Edwards afirmó que lo que correspondía era apoyar sin matices a Kast, y solo entonces, sentarse a conversar. En términos militares, exige rendición total. Para evitar que escalara el conflicto, la portavoz de Kast salió a poner paños fríos, afirmando que lo que estaba en juego era la libertad de Chile versus el comunismo, resucitando los miedos inoculados en tiempos del innombrable y de la guerra fría.

Si bien algunas de las condiciones exigidas son salvables, al menos de la boca para afuera, otras no lo son porque afectan las convicciones que sustentan la candidatura de Kast y que la identifican con la ultraderecha. Nos referimos a la aspiración de Kast y sus adherentes por desmarcarse de organismos internacionales por considerarlos infiltrados por el comunismo; al desprecio por el irrestricto respeto a los DDHH; a la relativización de los delitos cometidos por miembros de las FFAA y Carabineros; al menoscabo a las minorías y el sexo femenino; a la indiferencia ante el deterioro del medio ambiente y el cambio climático que afecta al país; y a la propensión a la militarización del país relajando las condiciones para los debidos procesos en el plano judicial.

Como puede verse, no faltan los apoyos de plomo de lado a lado. Lo descrito confirmaría que Chile es un país surrealista como diría un amigo extranjero que vivió sus buenos años en Chile. Éste, hasta el día de hoy está intentando desentrañar los misterios que hay tras las decisiones de los chilenos, que son capaces de dar vuelta la tortilla de tiempo en tiempo sin arrugarse mayormente. Así como mi amigo dice que Chile es un país surrealista, yo diría que es un país esquizofrénico. Quizás tenga que ver con nuestra condición telúrica, de país sísmico, donde de un día para otro todo cambia, donde todo se nos puede venir debajo de la noche a la mañana.

 

Foto por Nikko Macaspac en Unsplash