Por Horacio Mesón

Estamos completando el segundo año de pandemia por causa del coronavirus, por más que nos iluminemos el futuro no aclara. La economía más ahogada que antes y el capitalismo  fracasado hace rato, no hay modelo. Lo que vendrá es incierto, la proyección de las personas sobre su mañana es pesimista. Un manto de tristeza y soledad enredó a la población mundial, de manera inesperada han partido seres entrañables a causa de este virus.  

Con este cuadro nos encontramos, con un plafón muy oscuro que lo único que puede generar es malestar interno y social. Estrés, angustias, todo esto afecta lo emocional y lo emocional afecta al sistema nervioso. Las defensas bajas, comienzan los encerramientos físicos, psicológicos y espirituales. Actuando fuertemente la autocensura como nunca lo ha hecho antes, constituyendo un nuevo marco subjetivo o “corralito”.

La contaminación planetaria superó todas las marcas: pesticidas, herbicidas, glifosato, arsénico, cianuro, derrames de petróleo, etc. Las napas acuíferas, los vegetales, las frutas, las carnes, todo sufre ese impacto. Tomar agua excesivamente clorada durante toda la vida no debe estar naturalizado, no es sano, y hay mucho más.

Igual o peor es el mundo de la alimentación, la producción masiva de alimentos es desastrosa. Es una industria macabra que juega con los límites del envenenamiento, la ilegalidad y la inmoralidad. Harinas procesadas con cloruros, azúcares venenosos y animales de granja alimentados con desechos, etc., etc., etc. 

 A lo largo de los años la toxicidad va quedando depositada en las vísceras y vamos acostumbrándonos a esa sensación. Los metales pesados van sobrecargando el organismo y esa basura tóxica limita nuestro funcionamiento, nos quita potencia y emite señales desagradables. Así vamos configurando un personaje influenciado cada día más por ese registro de malestar. Este mundo cenestésico es determinante en nuestras miradas y en nuestra propia identificación, ya que lo que siento de mi cuerpo soy yo. 

Me atrevo a decir que las depresiones existentes como pandemia mundial no declarada, además de tener que ver con un estado de conciencia individual y social, tienen también que ver con el impacto cenestésico-visceral que vive cada uno de acuerdo al grado de intoxicación que tenga. Estamos igual de contaminados que el lugar en donde vivimos, nuestro cuerpo tiene la misma proporción de tóxicos. 

Caí en cuenta que tenía las vísceras envejecidas, desvitalizadas, enfermas y que estaban generándome distintas molestias. Migrañas, falta de energía y hasta sin sentido en la vida, manifestándose este último con pensamientos negativos que detonaron la enfermedad. 

La depresión no está estandarizada y no la vivimos todos igual, hay distintos grados y diversos orígenes, algunos complejos. Los que la conocemos sabemos bien de qué se trata, es una huella fangosa y difícil de transitar, oscura y sin salida. Allí hay tristeza y remordimiento, hay culpa y soledad. Los pensamientos se ligan a la muerte y ésta se ve como una opción.  Hay mucho miedo a vivir, hay miedo a la vida, a desestabilizarse y los que nos quieren la pasan muy mal. 

El primer paso para salir de ella es reconocerla, lo que parece fácil pero no lo es, hay posturas psicológicas que no lo permiten. Pero a partir de que la reconocemos se nos presentan dos posibilidades, o seguimos así hasta la muerte cuando sea, o hacemos algo para salir definitivamente de la situación. Los ataques de pánico rompen cualquier calendario, cita o planificación y además nos sacan de eje. Por estos motivos la búsqueda del tono emocional adecuado, la pulcritud en los procedimientos y la permanencia ritual en el plan son un valor central.

Para salir de la depresión tenemos que producir una conversión en la vida.

Ir repoblando de sentido el paisaje interno y tener muy en cuenta si se dispone de la energía necesaria para iniciar la travesía. Se requiere de mucha y no puede haber otro tema que nos importe más. Una sola atmósfera en co-presencia, una secuencia de acciones diarias hilvanadas por el mismo motivo y la misma intención. Actos conscientes, frases fuerza, alimentación inteligente, intensas caminatas y profundas respiraciones, una vida monástica. 

Si no se cuenta con la energía necesaria hay que buscarla porque seguro  está malgastada y demorada en algún conflicto sin resolver, o en la base de alguna contradicción o resentimiento.  Es un desperdicio mantener temas irresueltos por años, es naturalizar el sufrimiento, me sucedió. Es un lastre que hay que sacarse de encima rápidamente, hay un solo camino y toda la fuerza debe direccionarse hacia allí. 

Si se tiene la necesidad de pedir ayuda hay que hacerlo y festejarlo. De este modo queda definitivamente reconocido el cuadro de situación, solo resta salir de él. También hablo de la ayuda profesional, médicas y médicos que ejercen la profesión con vocación y profundo conocimiento.

Se pueden sanar, armonizar y optimizar las vísceras para que los nutrientes se asimilen. Me surge explicarlo musicalmente, armonizar es como afinar un instrumento buscando la nota adecuada, es lograr que vibren en una misma frecuencia. Ya hemos dicho que son determinantes de nuestros estados de ánimo, que en ellas se anclan las miradas y que de allí surgen todas nuestras proyecciones. Son el hígado, vesícula, estómago, páncreas, riñones, pulmones, corazón e intestinos. Hay que desintoxicarlos.

El aire es el primario y vital alimento, sin él morimos en minutos. Sigue el agua, sin ella duramos poco y  luego la comida. En este campo también hay que despertar: la alimentación consciente y saludable. No podremos avanzar si no la incluimos para que sea una parte fundamental de nuestro estilo de vida. Muchos hemos abandonado el ámbito de la salud por años.

Otra vez tuve al alcance de las manos las tinturas madre. Había que elaborar una rutina en el calendario diario con nuevos ritos sanos, no se trataba solamente de tomar tinturas. Había que construir  una acción de forma para acompañar el procedimiento. Como un andamio o andamiaje que contenga, sostenga y propulse la intención en el tiempo para salir de ese estado. Pulir el estilo de vida.  

Las caminatas a ritmo cuanto más largas mejor, mover el cuerpo genera endorfinas y una muy buena disposición al cambio. La motricidad con permanencia descarga la emoción negativa, así funcionan los centros energéticos llamados chacras. 

Comencé a ser más cuidadoso y exigente con los alimentos y atendí prioritariamente a la búsqueda de bienestar en todos los ámbitos. Hubo que grabar repetidamente cosas que me hicieran bien física, psíquica y espiritualmente.  Para establecer la lucha se necesitó de un calendario diario de cosas positivas, fueron días, meses, años.

Fue aterciopelado el estado al que me llevó la tintura de Melisa, sucedió al poco tiempo de comenzar con tres tomas diarias. Melisa o Toronjil es un tipo de Menta arbustiva, una buena amiga para complotar. Difumina los ataques de pánico y depresiones leves y nos llega suavemente como aire tibio. Tiene estas contraindicaciones: no deben utilizarla personas con Hipotiroidismo, ni embarazadas y tampoco mujeres en periodo de lactancia (las dos últimas son válidas para cualquier tintura). 

El Romero y la Melisa son responsables de la armonización hablada. Él es un afinador y orquestador necesario para optimizar la asimilación y le debo la digestión más rápida de mi existencia. 

Comienza a notarse la mejoría en la velocidad de las digestiones y en un firme registro de hambre. En una mayor liviandad y en la disipación de la angustia. Son solo algunos indicadores de cambio.

Con un esfuerzo intencional por querer estar bien fui saliendo de la agonía en la que me encontraba estancado. Con dificultad en el ascenso pero fortaleciéndome a cada paso. Por momentos era nadar contra la corriente y de cualquier manera comenzaba a darme cuenta que si le ganaba a la depresión, le ganaba al sistema. Un gran desafío.

Los ojos de los sufrientes no mienten y en silencio pero a gritos claman por ayuda. Son las personas que nos rodean y que desesperadamente buscan luz. Una pequeña ventana, una hendija, una mirilla, una esperanza, una chispa, un tenue destello que indique la salida. Un portal para dejar atrás todo el dolor y todo el sufrimiento. 

Una sonrisa se dispara, la brisa acaricia el rostro y el sol que siempre está nos regala vida. Nos abrazamos con nuestros seres queridos y agradecemos y celebramos la posibilidad de poder volver a comenzar de nuevo a cada instante…”.

¡Salir de la depresión es ganarle al sistema!

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