Hoy renunció el ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Béjar Rivera, luego de varios días de tensión generada por la difusión de unas declaraciones realizadas en febrero pasado, en las que señalaba que el inicio de “Sendero (Luminoso) ha sido en gran parte obra de la CIA y los servicios de inteligencia”, y que «el terrorismo en el Perú lo inició la Marina». Fue una “muerte anunciada”.

Con la salida de Héctor Béjar, el presidente Pedro Castillo perdió a su canciller, a solo nueve días de buscar el voto de confianza del Congreso de la República para su gabinete ministerial, y en medio de una campaña mediática que no le ha dado respiro desde el primer día de gobierno. Las acciones del propio Ejecutivo no han abonado a la estabilidad.

El presidente Castillo Terrones inició su mensaje a la nación llamando a la concertación, sin embargo, el partido oficialista Perú Libre no se puso de acuerdo para formar parte de la Mesa Directiva del Congreso de la República, perdiendo no solo la oportunidad de integrar esa importante instancia, sino que alejó de posibles alianzas a sus más de 30 congresistas.

También perdió en el Congreso de la República las principales comisiones de trabajo que le hubieran podido facilitar las reformas de fondo que anunció y que son las principales demandas de la población: reforma a la Constitución, al sector Educación, atención al sector agrario; reactivación de la economía, entre otras.

Los autogoles vienen de todas partes

A los errores iniciales se sumó el nombramiento del premier Guido Bellido, quien es investigado por el presunto delito de apología del terrorismo. Este, se mantiene en el cargo tras aclarar las declaraciones por las que se le cuestionaba.

La oposición ha encontrado un nicho donde escarbar y tras los desplantes de la propia presidenta del Congreso, María Alva Prieto, hoy piden la cabeza no solo del primer ministro Guido Bellido, sino de tres ministros más: de Defensa, del Interior y de la Mujer. Además, todas las bancadas de derecha se han unido, impidiendo las posibles alianzas con el partido de gobierno.

Se suma a este panorama sombrío la propia población, que mediante un grupo opositor articulado y azuzado inicialmente por Keiko Fujimori (la candidata que no acepta su derrota en las urnas), se mantiene en las calles generando enfrentamientos y actos discriminatorios entre los grupos afines al gobierno y los opositores.

Mientras, la mayoría de la población ve impávida cómo la especulación sube los precios de los productos de primera necesidad, la economía aún no se reactiva y los puestos de trabajo no llegan.

Lo irónico de la situación es que los medios de comunicación y los opinólogos provenientes de diferentes bancadas de la derecha reclaman reformas y eficiencias que no se han demostrado -ni reclamado- en las décadas pasadas. Y un sector de la población le sigue el juego, se cree el cuento, generándose un autogol desde todos los ángulos.

El entrenador de futbol, Ricardo Gareca, dijo recientemente “necesitamos eficiencia técnica, táctica y física”. Consejo que bien podría aplicarse a la actual situación que vivimos los 33 millones de peruanos. El nuevo gobierno progresista de Pedro Castillo tiene la oportunidad de hacer historia.