Por Nelson Soza

Si bien el Neoliberalismo estaba en coma antes de su llegada a la Casa Blanca, Joe Biden parece listo y dispuesto a ser él quien le ponga la lápida. Hace poco más de un mes, en su primer discurso frente al congreso pleno de EE.UU, el flamante nuevo líder del capitalismo mundial sepultó en medio segundo, más de 40 años de doctrina neoliberal.

“El sistema económico del ‘chorreo’ nunca funcionó [énfasis mío]», dijo tajantemente Biden el pasado 28 de abril, echando por tierra el pilar central del Neoliberalismo, una práctica económica y política de medio siglo que debutó a sangre y fuego y que terminó haciéndose casi inevitable alrededor del mundo.

La “teoría del chorreo” promueve la eliminación de regulaciones e impuestos a las grandes fortunas, a aquellos con más recursos, bajo el supuesto de que, al tener más dinero a su disposición, estos individuos y corporaciones estimularían la economía con más inversión y más empleo, beneficiando en el largo plazo a la sociedad completa.  O como dice Biden, la teoría económica que “nunca funcionó».  “El chorreo” ha sido el modelo económico dominante en EE.UU. desde su reestreno como Reaganomics bajo el gobierno del ícono Republicano Ronald Reagan, en la década de los 80s.

Biden repitió su sentencia cuando más contaba, en la presentación de su primer presupuesto. Rompiendo definitivamente con el pasado reciente y congruente con sus palabras, el nuevo presidente propuso un gasto fiscal histórico de $6 trillones de dólares, los que sumados otros $4 trillones ya requeridos para pandemia e infraestructura, conforman el mayor gasto fiscal de EE.UU desde la segunda guerra mundial.

Según consigna The New York Times, esta primera propuesta presupuestaria busca aumentar el gasto fiscal sostenido total a $8.2 trillones anuales de aquí al año 2031, con déficits de $1.3 trillones durante la década.  El crecimiento del gasto se concentra en el mejoramiento de la infraestructura nacional, el Plan de Empleos Americanos,  y la expansión de la red de seguridad social, el Plan de la Familia Americana: los pilares centrales de la agenda Biden.

“El presupuesto refleja el hecho de que la ‘economía del chorreo’ [trickle-down economics] nunca funcionó», repitió Biden, esta vez por escrito.  “La mejor forma de hacer crecer la economía no es desde arriba hacia abajo, sino que desde abajo hacia arriba y desde el centro hacia afuera.”

¿Y de donde sale la plata para pagar por esta enorme boleta? Desde donde se suponía iba a chorrear: de las grandes corporaciones, muchas de las que a pesar de ganar miles de millones, no le pagan un dólar de impuestos al gobierno nacional. Como si esto fuera poco, muchas de estas mismas corporaciones, algunas entre las más grandes del mundo, son “estimuladas” con dinero de los contribuyentes para demostrar su “competitividad de mercado”. Es decir, son subvencionadas por los mismos trabajadores.

Nike, la marca mundial del “Just Do It”, con ingresos sobre $2.9 billones el año 2020, pagó $0 en impuestos. En su lugar recibió $109 millones por diferentes excepciones. FedEx, el gigante de los envíos, que compite con la propia compañía estatal de correos sin tener sindicato, con ingresos superiores a $1.2 billones, pagó $0 en impuestos y recibió $230 millones del estado. Dish Network, gigante de la TV y el cable, pagó $0 impuestos sobre sus $2.5 billones en ventas; Salesforce.com, proveedor de software, pagó $0, $2.6 billones en ventas., etc.

Según el autorizado Institute on Taxation and Economic Policy,  solo en el año 2020, al menos 55 de las corporaciones norteamericanas más grandes del mundo no pagaron ni un dólar en impuestos al gobierno nacional, a pesar de facturar en conjunto más de $40.5 billones. Estás 55 no son las únicas, pero se destacan por figurar entre las 500 más ricas del mundo, según la lista de Fortune 500. Por ser corporaciones, a estas entidades les corresponde pagar un impuesto igual al 21% de sus ingresos.  Sin embargo, a diferencia de profesores, enfermeras y cualquier otro trabajador norteamericano, estas compañías pagaron $0 en impuestos.

Si estás 55 compañías hubieran pagado lo que les correspondía, el fisco hubiera percibido otros $8.5 billones para ser destinados, por ejemplo, a fortalecer la infraestructura nacional en caso de una emergencia sanitaria.  En lugar de pagar, Nike, FedEx y las restantes recibieron $3.5 billones en devoluciones impositivas, excepciones y otros beneficios. En total, entre el dinero que dejaron de pagar y el que se les entregó, el fisco perdió $12 billones, solo de estas 55 corporaciones solo el 2020.  Según los mismos expertos, este pase libre para las corporaciones es una tendencia de décadas, por lo que los costos para el fisco han sido estratosféricos.

El resultado de esta práctica nefasta ha sido la redistribución de riqueza de abajo para arriba más grande de la que se tenga memoria.  Los académicos Emmanuel Saez y Gabriel Zucman se han especializado en el tema.  Según sus estudios, la concentración de la riqueza en EE.UU. era alta a comienzos del siglo 20, bajó entre 1929 y 1978, pero ha aumentado continuamente desde entonces.  La tajada de aquellos en el top 0.1% de la riqueza aumentó del 7% en 1978 al 22% en 2012 , un desnivel casi tan alto como en 1929.  Este 0.1% de la población controla la misma riqueza que el 90% de la población más pobre, alrededor del 22% de toda la riqueza del país; el 1% de la población controla el 40% de la riqueza.

Antes de la pandemia, a comienzos del 2020, las cifras de desigualdad económica en EE.UU. se hicieron imposibles de ignorar.  Apenas comenzaban las primarias demócratas para reemplazar a Donald Trump y el tema se tomó la agenda.  Durante ese período, alrededor de 6 de 10 adultos norteamericanos pensaban que había demasiada desigualdad en el país; de este grupo, la mayoría decía que para poder hacer algo al respecto, era necesario cambiar el sistema económico, reporta Pew Research.

La pandemia  solo vino a empeorar esos números. Desde el inicio de la emergencia, 74.7 millones de personas han perdido su empleo, la mayoría de ellos en rubros con salarios bajo la media.  Hasta abril de este año, el 11.3 % de la población norteamericana vivía por debajo de la línea de la pobreza, más de 37 millones de personas, unas dos veces la población de Chile.  El reconocido Urban Institute proyecta que el porcentaje de personas en la pobreza subirá a 13.7% durante este año.  Unos 24 millones de adultos en EE.UU. indicaron haber experimentado hambre en los últimos meses, Human Rights Watch reportó en enero, y más de 6 millones dijeron tener miedo de ser desalojados de sus viviendas debido a la inhabilidad de pagar. Vale recordar que en EE.UU., ademas de ser pobre, generalmente se es tambien negro, minoría étnica, mujer o niño, añadiendo una dimension extra al hecho mismo de ser pobre.

Mientras unos luchan por sobrevivir, otros parecen haberse encontrado con la gallina de los huevos de oro.  De acuerdo con el prestigioso Institute for Policy Studies, existen 711 billonarios en EE.UU, cuya riqueza combinada creció 39% durante la pandemia, de aproximadamente  $2.947 trillones a $4.085 trillones.

Una de las propuestas hechas por Biden para pagar por su presupuesto incluye subir los impuestos de las corporaciones, desde donde espera $2 trillones en esta década.  Biden además propone aumentar los impuestos de los ingresos superiores a $400,000 al año, recaudando $750 billones en una década. Las personas con ingresos superiores al $1 millón anual verán aumentar el porcentaje que deben pagarle al fisco, y el impuesto a las ganancias de capital se duplicará, reporta The New York Times.

Cerrar los vacíos legales y evitar la fuga de miles de millones de dólares que que estaban destinados al fisco es una de las propuestas para empezar a emparejar la cancha, pero no es la única.  El ex ministro del trabajo de Bill Clinton y reconocido académico de UC Berkeley, Robert Reich, ofrece por lo menos otras seis posibilidades para aumentar los impuestos de quienes pueden pagarlos, varias de ellas enfocados en cerrar agujeros legales o hacer caducar ciertas excepciones.

Otras propuestas incluyen un impuesto menor a las transacciones en el mercado de valores y el popular impuesto a los “superricos”.  La Senadora Elizabeth Warren, ex precandidata presidencial, ha propuesto un impuesto de 2% sobre las fortunas superiores a los $50 millones y de 3% a las fortunas sobre $1 billón, impuestos que recaerían en solo 75,000 familias, o menos del 1/10 del 1% de los contribuyentes.  Jeff Bezos, por ejemplo, el hombre más rico de EE.UU., tendría que pagar $5.7 billones de sus $185 billones: menos de la mitad de lo que gana en un día.  Un impuesto de este tipo podría recaudar $2.75 trillones en 10 años, según el profesor Reich, suficiente para cubrir un seguro médico universal y educación superior gratuita para todos.

A la luz de 40 años de una práctica cada vez más ortodoxa del modelo Neoliberal, las palabras del presidente norteamericano resultan incontrovertibles.  Durante más de cuatro décadas, sin embargo, la falacia del “chorreo” continuó virtualmente intacta, a pesar de la realidad, dejando en el camino a miles de millones que a pesar de su mejor esfuerzo, terminaron tan o más pobres que como empezaron.  Bastó que llegara una pandemia mortal para darse cuenta de que el emperador Neoliberal efectivamente estaba desnudo.

Por lo pronto las propuestas de Biden enfrentan la prueba de un senado dividido 50/50 con derecho a veto republicano.  Biden tiene la capacidad de saltarse al senado, algo que no ha estado dispuesto a hacer.  Hasta aquí el presidente ha sorprendido; esperemos que lo siga haciendo.