Las mujeres africanas siguen haciendo frente no solamente a una pobreza generalizada, sino también a pesadas y difíciles cargas de trabajo.

Durante la fiesta de la Mujer, cada año en marzo, las mujeres crean conciencia en todo el mundo acerca de la marginalización injustificada e inaceptable que viven, y que las priva de sus derechos fundamentales.

Sin embargo, en el año 1979,  51 de los 53 Estados miembros de la UA ratificaron la Convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de la ONU.

Y en 2003, las activistas lograron convencer a sus jefes de Estado para que adoptaran un protocolo sobre los derechos de la mujer. Pero para ciertas categorías de mujeres, la correcta aplicación de este protocolo en los países que lo adoptaron todavía no es una realidad. Ya que, pese al avance y al progreso logrado en algunos dominios, algunas mujeres todavía siguen enfrentándose a importantes retos y obstáculos en su vida cotidiana. Están privadas de educación y de empleo, y su acceso a los sectores comercial, industrial y a la función pública es muy limitado.

Los retos

Para mejorar la situación de la mujer, es necesario entre otras medidas, reducir la pobreza, terminar con la violencia que se les inflige, permitir un acceso a la educación y a la salud, y reducir las desigualdades económicas y políticas.

La pobreza

Los gobiernos de muchos países africanos han firmado los diferentes instrumentos jurídicos internacionales y han puesto en vigor leyes orgánicas relativas a la mejora de las condiciones de vida de las mujeres. Pero estos textos de leyes internacionales y nacionales aún no se aplican en lo cotidiano.

Muchas mujeres siguen estando en la parte inferior de la escala social, teniendo muy poco o ningún acceso a ciertas ventajas en las áreas de salud, educación, empleo; en el acceso a créditos para el emprendimiento, el comercio, la pesca y la agricultura.

A esto se agregan las epidemias y otras enfermedades contagiosas de las cuales las mujeres y sus hijos son a menudo víctimas. Esto las lleva a una situación de precariedad. Sin duda, las mujeres son objeto de fuertes obstáculos al desarrollo, a su bienestar y al de sus hijos.

Al contrario de lo que ocurre en otros continentes, África presenta más pobreza pese a las riquezas naturales que dispone y son las mujeres las que sufren la peor parte. En general, los hombres tienen más posibilidades de acceder al empleo y a la ayuda económica.

Uno de los mayores obstáculos al mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres africanas sigue siendo la falta de acceso a la educación básica, la falta de instrucción.  Hoy en día muchas mujeres están dispuestas a trabajar por un salario decente, pero su poder de acción es muy limitado debido a la falta de educación.  Las pocas mujeres que han tenido la suerte de terminar sus estudios, ocupan efectivamente posiciones cómodas.

La educación y la instrucción constituyen dos factores fundamentales en el desarrollo personal y profesional de todo ser humano. Y sin embargo, en el campo, hay muchas menos niñas que niños escolarizados. Y cuando hay una taza más o menos elevada de niñas escolarizadas, éstas no suelen completar su educación. Sus estudios son interrumpidos a mitad de camino, ya sea por razones de matrimonio, o por razones familiares, siempre por razones sociales y económicas.

Para resolver este problema, los responsables políticos y las familias deben decidirse juntos  a poner fin a estas disparidades, que se manifiestan a partir de la escuela primaria y van en aumento en todos los niveles del sistema educativo de muchos países africanos, especialmente en el campo.

La pobreza de las familias es la principal causa del abandono escolar de las niñas.  Cuando los medios son limitados, hay que elegir entre los niños que irán a la escuela, y son las niñas las  descartadas. Según un estudio realizado en varios niveles de educación, los gastos escolares, la obligación de tener un uniforme, los largos trayectos entre el domicilio y la escuela, la falta de agua y de higiene básica son otros factores que contribuyen a reducir el acceso de las niñas a la educación.

También existe una gran diferencia entre la cantidad de niñas inscritas en la escuela y las que llegan a la universidad.

Si tomamos el caso de Guinea, por ejemplo, muchas mujeres que no tuvieron la suerte de estudiar realizan la actividad de ahumar pescado para ganarse la vida. Para conocer más acerca de esta actividad y hablar del Mes de la Mujer, un periodista de Pressenza fue a reunirse con ellas en el puerto artesanal de la comuna de Dixinn, ubicada en la capital Conakry.

En sus galpones, una blanca y espesa humareda rodea a la Sra. Camara Mama Aissata Soumah y a la Sra. Bangoura Fatoumata Camara, en plena actividad, dando vueltas y vueltas a los pescados, con lágrimas en los ojos.

Le fumage de poisson
Madame Camara Mama Aissata Soumah
Fumeuse de Poisson

 

Pilas de cajas de cartón, leña, grandes canastos de pescados limpios  son algunos de los elementos que ensucian el galpón donde se ahúman los pescados. El pescado ahumado constituye un alimento que contiene suficientes proteínas y que es accesible para muchos hogares con distintos niveles de ingresos.

El ahumado de pescados es una actividad no solamente de sobrevivencia pasajera para algunas mujeres de la capital de Guinea, sino que también, para muchas otras, el único empleo permanente disponible como actividad lucrativa

En Conakry, el ahumado de pescado es una actividad generalmente ejercida por las mujeres y de manera tradicional. El pescado es ahumado en hornos metálicos cubiertos de rejas en las que la se pone la leña y el cartón.

Esta práctica es desgraciadamente perjudicial para la salud física debido a la espesa humareda que produce, considerada dañina por los especialistas en salud. Pese a las dificultades, la Sra. Camara Mama Aissata Soumah se mantiene firme y está más decidida que nunca a ejercer su profesión.

« Marzo, dicen, es el mes de la mujer. Eso a mí me alegra. Pero aquí nosotras les pedimos a las autoridades que nos ayuden.  Nosotras, las mujeres que ahumamos el pescado, sufrimos mucho. El pescado cuesta caro. Compramos el hielo, la leña y pagamos el transporte. Todos los días salimos a las cuatro de la madrugada para ir a buscar el pescado. Y volvemos tarde por la noche. Debemos vigilar los pescados para que no se pudran. Luego preparamos los hornos para el ahumado. Cuando todo está listo, tenemos que quedarnos en esta humareda para poder dar vuelta los pescados. Y esta humareda, nos dicen que no es buena para nuestra salud, pero ¿qué podemos hacer? yo, por ejemplo, es el único trabajo que conozco. Es lo único que sé hacer… Tengo hijos, el padre no trabaja. Y tenemos que comer, los niños deben estudiar… ¿qué hacer? Tengo que seguir haciendo este trabajo. Las ahumadoras de Dixinn y tal vez también en otros lados, no tenemos el dinero para poder enviar el pescado en grandes cantidades a los mercados, y así ser más rentables », confía la señora Camara Mama Aissata Soumah.

Su compañera, la señora Camara, que vive en las mismas condiciones de trabajo, pide a las mujeres que trabajen, porque para ella, sólo el trabajo paga.

« En lo que respecta a las mujeres en general, la cuestión no debería ser siquiera si estamos sufriendo. Sufrimos porque hay muchas cosas que debemos soportar y nosotras mismas debemos enfrentar este reto. Con motivo de este Mes de la Mujer, yo diría a todas las mujeres que se levanten y que se pongan a trabajar para poder liberarse. Es cierto que sufrimos. Pero si no trabajamos como los hombres, no será bueno para nosotras y no seremos libres. No podremos alimentar a nuestros hijos, ni escolarizarlos para que un día logren ser responsables. El trabajo es lo único que puede ayudarnos a arreglar nuestros problemas. Nosotras, las ahuumadoras de Dixinn, realmente queremos trabajar. Si el Estado pudiera ayudarnos, podríamos poner muchos productos en los distintos mercados. Le pedimos al Estado que nos ayude a tener suficiente dinero para mejorar nuestras condiciones de trabajo», proclamó la señora Bangoura Fatoumata Camara.

Estas dos jóvenes profesionales del ahumadero de pescado expresaron el deseo de contar con un apoyo técnico y financiero para poder desarrollarse en sus actividades. No les faltan buenas ideas y valor.  Pero a su organización profesional le hace falta el material adecuado y la financiación necesaria.  Imploran la ayuda del gobierno para una buena formación, corriente eléctrica para una buena conservación de los pescados. Son los elementos que estiman necesarios para prever con más serenidad la solución de sus problemas.

Autores

Odia Elisabeth Nsenda elisa_odia@hotmail.com y

Mamadou Bhoye Laafa Sow laafasow165@gmail.com (Guinea – Conakry)


Traducción del francés por Beatriz Barros