“Nuestro planeta, nuestro Futuro” es el título de la Cumbre de los Premios Nobel 2021. A modo de seguimiento de esta cumbre, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina publicó recientemente “Nuestro planeta, nuestro futuro: Un urgente llamado a la acción”, con fecha 29 de abril de 2021.

El párrafo de apertura de la declaración de los Laureados con el Premio Nobel es un llamado implícito a una inmediata acción mundial unificada: “La primera Cumbre de los Premios Nobel llega en medio de una pandemia global, en medio de una crisis de desigualdad, en medio de una crisis ecológica, en medio de una crisis climática y en medio de una crisis de información. Estas crisis supranacionales están vinculadas entre sí y amenazan los enormes avances que hemos logrado en materia de progreso humano”.

El contexto y el contenido de esta prestigiosa cumbre ameritan ser analizados y contemplados. Los Premios Nobel identificaron los riesgos inminentes para “los enormes avances que hemos logrado en materia de progreso humano”. En otras palabras, prevén la clara  posibilidad de que el progreso humano tienda a disminuir si el mundo no se une para ocuparse de arreglar la biósfera, nuestro planeta Tierra. En ese sentido, el plan de infraestructura del presidente Biden es apenas una señal luminosa.

El estridente llamado de los Premios Nobel expone en forma implícita que la globalización, el motor del neoliberalismo, es un problema central que afecta el planeta al generar riquezas sin reparo ni preocupación por la desintegración de los ecosistemas. Ningún ecosistema sale ileso, ni uno, cuando el planeta aspira, resopla y exuda gas bajo el estrés más alto en millones de años. “Sin precedentes” se ha convertido en la expresión más popular en la jerga científica.

Aunque los Premios Nobel lo hayan mencionado, uno de los desafíos más grandes propios de los temas que los preocupan es el floreciente movimiento populista anti ciencia de derecha, que bien podría ser el talón de Aquiles de todo acuerdo entre las naciones más grandes para arreglar el planeta. En tal caso, existe la clara posibilidad de que la cruzada populista de derecha en todo el mundo arrastre la civilización a una situación imposible de la que no se pueda volver.

El estilo de liderazgo de Trump puede encontrarse en todas partes del mundo y no desaparecerá en un futuro inmediato. Todo lo contrario, ya que constituye la facción más anti intelectual, anti sistema y anti ciencia de la historia moderna. La postura anti ciencia de Trump provocó la salida de científicos destacados, la mayoría a Francia. De acuerdo con el análisis realizado por The Washington Post de los datos de empleo de la Oficina de Administración de Personal, en los primeros dos años del gobierno de Trump, más de 1.600 científicos federales abandonaron sus cargos gubernamentales. En artículos similares de otras publicaciones se da cuenta de una merma casi total del personal científico clave y de la pérdida del acceso a importante información científica que llevará años y años recomponer. Trump tiró la ciencia por la ventana y destruyó el acceso a la información crucial para alcanzar los objetivos necesarios para reparar el planeta, tal como sugieren los Premios Nobel.

Es más, los populistas anti intelectuales de derecha aún no han terminado. Apenas han comenzado. “A lo largo de Europa, los partidos de derecha no solo se están convirtiendo cada vez más en autoritarios y anti democráticos, sino también en negadores de hechos, de expertos, de la razón.” (Fuente: Right-wing Politics and Anti-Science Positions are Locked Together in a Literal Deadly Mix, Daily Kos, 31 de marzo de 2021)

Los Premios Nobel no mencionaron y probablemente nunca mencionen el mayor obstáculo para sus planes, que es la creciente cruzada populista anti ciencia de derecha. El Congreso estadounidense está repleto de ellos: “El rechazo a la ciencia convencional y a la medicina se ha convertido en una característica clave de la derecha política en Estados Unidos y en cada vez más lugares del mundo.” (Fuente: the Anti-Science Movement Is Escalating, Going Global and Killing Thousands, Scientific American, 29 de marzo de 2021)

Es probable que las propuestas de los Premios Nobel (ver link al final del artículo) no tengan la más remota posibilidad de llevarse a cabo en tanto que los países más grandes sigan siendo envenenados con ignorancia y fábulas mentirosas. De este modo queda expuesto el fracaso en proporcionar una educación básica universal, lo que da como resultado un gran contingente de tontos anti ciencia. En última instancia, esto traerá dificultades a un planeta en problemas. ¡Fallar en la educación es fatal!

Por desgracia, la historia se repite: “En la Unión Soviética de Joseph Stalin la anti ciencia alcanzó su máximo potencial destructivo. Millones de campesinos rusos murieron de inanición y hambruna durante las décadas de 1930 y 1940 porque Stalin adoptó el enfoque pseudocientífico de Trofim Lysenko que trajo fallas catastróficas en la producción de trigo y otras cosechas.” Ibid.

De manera similar se repite la locura stalinesca ochenta años después: “La Casa Blanca de Trump ha lanzado una campaña de desinformación coordinada que desestima la gravedad de la epidemia en los Estados Unidos, que atribuye a otras causas las muertes por COVID, que declara que la suba de las internaciones hospitalarias se debe a una puesta al día de las cirugías opcionales y que ha afirmado, por último, que la epidemia acabaría en forma espontánea. También alentó el uso de hidroxicloroquina como una cura maravillosa al mismo tiempo que minimizó la importancia de las mascarillas. Estos elementos han sido adoptados en parte o en su totalidad por otros gobiernos autoritarios o populistas en Brasil, México, Nicaragua, Filipinas y Tanzania,” Ibid.

En la actualidad, tres encuestas de alcance nacional muestran que los Republicanos blancos, incluyendo a uno de cada cuatro miembros del partido Republicano, rechazan las vacunas contra el COVID-19. Esta conducta obstruccionista se ha originado cuando el Tea Party adoptó como una de sus principales plataformas las protestas anti vacuna, con sus concentraciones por la “libertad de salud” al tiempo que un brote de sarampión golpeaba partes de California. Ese clamor por la libertad de salud se esparció luego a Texas. Hoy en día, el rechazo a las vacunas contra el COVID-19 se extiende a India, Brasil, Sudáfrica y muchos otros países más pobres, así como en partes de Europa, dando evidencia de primera mano, en tiempo real, de que la ignorancia trae muertes evitables.

El populismo de derecha y la labor científica están naturalmente enfrentados. Los estudios muestran que la ciencia (a) se basa en evidencias; (b) es objetiva; y (c) exige pruebas de sus afirmaciones, mientras que las políticas populistas se basan en anuncios que apelan a la emoción y son fácilmente falsificados, pero la verdad atenta contra sus intereses. Por ende, la verdad debe evitarse a toda costa. “Si dices una mentira lo suficientemente grande y la repites constantemente, la gente eventualmente la creerá.” (Joseph Goebbels)

Los Premios Nobel ofrecen lineamientos de las fases iniciales para salvar el planeta: (1) la próxima década es crucial; (2) las emisiones mundiales deben reducirse a la mitad; (3) la destrucción de la naturaleza debe detenerse. Ellos “entienden” lo que aflige al mundo y sus declaraciones son notablemente similares a las hechas por algunos pocos científicos valientes que hablaron abiertamente de esto en las últimas dos décadas. De hecho, los Premios Nobel apoyan las advertencias que se encuentran en la literatura revisada por pares de las últimas dos décadas y que lamentablemente no tuvieron suficiente resonancia como para lograr un cambio.

Por lo tanto, las serias amenazas al planeta ya reconocidas hace varios años son puestas de manifiesto en el “Urgente llamado a la acción,” de los Premios Nobel de la siguiente forma: “Las sociedades se enfrentan al riesgo de cambios irreversibles a gran escala a la biosfera de la Tierra y a nuestras vidas como parte de ella.”

Esa advertencia fue repetida una y otra vez a lo largo de los últimos años, pero generalmente ignorada. Ha sido expresada por muy pocos científicos hasta ahora, pero las cosas están cambiando tan rápidamente ya están saliendo a la luz las advertencias de la pérdida de ecosistemas, lo que significa la pérdida de hábitats, la pérdida de vertebrados, la pérdida de la Gran Barrera de Coral, la pérdida del Ártico, la pérdida de especies de insectos voladores en reservas naturales “protegidas” de Europa, la pérdida de artrópodos en las selvas tropicales de Puerto Rico y el oeste de México, la pérdida de selvas en todo el mundo y la irreversible desintegración de la Antártida, cuando los Premios Nobel del mundo finalmente hacen “un urgente llamado a la acción”.

En todos los años de preocupación de los científicos por la pérdida de la extraordinaria capacidad del planeta, la naturaleza nunca tuvo oportunidad. Era sencillamente inevitable el impacto de la gigantesca y caprichosa huella humana de la Era Antropocéntrica, que de forma arbitraria mastica y fagocita todo a su paso. La naturaleza es un objetivo fácil.

Por último, salvar el planeta puede estar fuera del alcance del estridente llamado de los Premios Nobel simplemente porque el desafío de los logros propuestos puede ser mayor que la solución definitiva: “Es difícil encontrar una región del mundo que no haya sido tocada por el populismo en la década de 2010. Esa década nos trajo la elección de Donald Trump en los Estados Unidos y la votación del Brexit en Gran Bretaña. Presenció la llegada de la Alternativa para Alemania, el primer partido de ultraderecha que ingresó al parlamento nacional en décadas, así también como el ascenso de partidos populistas en países como Austria, Brasil, Italia, India, Indonesia y Polonia. Para el año 2018, 20 de estos líderes mundiales alcanzaron el poder ejecutivo en el mundo.” (Fuente: Populism is Morphing in Insidious Ways, The Atlantic, 5 de enero de 2020)

El artículo mencionado anteriormente identifica el próximo gran objetivo del populismo de derecha de la siguiente forma: “Mientras que gran parte de la última década giró en torno a discusiones sobre problemas de inmigración y soberanía, la década de 2020 podría verse sometida a nuevas narrativas más urgentes, como el cambio climático.”


Traducido del inglés por Benjamín Aquino

El artículo original se puede leer aquí