La muerte es nuestra última meta, por la que tenemos que pasar todos los seres vivos.

Extrañamente muy pocas sociedades permiten la libertad de morir por derecho propio, la eutanasia que debería ser un derecho universal y nuestra ultima libertad de acción. Sin embargo, solo es permitido en muy pocas ocasiones y para enfermos terminales.

Seguir viviendo, sin la voluntad del espíritu es estar en una cárcel biológica y innecesariamente, prolongar la vejez y el deterioro de un desenlace que tarde o temprano llegará.

En una entrevista exclusiva con PRESSENZA el médico australiano Philip Nitschke que durante años ha luchado por este derecho, nos habla de su vida y la creación de EXIT INTERNATIONAL.

Philip Nitschke,(8 de agosto de 1947) humanista australiano, autor, físico, fundador y director del grupo pro eutanasia Exit International, llevó a cabo una intensa campaña para que el gobierno australiano aprobara una ley que legalizara la eutanasia, que estuvo vigente en el territorio del norte de Australia, hasta que la presión de la iglesia y de grupos conservadores la abolieron.

Fue el primer doctor en administrar la eutanasia en el mundo, las críticas y el acoso lo hizo quemar su certificado médico el año 2015 y abandonar Australia.

Estas son sus respuestas a una entrevista exclusiva con PRESSENZA. En su respuesta final, frente a su propia muerte responde: no tengo ningún interés de depender de otros, tengo acceso a drogas, para la eutanasia, pero la idea de una muerte celebrada junto a otros en gran estilo, en una elegante máquina Sarco, en el exterior, me es mucho mas atractiva.

Pressenza: ¿Podría describirse a sí mismo y a su participación en el derecho a morir?

PN: Tengo formación en física y también como médico en Australia. Me involucré en el tema del derecho a morir cuando ejercía la medicina en Darwin, Australia, en 1995. El gobierno del Territorio del Norte anunció que introduciría una ley que permitiría a un enfermo terminal recibir ayuda de un médico para morir. Hubo una fuerte oposición por parte de la Iglesia y la profesión médica, y yo fui uno de los pocos médicos que apoyó la propuesta. La ley se aprobó y entró en vigor el 1 de julio de 1996; fue la primera ley de eutanasia voluntaria del mundo. Como se me conocía como partidario de la legislación, me vi en la necesidad de hacer uso de la ley, y en septiembre de ese año administré una inyección letal a Bob Dent, enfermo de cáncer de próstata. Para aplicar la inyección construí una máquina, la máquina de la liberación, que ahora se encuentra en el Museo Británico. Utilicé la ley y la máquina cuatro veces, antes de que fuera anulada por el gobierno federal de Australia en 1997.

Con la cancelación de la ley, creé Exit International para ofrecer opciones de final de vida a las personas que quisieran morir. La organización se ha hecho internacional, y nuestra filosofía es que todos los adultos racionales deberían tener los medios para poner fin a sus vidas de forma pacífica y fiable. Para ello, organizo talleres en todo el mundo y publico un manual en línea, The Peaceful Pill Handbook (Manual de la píldora pacífica), que ofrece información sobre los mejores medios disponibles para aquellos que desean una muerte «hecha a medida».

Pressenza: ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta con las sociedades conservadoras?

PN: Muchas personas creen que la ayuda sólo debe ser proporcionada por los médicos a los enfermos terminales. Yo he adoptado una posición mucho más amplia, argumentando que esto no debería ser sólo un privilegio para los muy enfermos, sino fundamentalmente un derecho para todos los adultos racionales. Esta postura disgustó a la Junta Médica de Australia, que argumentó que yo era un peligro para el público australiano y utilizó sus poderes de emergencia para anular mi registro. Tras una larga batalla judicial, gané el caso y volví a registrarme, pero la Junta Médica argumentó entonces que no podía ejercer la medicina y ser el autor de The Peaceful Pill eHandbook. Insistieron en que retirara mi nombre como autor si quería ejercer. El libro se había convertido en el manual sobre el final de la vida más vendido del mundo y me disgustó esta condición. Quemé mi certificado médico en Darwin y me trasladé a Europa en 2015.

Pressenza: ¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante de su vida?

PN: Ver el alivio experimentado por Bob Dent cuando aprieta el botón de la máquina de eutanasia Deliverance y las drogas empiezan a fluir. Las drogas pusieron fin a su sufrimiento y su esposa Judy pudo sostenerlo en sus brazos mientras moría. Fue la primera inyección letal voluntaria, legal, del mundo y me sentí inmensamente aliviado de que todo hubiera salido bien, y orgulloso de haber participado en ella.

Pressenza: ¿Puede explicar qué es la organización Exit y cree que en el futuro el derecho a morir será una ley en nuestro planeta? ¿y para usted mismo tiene planes de acabar con su vida por su libre voluntad?

PN: Exit sigue defendiendo el modelo de «derechos» en la elección del final de la vida. Este es el modelo que existe en Suiza (pero en ningún otro lugar). Todas las demás jurisdicciones con leyes sobre el final de la vida han adoptado el modelo «médico», en el que debes estar enfermo (normalmente en fase terminal) y un médico toma la decisión de si vas a recibir ayuda. Exit cree que el único criterio debe ser la edad (debes ser mayor de edad) y estar en pleno uso de tus facultades mentales. Las personas suelen acudir a Exit con razones sociales de peso para poner fin a su vida. Se les puede ayudar con el acceso a los mejores métodos y medicamentos, o pueden viajar a Suiza donde pueden obtener asistencia legal.

Pressenza: Estas son las principales preguntas, pero también me gustaría conocer su experiencia como médico antes de Exit y algo sobre su vida.

PN: Mi formación fue en la Australia rural y completé un doctorado en física antes de viajar al Territorio del Norte para trabajar en diversas causas medioambientales y sociales. Después de que un grave accidente limitara mi trabajo en el servicio de Parques y Vida Silvestre, viajé a Sydney y me volví a formar en Medicina. Regresé a Darwin para completar mis estudios de medicina y estaba allí cuando se anunció el plan para introducir la legislación sobre la eutanasia.

Estoy casado y mi pareja, Fiona Stewart, es la coautora del Manual sobre la eutanasia. Actualmente vivimos en los Países Bajos.

Pressenza: Una última pregunta: ¿está usted dispuesto a acabar con su vida de la misma manera? ¿Cuando decida hacerlo, por su libre albedrío? Gracias

PN: Sí, no tengo intención de depender de otros. Tengo acceso a fármacos letales para la eutanasia (pentobarb), pero la idea de una muerte electiva en la máquina Sarco, elegante y con estilo, en el entorno al aire libre que elija, es cada vez más atractiva.