Por Jorge Rial

El plasma de convalecientes de Covid-19 ha mostrado ser una terapéutica eficaz para disminuir la mortalidad por esta virosis. Al mismo tiempo prueba la solidaridad de aquellos que, habiendo superado la enfermedad, donan su plasma para trata los casos que aun se hallan en etapa crítica.

La donación de un órgano es siempre vista como una acción generosa y desinteresada. También la donación de tejidos lo es. La sangre es un tejido y el plasma forma parte de ella.

Los últimos meses se han desarrollado varias campañas para alentar la donación de plasma de convalecientes de Covid-19. Están apoyadas en estudios hechos sobre el efecto benéfico que tiene la administración de este hemo componente en los que padecen esta enfermedad.

El segundo estudio sobre terapia con plasma de convaleciente desarrollado por investigadores de la red de servicios del ministerio de Salud incluyó a 3.529 pacientes adultos con diagnóstico de neumonía por COVID-19 internados en hospitales de la provincia de Buenos Aires. El estudio permitió observar que, al analizar la letalidad a los 28 días del ingreso, el uso de plasma de convalecientes se asoció de forma significativa a una reducción de la mortalidad del 24.4%. (1)

Pero la donación de plasma de convalecientes es también una forma de compartir mi experiencia biológica con el Covid con otra persona. Le estoy cediendo las defensas que mi cuerpo hizo hacia el virus a otro. Y esto puede salvar vidas.

Es un acto simple pero de gran implicancia más allá de lo médico. Es ayudar al otro con algo que es parte de mi cuerpo. Es una acción altruista por definición y puede también convertirse en una experiencia trascendente y humanizante para el donante.

En la práctica se ve que esto no siempre ocurre. Creo que es tarea del personal de salud comprometido con el procedimiento de donación posibilitar este nuevo punto de vista.

Desde una visión materialista es dar los anticuerpos de una persona a otra que carece de ellos. Pero desde otra óptica es compartir el resultado de una experiencia de vida, que en casos ha sido desagradable, con otro ser humano a fin de ayudarle a transitarla.

Si no estuviéramos hablando de Covid, podríamos estar refiriéndonos a un acto amoroso de comprensión y compartimiento. Dar desinteresado sin espera de respuesta.

(1) Estudio completo: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.10.08.20202606v1