Años atrás, tuve la ocasión de recibir en mi casa un matrimonio europeo, el francés y ella suiza, ambos profesionales de la educación. Habían rentado un auto con el que pensaban recorrer Uruguay con el objetivo de elegir una casa, un terreno que comprar, ya que resolvieron vivir aquí.

En las conversaciones la mujer me manifestó que en Europa había una avanzada del islam y que ellos veían que la situación estaría cada vez más compleja. Manifestó su miedo y su rechazo a que, a cada rato la detuvieran en la calle personas con su libro sagrado en la mano, tratando de influenciarlos con su religión. En ese momento no valore del mismo modo y no estuve de acuerdo internamente con su opinión.

Estos días, en estos momentos los estuve recordando reiteradamente.

Hoy, domingo 18 de octubre a la 00 hora comenzó, por segunda vez en dos semanas un alto el fuego humanitario entre Armenia y Azerbaiyán, alto al fuego aceptado en el marco de las supuestas negociaciones en las que trabaja el grupo de Minsk. Y sin asombrarnos, por enésima vez a las 00.40 de hoy fue violado… el fuego azerí, llego a localidades del sureste y noreste de Artsakh (Nagorno Karabaj) .

Durante todos estos días, el alto el fuego humanitario, para intercambio de los muertos, con la intervención de la Cruz Roja, no pudo llevarse a cabo.

Mientras tanto, los detenidos-heridos soldados azeríes, son humanamente tratados, operados, asistidos en los hospitales del “enemigo armenio” mientras del otro lado, soldados azeríes o integrantes de las milicias enviadas por Turquía, aparecen con las cabezas de sus detenidos, expuestas como trofeos, cercenadas de sus cuerpos. Disculpen la crueldad del hecho, pero no hay forma de narrarlo de otra forma más que con la verdad.

Llevamos casi 3 semanas de agresiones sistemáticas, bombardeos a hospitales, escuelas, población civil, bombas de racimo y tantas otras cosas inhumanas e ilegales.

Pero seguimos creyendo, a pesar del apenas murmullo de quienes deben intervenir ante tantas violaciones, seguimos creyendo en el derecho a la población de Artsakh a resolver democráticamente su destino, a hacer uso de una herramienta que se llama “autodeterminación de los pueblos”. Seguimos creyendo que en algún momento se levantaran las voces necesarias para decirle ALTO al violento, al inhumano, al insensible que sigue los pasos del otro perpetrador de genocidios.

Armenia llegó a tener miles de kms cuadrados, que fue perdiendo… en nombre de la paz, en nombre del no conflicto y ahora está a punto de perder lo último que le queda de territorio, y ahora sí, no está dispuesta a ello. La premisa es vivir o morir. Y el mundo y la supuesta “civilización humana”¿será humanamente correcta?¿O callara y será cómplice una y otra vez?

Artsakh necesita ser reconocida por las naciones para asegurar su supervivencia. ¿Qué pesará más? ¿El dios dinero o la cordura y la humanidad?

Obviamente tenemos mucho que hacer como humanistas… confiamos en que los pueblos no quieren vivir en guerras, perder a sus jóvenes hijos, dejar desmembradas sus familias. Sin embargo esta difícil limpiar las cabezas de algunos. Mi madre, que usaba refranes con asiduidad decía, “el pez se comienza a podrir desde la cabeza”…

Espero que pronto, nuevas cabezas, humanas, sensibles, respetuosas de las diversidades, de las diferentes culturas, ocupen un lugar preponderante para salir de este momento donde unos pocos mandan destruir y millones callan.

¡RECONOCIMIENTO DE ARTSAKH! ¡PAZ EN ARMENIA Y ARTSAKH! ¡PAZ EN EL MUNDO!

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