En Grecia, miles de refugiados permanecen sin un lugar donde vivir una semana después del incendio del enorme y superpoblado campamento de Moria. Unas 13.000 personas se quedaron sin hogar y muchas aún no tienen acceso a agua corriente o alimentos ni pueden salir de la isla de Lesbos. Muchas se niegan también a ir a un nuevo campamento establecido por las autoridades griegas, alegando que no confían en las nuevas instalaciones. Los refugiados llevan tiempo realizando protestas por las condiciones en que viven y pidiendo ayuda a otros países europeos. Durante el fin de semana la policía lanzó gases lacrimógenos contra los manifestantes.

Recibimos las últimas noticias del feroz incendio del campo de refugiados de Moria en Lesbos, Grecia, que dejó a trece mil personas refugiadas y migrantes provenientes de Afganistán, Siria y de países africanos, sin acceso a un techo, alimentos e instalaciones sanitarias. El incendio aumentó la preocupación por un posible brote de coronavirus, ya que se produjo en momentos que sus habitantes protestaban por las condiciones de vida vigentes en tiempos de pandemia. Algunas personas solicitantes de asilo, muchas de ellas mujeres y niños, exigen que se les permita salir de la isla de Lesbos, pero el gobierno griego se niega a reubicar en la zona continental a la mayoría de las personas desplazadas por el incendio. “La estrategia del gobierno griego fue, en mi opinión, quebrar el ánimo de la gente”, dice la reportera Franziska Grillmeier, que se comunica con nosotros desde Lesbos.

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