El sexo siempre ha sido un tema tabú en todas las culturas, en general casi ninguna lo ha enfrentado y tratado abiertamente a cara descubierta. Existe frente a él una serie de emociones que se entrecruzan y causan cierta confusión y desorientación sobre cómo afrontarlo racional y emocionalmente: vergüenza, excitación, miedo, nerviosismo, todo menos un tratamiento sereno y racional.

Todo parte con una escasa aceptación del cuerpo humano tal cual es, en particular de la zona genital. Se hacen prendas para ocultar esas áreas, como los trajes de baño destinados precisamente a ese fin, ya que no presentan ninguna otra utilidad para bañarse o tomar sol en una playa o piscina. Más bien estorban a la hora de conseguir un bronceado parejo, como lo demuestran las mujeres al aflojarse el sostén del bikini, para evitar las marcas que deja. Pero en los pechos no lo logran porque no se pueden mostrar. Se les pone traje de baño a niñitas de tres años o menos, cuando ni a ellas ni a nadie provoca nada el que anden desnudas. De ahí en adelante nunca más se lo van a poder sacar. Mirado racionalmente resulta ridículo. Y sin duda, la playa y la piscina son el ámbito más permisivo, porque las calles, las plazas son mucho más restrictivas en esos términos. Para que hablar de los recintos cerrados, o de la televisión, impensable. Ni siquiera youtube o Facebook aceptan fotos o videos en donde salgan personas desnudas. Solamente hay algunos canales pagados que aceptan personas desnudas, pero con contenido pornográfico, o utilizando solamente mujeres estupendas como naked news. Definitivamente parece que hay algo malo con el cuerpo humano al natural que nos avergüenza, o nos provoca rechazo en otros casos. Tal vez también haya mucho de cultural, algo que se nos hizo costumbre y ya no nos resulta natural. O puede ser además que la industria de la moda no lo acepta por ser contrario a sus intereses comerciales.

Partiendo de esta base la función sexual ya tiene un mal comienzo. El pudor y el morbo asociado a la desnudez nos pasan la cuenta, y la actividad sexual que debería ser tan natural como comer o dormir se torna un ejercicio que puede ser complicado y que no satisface medianamente, en particular a las mujeres. Si además al tabú sexual le agregamos la culpa, toda vez que asociamos el sexo a una actividad pecaminosa, ya que culturalmente se nos enseñó a reprimir los deseos sexuales desde chicos por ser pecado, o por ser cochino, en particular en lo relativo a la masturbación. Por último, si a lo anterior le agregamos experiencias sexuales negativas como abusos o acosos, tenemos un cóctel negativo difícil de superar, y que dan como resultado mujeres frígidas, anorgásmicas y hombres ansiosos y compulsivos, hábitos que desembocan finalmente en sexo de mala calidad que no satisface, que da como resultado un acto mecánico, instintivo, muy lejano a las amplias posibilidades de realización sexual de los seres humanos.

Sin duda lo que falta es una educación sexual a todo nivel que libere a los niños de los tabúes, traumas y complejos asociados a la desnudez y a la sexualidad. Estos temas debieran ser tratados en la infancia temprana, en la enseñanza básica, en una primera etapa con un proceso de adaptación a su cuerpo tal como es, sin disfraces ni ocultamientos innecesarios, en actividades al aire libre, algunas de ellas de convocatoria amplia con profesores, padres y apoderados. Son los niños la instancia para facilitar el proceso educacional hacia los adultos. Es necesario desprendernos de nuestros miedos atávicos en beneficio de los niños que representan el futuro de una sociedad más sana. A qué le tememos, son tan grandes nuestros temores, nos da demasiada vergüenza? Les debo decir que es más que nada una falta de costumbre, de hábitos culturales muy arraigados, y que es la primera vez la que cuesta (a los adultos) después se va haciendo mucho más fácil. Los niños se adaptan rápidamente. Debieran haber establecimientos educacionales que ofrecieran esta alternativa, para ir ampliándolo luego a círculos más amplios.

Una segunda etapa en este plan de educación sexual es enseñarles a los niños todo lo relativo al sexo en forma muy gradual. Lo primero un reconocimiento de los órganos de la reproducción, en todos los términos, anatómicos, fisiológicos, el proceso de maduración sexual, los órganos relacionados, su conexión con la esfera sensorial, emocional, el comienzo de la líbido, el proceso hormonal desde la infancia a la edad adulta. Todo acompañado de imágenes adecuadas y muestras in vivo con los mismos niños y profesores.

En una tercera etapa, ya un poco más adultos, se les enseña lo que deben saber de la sexualidad cuando la descarga hormonal se presenta: la madurez sexual, el desarrollo genital, la menstruación y sus síntomas, sus diferentes etapas, los síntomas patológicos, los distintos tipos de flujo y la falta de él, los cuidados que hay que tener y cuando consultar a un médico si hay problemas. En esta etapa también viene todo el fenómeno de la masturbación como una actividad sexual liberadora, natural, casi fisiológica, que no tiene nada de pecaminoso y que por tanto está totalmente exenta de culpa y de arrepentimiento. Se les enseña cómo deben hacerlo, que ocurre con la masturbación en los niños y las niñas. En este mismo módulo se les explica cómo se presenta y qué ocurre con la excitación sexual en niños y niñas, la erección en los hombres y la humectación en las mujeres, la eyaculación y la descarga de semen en los niños y todo lo que pueda ser anormal en la erección y la eyaculación que requiera consulta. El tamaño del pene en los hombres y el desarrollo mamario en las mujeres.

Referido a este despertar sexual, que aunque ya se había tratado antes si es que algún alumno presentara inclinaciones hacia la transexualidad, es necesario abordar plenamente todo lo relativo a la homosexualidad, las inclinaciones normales en la adolescencia y las que se apartan de la normalidad. Tratar todas estas inclinaciones como algo que se da en cierto porcentaje de la población, que no tiene nada de pecaminoso que ocultar y que se debe declarar sin ningún tipo de vergüenza ni culpabilidad.

Durante toda la educación sexual de los niños es necesario educarlos frente a cualquier tipo de abuso sexual en cualquier ámbito y con cualquier persona: profesores, familiares, estableciendo mecanismos de denuncia claros, personalizados, sin culpa, sin vergüenza, a fin de evitar situaciones de acoso sexual o violaciones que son nefastas para el desarrollo personal de los niños y niñas. En la medida que la educación sexual sea clara y transparente y se defina claramente lo que es abuso sexual en términos muy prácticos, será más fácil denunciar los hechos, y con las nuevas leyes al respecto, castigar con dureza estas faltas de respeto criminal hacia los más débiles, que son nuestros niños y niñas.

En una última etapa de la educación sexual, a un nivel más adulto viene todo lo relativo a las relaciones sexuales mismas. A este nivel, es necesario enseñarles cuestiones fundamentales al respecto:

Que las relaciones sexuales son una actividad sagrada, en la que está presente la dimensión más amplia del ser humano, un encuentro profundo que no es sólo cuerpo e instinto, sino que en las cuales el espíritu debe tener una participación activa durante toda la relación. Que el mismo Dios tiene que inspirar las manifestaciones de estos espíritus en la relación.
Que el acto sexual es un acto de entrega mutua, y que el esfuerzo debe centrarse en lograr el mayor placer de la pareja, como un acto de servicio que obtiene placer al entregarlo al otro.
Que las relaciones sexuales requieren de tranquilidad, de que es necesario que la pareja esté relajada, sin una ansiedad exagerada ni tensión nerviosa, ni un ánimo compulsivo, cuestiones que impiden toda comunión y todo el placer asociado al encuentro. En este sentido, el pudor, la vergüenza por la desnudez obran en contra de una relación plena y satisfactoria. También la culpa frente a lo que históricamente se ha asociado al pecado, impide que haya una entrega completa y un legítimo placer.
Es importante enseñarles además en el mismo sentido que el sexo es mucho más que genitalidad, que es lo menos importante, y que son todos los sentidos los que tienen que participar, la vista para apreciar la desnudez, el gusto para saborear la piel de la pareja, el olfato para oler las feromonas que tiene cada uno, el oído para apreciar los suspiros de la pareja, y por último el tacto para explorar y dar placer a través de las caricias erógenas.
Las parejas deben tener la suficiente confianza como para declararse sus gustos en términos sexuales, que no son los mismos para todos en términos de caricias, posiciones, sexo oral, etc.
Todo lo anterior tiene que ser explicado en forma teórica y práctica señalando las técnicas amatorias, la descripción y estimulación de las zonas erógenas, las posiciones más comunes, los cuidados necesarios en cada una de estas acciones, las precauciones, y sobre todo la entrega a las caricias en forma relajada y natural.

La Naturaleza nos ha regalado a la especie humana la hermosa oportunidad de amarnos y conocernos profundamente a través de nuestras relaciones sexuales, de comunicarnos no sólo físicamente a través de nuestras sensaciones, sino también mentalmente con nuestros pensamientos más positivos, y también espiritualmente estableciendo una conexión sagrada entre las dos almas intentando conocer la esencia divina de la pareja, su ser absoluto e inmanifiesto y ponerlo en contacto con el nuestro. Ese es el clímax del encuentro sexual, en el cual podemos tener un orgasmo cósmico en comunión con todo el Universo y con Dios.