Hoy se conmemora en Brasil el Grito de los excluidos, una manifestación popular que lleva muchos años y hoy adquiere nuevos modos, pero no renuncia a sus reclamos.

 

Por Rodrigo Do Ó

«La vida primero».
«Basta de miseria, prejuicios y represión
¡Queremos trabajo, tierra, techo y participación!»

 

El Grito de los Excluidos surgió en tiempo de las protestas sobre los 500 años de colonización de las Américas, y fue una creación de los movimientos sociales y de la izquierda católica. En Brasil se repite desde 1995, siempre el 7 de septiembre, para denunciar que la independencia formal no terminó con la dependencia económica del país.

El Grito siempre ha sido el gran acontecimiento del año para los movimientos de lucha por la tierra y la vivienda, así como el 1º de mayo lo fue para el movimiento sindical. Aquí, en el estado de Río, pasó por varias fases, siguiendo la historia de las luchas sociales y políticas. Al principio era muy pequeño (en 2002, la primera vez que fui, tenía media docena de personas), pero creció y alcanzó su punto máximo entre 2004 y 2008, cuando hubo una ola de ocupaciones urbanas en el centro de Río, como la Chiquinha Gonzaga, Zumbi dos Palmares y Quilombo das Guerreiras, y sus residentes fueron el principal contingente de la manifestación.

En ese momento, la presencia de la izquierda institucional era pequeña. En ese momento, estaban en el gobierno y se dedicaban a darnos lecciones de moral, diciendo que gobernar con el PMDB era la única posibilidad realista, y que le hacíamos el juego de la derecha cuando criticábamos al gobierno. Bueno… pasó lo que pasó.

Desafortunadamente, el vaciamiento de los movimientos al final de esa década también llevó al vaciamiento del Grito. No puedo dejar de recordar a los incansables que garantizó los actos en ese período, como la gente del FIST. Sólo a partir de 2013 se produjo un nuevo crecimiento, tras las manifestaciones de 2013, hasta más o menos 2016 cuando el acto fue grande, al comienzo del gobierno Temer, cuando todavía se esperaba derrocarlo.

El ascenso de la extrema derecha y la crisis económica del gobierno de Dilma perjudicaron mucho a los movimientos populares, que todavía no pudieron recuperarse de las trompadas que recibieron en la cara. Este año, para colmo de males, sucede la pandemia, y no habrá manifestación callejera. En cambio, habrá una Vianda Solidaria organizada por el MST, para distribuir más de 500 comidas caliente a la población que vive en la calle.

La situación política del país es la peor que he visto desde que empecé a participar de los actos del Grito, pero la desesperación de la gente paraliza todavía más que las medidas del gobierno, especialmente en el caso de las personas más activas y conscientes. ¡Este es el momento de lamerse las heridas y preparar los próximos gritos! Una alternativa popular contra la extrema derecha sólo existirá si se arraiga en la base social. Y para eso los movimientos populares son indispensables.

 

Para seguir las actividades del vigésimo sexto Grito de los Excluidos, o para investigar sobre la historia del Grito, haga clic en: https://www.gritodosexcluidos.com/