Por Carlos Santos.-

La robótica podría ser la nieta predilecta de Newton.

El famoso científico sintetizó con las leyes que llevan su nombre a todo el comportamiento del mundo físico de ese entonces, un mundo de poleas y sogas, de fuerzas visibles y sin wi-fi.

La robótica ha permitido suplantar con precisión y una fortaleza extrema al trabajo humano en muchos campos. En todas esas situaciones donde las reglas son más o menos siempre las mismas: levantar cajas o ensamblar un coche o soldar minúsculos componentes electrónicos. Siempre con precisión pero sin variaciones apreciables como las inmutables leyes de Newton.

¿Será que los robots sólo nos liberan de esos trabajos?

Gracias al robotito Curiosity podemos pasear por la superficie de Marte, con otros dispositivos podemos mirar en la profundidad del mar o explorar una mina subterránea a punto de derrumbarse.

La robótica vino para quedarse y facilitar la vida sin ninguna duda.

Pero será que sólo puede realizar esas tareas, ¿son solamente prótesis de nuestros brazos y piernas pero mucho más fuertes o nuestra motricidad fina super precisa y la ampliación de nuestros sentidos o también han empezado a realizar cada vez más las tareas de nuestro cerebro?

¿Será verdad esa afirmación primera que los robots solo pueden hacer tareas simples y repetitivas? Sólo tratando de superar las limitaciones del mundo físico que describen las leyes de Newton.

Foto por David Levêque en Unsplash

Nadie puede dudar de la utilidad de las máquinas y los robots, pero en realidad lo que se puede cuestionar es cuál es la resultante de este sistema de fuerzas, sin duda hay un plus energético.

¿Adónde va a parar el excedente que se genera en las ganancias en un sistema de producción que achica su planta de trabajadores y los reemplaza por robots? ¿y qué pasa con los trabajadores que limitan o dejan es actividad?

Es una ecuación difícil porque mezcla los intereses privados de una empresa con un excedente producto de la acumulación social tecnológica. No son sólo los robots son producto de una acumulación cultural y social, hay infinidad de ejemplos que muestran que muchas empresas han sido ampliamente beneficiadas por haber estado en el momento justo y en el lugar adecuado y no por su trabajo, inversión o particular talento corporativo.

¿Cuándo se podrá hacer una crítica razonable al afán empresarial sin caer desgarrado en las críticas impiadosas del capitalista?

¿Cuándo se podrá hablar del aumento de la riqueza como un capital social compartido, de un aumento de la prosperidad de la comunidad y no de un podio de unos pocos victoriosos?

Y digo cuando se podrá hablar o decir porque es tan grande el influjo del mito del dinero en esta sociedad que el “bienpensante promedio” no acepta siquiera una argumentación lógica en términos sociales, sólo cuenta la óptica empresaria y el mayor problema es que esta óptica dominante ha llegado a las capas más desfavorecidas. Desde esa mirada, los robots vienen como anillo al dedo, no cuestionan, no se toman vacaciones, no hacen huelgas, no se cansan o se enferman etc…

Así que cuando hablamos de Robótica tenemos que aplaudir por la eficacia y el aumento en la producción e inmediatamente ponernos a conversar sobre qué haremos con las nuevas utilidades. Además hay otro factor muy subjetivo que no es menos importante en estas cuestiones.

¿Qué va a hacer la gente si trabaja menos o inclusive pueda decidir no trabajar?

Foto por freestocks en Unsplash

Es muy fuerte la creencia de que uno sólo “puede realizarse” a través del trabajo, que es digno trabajar y que los vagos y holgazanes nada merecen de bueno.

Deben cambiar muchas mentalidades para encontrarnos con muchas personas que decidan dedicarse al arte, a la ayuda desinteresada o a una infinidad de actividades u oficios que no necesariamente busquen mejorar su capacidad financiera.

Una sociedad con robots realizando la mayor parte de la producción de objetos, servicios etc… permite una  sociedad liberada del trabajo, al menos, del trabajo como lo concebimos hasta el momento, debemos pensar en cómo será esa sociedad y qué papel le puede tocar a cada uno en ella.

Así que gracias a la robótica es que podemos empezar a hablar de otras cosas más interesantes de las que veníamos hablando mientras los robots siguen trabajando.

Hablar de robótica entonces es hablar de distribución de la riqueza, de un nuevo reordenamiento socio-económico y también de un nuevo ser humano que es mucho más que un eslabón en la cadena de la producción y el trabajo.

Esta discusión no es poca cosa y ocupará sin duda el debate público en las próximas décadas.

Ahora veamos otro aspecto de la influencia de los “sistemas automatizados en general” ¿qué pasa si exageramos el rol que estos pueden asumir?

Los sistemas de Inteligencia Artificial se desplazan a las áreas de las reflexiones y decisiones  humanas.

En 1968 Stanley Kubrick ya nos advertía del malvado Hal que tomaba el control de la nave en 2001, Odisea del espacio.

Cerca de finales del siglo XX una computadora, Deep Blue, le gana al campeón del mundo, Gary Kasparov.

En la actualidad la compañía Cambridge Analytica utilizó información de las redes sociales de  los votantes para intervenir en las campañas electorales de EEUU y varios otros países del mundo manipulando la opinión pública.

Hoy, es impensable un viaje sin contar con el Google Maps como capitán de navegación de nuestro vehículo.

¿Hasta qué punto permitimos que un algoritmo nos facilite la vida pero también nos quite espacios de decisión personal?

Los invito a continuar estos temas en las notas de Inteligencia Artificial.

Julio de 2020.

El artículo original se puede leer aquí