En enero de 1944 fue Florence Li Tim-Oi la protagonista de una página de la historia: fue, de hecho, la primera mujer en el mundo en ser ordenada sacerdote por la Iglesia Anglicana. Fue un momento difícil, ya que el peso de la invasión japonesa se sintió con fuerza. Al final de la guerra renunció y en 1971 fue el sínodo de Hong Kong y Macao el que decidió convertirse en la primera provincia anglicana que permitió la ordenación de mujeres. Las primeras en este nuevo camino fueron Jane Hwang y Joyce M. Bennett y, de nuevo en el mismo año, la propia Tim-Oi fue reconocida como sacerdote de la Iglesia. Este fue el resultado de una de las acciones que luego empujó y llevó a la Iglesia Anglicana a convertirse en una de las confesiones religiosas con más mujeres sacerdotes.

Pero, ¿qué espíritu puede aportar a una mujer en las actividades eclesiales? Le preguntamos a Vickie Sims, pastora de la Iglesia Anglicana de Milán, un lugar de encuentro no sólo para los británicos, sino también para todas las demás iglesias anglicanas de África, Asia, Australia. «La presencia de las mujeres es muy importante porque el mundo está formado tanto por hombres como por mujeres, explica, tenemos dones de Dios para ofrecer en el servicio y en la sociedad de hoy». Es ella quien dice que la presencia de las mujeres en la Iglesia Anglicana está «bastante arraigada y es parte de la normalidad». «En mi opinión, cada vez que hay grupos de personas trabajando juntas, continúa, afecta mucho si hay un grupo femenino, masculino o mixto». Para Sims es una obra que «marca la diferencia, también en la forma de discutir los problemas, para tomar decisiones y gestionar las relaciones con los fieles».


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide