por Luciano Debanne

Contrario a lo que se dice por ahí, yo creo que estos no son tiempos de revisar nada.

No son tiempos de pensarse mucho, no son tiempos de tomar decisiones, no son tiempos de afrontar grandes cambios, no son tiempos de analizar las profundidades del alma, nada de eso.

Yo creo que hay que hibernar. Suspenderse.

Flotar en un ensueño, todo lo que se pueda. Todo lo que las tripas y el bolsillo te lo permitan.

No tomar decisiones drásticas: ni grandes, ni chiquitas.

Pasa que ahora mismo estamos desnivelados.

Nos faltan los encuentros y los abrazos, y las frenadas de carro, necesarias para pensar y actuar.

Nos falta la mofa que desdramatiza lo que nos pasa y sentimos. Esa mirada ajena, esa otredad.

Nos falta todo eso que está ahí afuera, ese contacto. La energía de otras personas, sus ideas, cargadas, absurdos, sus bajadas a tierra.

No es cierto que alguien se comprende más a sí mismo cuando está en soledad, porque nadie es en soledad. Somos con otros.

Entonces, en este tiempo, dejar lo importante para después. Ahora no estamos en condiciones.

Yo creo que en momentos como estos hay que hibernar. Suspenderse.

Flotar en un mar de cotidianeidad. Hacer sapito, y dejarse estar.