La Luna, muy contrario de lo que se creía sobre su origen, emite un flujo constante de iones de carbono desde casi toda su superficie.

Los resultados de un reciente estudio podrían hacer que la teoría del origen del satélite natural de la Tierra sea reconsiderada, pues ve posible que el carbono haya estado en la Luna desde su formación, o poco después.

Uno de sus instrumentos empleados para la investigación, proporcionada por la nave espacial exploradora de ingeniería y de selenología, más conocida como Kaguya, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), era un espectrómetro de masa de iones que detectaba inclusive el carbono, algo que no había aparecido en los datos de Apolo y hacía creer que la Luna tenía muy pocos.

El estudio, publicado el miércoles en el sitio Science Advances, ha descubierto rastros de carbono y agua volátil en las capas volcánicas lunares, donde las concentraciones de estos elementos variaban. Las llanuras volcánicas más jóvenes del lado cercano a la Luna emitieron más iones de carbono que las tierras altas más antiguas. Esto sugiere que el carbono podría estar incrustado en la Luna.

Estas emisiones se distribuyeron en casi toda la superficie lunar, pero las cantidades eran diferentes con respecto a las zonas geográficas lunares”, sostienen los investigadores.

La razón de que esto sea un problema para la teoría del gran impacto que explica la formación de la Luna como resultado de una colisión entre la Tierra y un protoplaneta del tamaño de Marte denominado Tea es porque dicha colisión habría generado temperaturas bastante intensas que deberían haber vaporizado parcialmente los escombros y evaporado los volátiles, produciendo lo que se conoce como Luna seca.

Sin embargo, con este reciente descubrimiento se estaría revelando una Luna ‘húmeda’ rica en volátiles, lo que hace creer que las temperaturas generadas por el impacto podrían haber sido mucho menor en intensidad de lo que se pensaba anteriormente.

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