Por Violeta Moraga/Equipo de Comunicación popular Colectivo al Margen 

Frente a la falta de representación en los comités de emergencia, se lanzó en Río Negro la mesa territorial mapuche-tehuelche para atender las necesidades de las comunidades

“Los comités de emergencia que se han conformado en cada pueblo no cuentan con ningún referente de pueblos originarios, con lo cual, no hay una mirada colectiva de la situación”, relata Orlando Carriqueo, werken de la Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro, para explicar el lanzamiento que se hizo esta semana de una mesa de emergencia territorial mapuche-tehuelche en la provincia de Río Negro.

Desde allí están elaborando diagnósticos sobre la situación que atraviesan las comunidades, las necesidades más urgentes y las posibles soluciones.

“Hemos planteado al ministerio de Desarrollo Social de Nación algunos de los problemas que hemos detectado y plasmado en un informe. Porque, si bien se han mandado recursos a las provincias y a los municipios, la verdad es que la organización indígena con el gobierno de Río Negro tiene diferencias políticas. No solo por el caso Rafael Nahuel, sino por la ley de tierras (26.260), la política minera en los territorios, la idea de no dotar de presupuesto la Ley Integral Indígena. Entonces, en esta emergencia, nosotros hemos empezado en la zona andina a funcionar como mesa de emergencia territorial mapuche-tehuelche”.

La misma, no solo está compuesta por referentes del Consejo de Desarrollo de Comunidades Indígenas (CODECI), sino de distintas comunidades que integran la organización. Justamente, la idea no es acotar, sino ampliar para poder contactar con los diversos territorios en un momento donde no es posible hacer recorridas, algo que vuelve la trama de organización y comunicación, fundamental.

En este marco, entre las primeras acciones se logró coordinar la entrega de leña para la zona andina y sur, junto a otros recursos que se van obteniendo por coordinación y lazos que se entretejen. “Cuando nosotros pensábamos que la principal preocupación iba a ser el alimento, nos encontramos que es el forraje y la leña”, dice Carriqueo sobre el trabajo de relevamiento, del que también se desprenden otros planteos comunes como la falta de combustible, aumento de precios y falta de control, en contexto donde, además, hay dificultad en llegar a los parajes, donde tampoco hay internet o medios electrónicos para hacer trámites, a lo que se suma la precaria situación sanitaria en las zonas rurales. La falta de información también es un problema, por lo que se ideó un programa de radio: “No hay información de lo que pasa, entonces pedimos espacio en Radio Nacional y armamos un micro para que salga en Bariloche, Jacobacci y Viedma, con un panorama netamente comunitario”.

La urgencia de cambiar el rumbo

“La humanidad no tiene que buscar culpables puntuales sino empezar a asumir las responsabilidades colectivas como sociedad. No es culpa del murciélago, ni del chino que se comió el murciélago. Lo que está pasando tiene que ver mucho mas con un contexto donde se ha arrasado el territorio, donde a ese murciélago se lo ha corrido de su habitad natural, se ha contaminado el agua, el aire, la tierra. Hemos tenido antecedentes como la gripe porcina, la gripe aviar. Entonces, tenemos que empezar a mirar la responsabilidad en todo el desequilibrio que hemos hecho como humanidad y como sociedad en los distintos territorios, ese es el costo que hoy pagamos”, avanza Orlando consultado sobre la visión del momento que atravesamos en el mundo.

En ese sentido llama a la reflexión sobre la forma de vida que se despliega sobre el planeta y reflexiona: “Por más que los gobiernos cooperen entre sí y se compren millones de respiradores artificiales, si no cambiamos los modos de vida vamos a volver a sufrir esto en corto tiempo”. Trae a la memoria el 2019 como el año más caluroso en el mundo, el retroceso de los glaciares, la falta de nieve en la Antártida, los incendios en la Amazonia y Australia. “Creo que esto es parte de la misma responsabilidad, que se trata de qué hacemos todos los días cada uno de nosotros”.

Foto de Euge Neme/Al Margen

–Cómo pensás el rol del Estado en estos nuevos tiempos

–Hay una responsabilidad del Estado sobre lo que viene para adelante. Nosotros entendemos que en las ciudades se van a pagar costos muy grandes, como la desocupación. Tiene que haber también una mirada sobre los que más tienen en la parte impositiva para ayudar a los que menos tienen. Eso es una responsabilidad del Estado también: generar esos mecanismos, porque todos los costos los pagamos los sectores más empobrecidos. Tiene que ver además con dar una fuerte discusión sobre lo que va a pasar en los territorios, lo que va a dejar hacer el Estado. No podemos avalar la mega minería, las grandes obras que modifican todo el territorio cerrando un río, no podemos permitir la agro forestación, los agroquímicos, tenemos que empezar a consumir más sano, pero para ese consumo más sano tenemos que tener una discusión sobre la distribución del territorio, una política pública de reconocer a las comunidades allí. Hoy es una infamia que Benetton tenga un millón de hectáreas, como que Lewis tenga un lago escondido.

–El fortalecimiento de las organizaciones también parece central.

–Este tiempo es un desafío para las organizaciones indígenas, campesinas, sociales y gremiales que tienen que empezar a tender otros lazos. También con una mirada muy fuerte que tienen los pueblos originarios que entienden que no somos dueños del mundo, que somos parte. Y si hay un cerro, por mas oro y plata que tenga adentro, tiene derecho a estar en ese lugar porque funciona en equilibrio con todas las aves, las piedras, las plantas medicinales, el rio que tiene que seguir su curso porque esa agua llega no solo a nuestra familia, sino a muchas otras. Hay que tener una mirada mucho más colectiva.

–Entran en juego los modos de producción.

–Argentina hace 50 años estaba poblada de pequeños agricultores, sin embargo esa tierra se concentró y el Estado permitió que se concentre. Y eso se ha ido desarrollando en todo el mundo. Para eso también hay que plantearse en manos de quién está el territorio. Porque el costo de las inequidades que hacen a la concentración y la maximización de las ganancias lo pagamos todos en enfermedades, en el precio que tiene el valor de la tierra, en serias dificultades en acceder a las viviendas, en contaminación. Tenemos que ir buscando el buen vivir como sociedad. Que sigan buscando maximizar las ganancias para aumentar el consumo, para tener un televisor más grande, para viajar o para comer en los mejores restaurantes cuando hay familias que no pueden comer, ese es el verdadero error de la humanidad.

–Hay que encontrar más que una vacuna

–Si pensamos que vamos a solucionar esto creando una vacuna contra la gripe y no retrocedemos con lo que estamos haciendo en el territorio en pocos años vamos a sufrir consecuencias mucho más duras, con catástrofes naturales, porque la tierra no puede aguantar el grado de devastación que le estamos provocando. El capitalismo como sistema económico que distribuye la tierra y se la apropia tiene que entrar en debate y tensión. Y en ese sentido las comunidades tenemos que hacer una fuerte resistencia como la estamos haciendo hace tantos años y llamar a la sociedad a buscar las soluciones de otra manera, repensar los modos de vivir y de consumo.

En la semana de los pueblos originarios, a más de 500 años de iniciada la conquista seguimos resistiendo y dando lo mejor de nosotros para construir el buen vivir junto a todas las personas. Me parece que en ese respeto, en esa confraternidad, en esa humanización de los lazos, tenemos que empezar a construir caminos distintos para las próximas generaciones.

El artículo original se puede leer aquí