Pressenza Colombia y Pressencia Francófona ha decidido abrir sus redacciones a todas aquellas personas que deseen compartir sus historias y reflexiones inspiradas de este periodo de confinamiento.

Hoy comenzamos la serie con dos hermosos relatos escritos por una pareja de colombianos, Natalia Buitrago y Juan Carlos Palacio, que viven en la ciudad de Medellín con su hijo de 5 años.

Natalia Buitrago : «Este ha sido un momento de conexión, agradecimiento y encuentro con mi interior».

Soy esposa, madre y mujer trabajadora, que como muchas madres en todo el mundo, se levanta cada día a trabajar para brindarle a su hijo un «mejor futuro» muchas veces a costa del poco tiempo que puedo dedicarle a él. Es por eso que soy feliz, porque he podido compartir con mi familia este tiempo, jugar con mi hijo, leer un libro, ver una película en familia, compartir más tiempo con mi esposo. Además he realizado cosas que me gustan pero que a veces no podía realizar, como es meditar. Esta práctica me ha enseñado el poder interno que cada ser humano tiene para sanar y equilibrar su cuerpo físico, mental y espiritual. Lo que más me ha gustado es que no solo medito para mí, sino que este tiempo me ha permitido compartir esta experiencia con otras personas a través de mis redes sociales, ayudándoles a conectar con su SER más que con su TENER.

Este es un tiempo donde por primera vez en muchos años la ciudad donde vivo tiene el aire limpio, los pájaros y demás animales que acá viven salen felices por las calles y el cielo, y nos permiten ver y disfrutar lo hermoso de la naturaleza.

Simplemente agradecida por vivir en este tiempo de recogimiento, de conexión y valoración de las cosas maravillosas que tiene el universo para brindarnos.

Juan Carlos Palacio : «El confinamiento me ha servido mucho para reflexionar sobre lo vulnerable que es la humanidad».

El confinamiento me ha servido mucho para reflexionar sobre lo vulnerable que es la humanidad. Me ha mostrado lo importante que es tener y estar en familia. Me ha hecho entender lo maravilloso que es tener un techo, contar con un trabajo estable y haber estudiado una profesión que parte su significado desde la palabra tierra (Ingeniería agroindustrial). La producción y el abastecimiento de alimentos se convirtió en la principal actividad del confinamiento.

El estar encerrado me colocó a pensar más en la familia y en los amigos, a los cuales llamé y me conecté más por los medios digitales para saber de ellos, actividad que en mi vida normal poco lo hacía. Me despertó más la solidaridad al donar recursos económicos para ayudar a los necesitados que requerían alimentos. Y finalmente, el confinamiento me dio alegría por el respiro que tuvo el planeta y que lo liberó por un tiempo del abuso que recibe del ser humano.