Para esta misma fecha de 2019, cuando se disponían a celebrar juntas su primer #8M, nos hicieron conocer su entusiasmo por encontrarse, por reconocerse, por encarar colectivamente el desafío de organizarse para enfrentar el patriarcado, felices. El año transcurrido hasta aquí las encuentra, como al movimiento de mujeres en todo el mundo, fortalecidas. Esta fue nuestra charla con Evelyn López, Orti, una de las integrantes de Feministas en Países Bajos.

 

–El grupo empezó con el pañuelazo que hicimos el 8 de agosto de 2018, cuando el Senado argentino decidió no aprobar la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Ahí nos conectamos varias feministas de Argentina y Perú. Aunque teníamos distinto tiempo de estar acá, a todas nos pasaba que no encontrábamos el grupo que nos cobijara dentro de Holanda, no sólo por el idioma sino por ideología, por las aspiraciones que compartíamos, por lo que queremos discutir. Acá es todo bastante diferente. Entonces, en lugar de incluirnos en un grupo ya armado –que hubiera sido más cómodo–, decidimos armar nuestro propio espacio con todo el trabajo que eso conlleva, desde aprender a armar un gupo hasta tomar decisiones juntas, porque decidimos por consenso, tratando de ser lo más horizontales posibles. Eso es más difícil que si alguien lleva el comando de un grupo, pero estamos muy contentas, porque aunque es más trabajoso, tiene más que ver con los ideales feministas. Nos gusta.

–Pero nos contaste que el grupo fue cambiando…

–Fue mutando mucho. Hay gente que se fue, gente que llegó, pero además fuimos creciendo ideológicamente, no se si en lo individual pero sí como grupo. Decidir qué rumbo darnos implica muchas horas de discusión, de hablar de distintos temas, de conocernos, y en eso hay quien se va y quien viene. Del grupo de 2018 todavía somos varias, pero también se incorporaron chicas de España, de Chile, nos estamos contactando con otras de Méjico… nos vamos ampliando.

–¿Cuántas compañeras integran el grupo?

–Con la convocatoria del 8M crecimos bastante. Diría que aunque el grupo siempre activo es más pequeño, el conjunto está en alrededor de 20. Y eso, para lo que imaginamos cuando arrancamos, es un montón. Empezamos juntándonos en las casas, por ejemplo, cada vez buscando dónde había lugar, hasta que nos llegó el ofrecimiento de Casa Migrante, que es un espacio hermoso, super abierto. Ellos no nos dicen qué hacer, por qué o para qué queremos el espacio. Lo único que nos  piden es que definamos anualmente el horario de reunión y lo cumplamos. Y tener un espacio ha sido muy importante para seguir adelante.

–Antes hablabas de las discusiones y del crecimiento ideológico del grupo. ¿A qué te referías?

–Somos todas inmigrantes de distintos orígenes, y sabemos que el grupo no siempre va a reflejar nuestras particularidades. Podemos ser de izquierda, socialistas, comunistas, peronistas… pero intentamos mantener algunos puntos en común. Sabemos que hay temas en que difícilmente vamos a estar totalmente de acuerdo porque tenemos distintas pertenencias políticas, pero en la militancia rescatamos convergencias. El año pasado, por ejemplo, Agustina Solera nos estuvo dando charlas sobre colonialidad, que es un tema enorme, y todas fuimos entendiendo más la incidencia de ciertos países en Latinoamérica. A este punto podemos decir claramente que somos anticapitalistas, que creemos que el feminismo no es sólo para mujeres cis, que concebimos el feminismo como un modo de vida y que cualquiera que lo lleve adelante es feminista.

Los temas a resolver no son fáciles, pero tenemos una regla muy linda y es que cuando discutimos algo, por más urticante que parezca, nadie puede ser desacreditado con violencia diciendo, por ejemplo, “eso es machista”. Si rebatimos algo es con argumentos, con sustento, no acusando a quien disiente sino abriendo el intercambio. Lo otro es lo que hace el sistema que te etiqueta, te cataloga, te inmoviliza como si no pudieras cambiar de opinión. No podemos dejar que una persona llegue hasta nosotras y no pueda expresarse por miedo a que las demás la juzguen. Nosotras no queremos ser las feministas del año. Queremos discutir políticamente, sobre sociedad, colonialidad, economía…

–Ya que hay muchos feminismos ¿cómo lo entienden ustedes?

–Compartimos la visión del feminismo como lucha contra todas las formas de opresión. Por eso mismo somos un grupo diverso, porque creemos que el patriarcado no sólo atenta contra las mujeres sino contra la comunidad LGBTQ y también –aunque bastante más atrás–, contra los varones. Capitalismo, patriarcado y colonialidad están muy emparentados; por eso, por ejemplo, cuando solo se piensa en las mujeres que quieren romper el techo de cristal, hay un montón de gente que se queda afuera. Puede estar bueno  que una mujer llegue a CEO de una compañía, pero también entendemos que si llega a ese lugar muy probablemente es porque replicó los patrones de poder. Habrá a quien le parezca buenísimo, pero nosotras no nos ocupamos de eso. Nos importa visibilizar otra cosa.

Queremos que cada una tenga la posibilidad de ser como quiera ser, que los países centrales entiendan que hay otras formas de vida distintas y sin embargo tan buenas como la de ellos, que hay pueblos que eligen otras maneras de vivir, y que deberían ser respetados en sus decisiones, en sus culturas, en sus formas de organización.

–¿Qué pasa con el feminismo holandés?

–No es un tema muy presente. Este año quisimos buscar información oficial, y encontramos que es muy difícil acceder a estadísticas, por ejemplo. Es un tema que del que no se habla. Inclusive creo que aquí el femicidio no está caracterizado como tal.

Hay una organización, Mujeres del mundo, con la que marchamos el año pasado que se manifiestan puntualmente para el 8 de marzo. Y para la misma fecha la filial local de Women’s March organiza una manifestación multitudinaria, que se apoya en mucha publicidad en el medio. Y no más. Otros grupos que van surgiendo, están formados por inmigrantes, como el nuestro.

Nos han dicho que el movimiento fue muy fuerte en los años 70 y 80, pero luego se debilitó. En cambio se ve una militancia fuerte y creciente por el cambio climático.

–¿Y qué van a hacer el 8? ¿O será el 9 como en otros puntos?

–No, no hay convocatoria al paro el 9. Este año sólo vamos a participar el domingo 8 en la marcha que organiza Women’s March. Es una movida muy numerosa, pero ahí vamos a presentarnos, armamos performances, tenemos nuestros cánticos y reivindicaciones.

Mucha gente nos está preguntando si nuestra marcha va a ser “mixta”y eso me suena a ensalada. Nuestra marcha no será mixta, será diversa. Las, los, les que marchamos, somos diversos y somos feministas. Eso no significa que hagamos todo bien, pero sí que tenemos la firme intención de hacerlo.

 

Mientras Orti conversaba con nosotras, sus compañeras se preparaban para el domingo. Pintaban consignas en los carteles, escribían en su idioma enarbolando sus identidades, se reían. En lo que hacen, en lo que nos han dicho, dejan claro que están armado algo que va mucho más allá de la marcha del #8M. Y no están solas.

Se va a caer, se va a caer…