Por Ximena Soza

Desde el dieciocho de octubre del año 2019, Santiago y varias ciudades de Chile se transformaron en lugares de enfrentamiento entre el pueblo chileno, la policía, e incluso, por algunos días el ejército de Chile. Si bien, les chilenos no son ajenos a la violencia de estado, la brutalidad policíaca, ni a las violaciones a los derechos humanos, el nivel de las agresiones cometidas durante el gobierno de Sebastián Piñera ha alcanzado niveles que no se habían visto desde la dictadura de Augusto Pinochet, al menos no, en todos los lugares del país. Cabe destacar que esa violencia ha sido una práctica sistemática en contra de las comunidades Mapuche y que hoy solo se expande a chilenos y mapuche por igual.

Los pueblos que habitan el territorio chileno, se han levantado bajo la consigna «hasta que la dignidad se haga costumbre» y es esa promesa la que ha llevado a miles a las calles en contra de todas las vicisitudes. Estos enfrentamientos han dejado según estadísticas del Instituto Nacional de Derechos Humanos más de cuarenta muertos, más de mil setecientos heridos, por balas, balines o bombas lacrimógenas y el uso de químicos en las aguas arrojadas para disolver las manifestaciones. Dentro de los heridos, aproximadamente cuatrocientas treinta personas han sufrido daños oculares, convirtiéndose algunos de estos en pérdidas parciales y/o totales de la visión.

Estos enfrentamientos también han creado un escenario nuevo, en el que de manera orgánica el pueblo se ha auto-convocado a tomar diversos roles y a poner en práctica diversas estrategias de autodefensa, organización y seguridad. Dentro de estos roles existen quienes defienden el derecho a la protesta, exponiéndose de manera casi cotidiana a sufrir las consecuencias antes señaladas y también quienes defienden el derecho a defenderla y se encargan de sanar las heridas de las víctimas de la represión. Partes de las ciudades más grandes del país, se han convertido desde octubre, en verdaderas zonas de combate, con una primera línea de enfrentamiento, redes de contención y equipos médicos.

Unos de los equipos médicos que trabajan semanalmente en la llamada zona cero del conflicto en Santiago es la Brigada Dignidad, un conjunto de profesionales de diferentes especialidades que de manera voluntaria atienden a quienes son heridos por la policía. La brigada es una organización autónoma que se congregó a partir de la necesidad que como profesionales identificaron ante la crítica situación sanitaria que se generó con el despertar en Chile “La brigada nace el 25, nace de la necesidad de atención urgente de profesionales a los heridos y a los compañeros que empezaron a caer en enfrentamientos con la policía”, nos cuenta Víctor, un médico de la brigada » La brigada cuenta con gente capacitada en varias especialidades, como Internistas urgenciólogos, anestesiólogos, enfermeras, enfermeras de urgencia, kinesiólogos, fonoaudiólogos, neurólogos, psicólogos, terapeutas, oftalmólogos y otros. Tenemos muchos pacientes, a los cuales derivamos oportunamente, les hacemos el triage y vemos la gravedad de sus heridas y la mejor opción para ellos, después les hacemos el seguimiento aquí mismo, si ellos quieren se les abre una ficha y les hacemos los controles pertinentes”.

Brigadas como la Brigada Dignidad, se han convertido en actores de vital importancia para los chilenos y chilenas de la resistencia, porque si bien, en el comienzo del estallido social la represión era generalizada, pronto se transformó en una meticulosa persecución a líderes sociales, estudiantiles, periodistas y cualquier persona o grupo que se presentara como una amenaza para el actual sistema social y político. Desde hace algunos meses las personas heridas en protestas comenzaron a ser detenidas al acudir a los centros de salud del estado «ahora los heridos son detenidos desde los mismos recintos de salud, dependiendo del tipo de lesiones y de donde las lesiones fueron hechas, saben que los llevan a centros de atención y ahí mismo los van a buscar. Hace poco las fuerzas especiales de la policía entró armada a buscar a un herido a un hospital y en frente de las armas, los doctores no pudieron prevenir la detención del paciente, con la pistola en la cabeza no se puede hacer nada. Ahora las personas con cualquier lesión deciden no ir al hospital y por eso acuden a nosotros. Lo primero ha causado una epidemia de infecciones de las heridas y lo segundo un aumento en el número de visitas que tenemos, cada vez tenemos más pacientes».

La labor de las brigadas de salud son vitales y el gobierno junto con sus aparatos represivos lo saben, por ello, como una manera de interrumpir la recuperación de las víctimas que pudieran volver al combate, la policía ha cometido varios ataques en contra de los rescatistas y el puesto de La brigada Dignidad y otras brigadas, «nos han atacado violando todo protocolos, varias veces han destruido nuestro puesto, nos han destruido los insumos y los equipos, en uno de los ataques más serios fue cuando nos atacaron de manera directa. El policía tiró bombas lacrimógenas mientras hacía una cirugía, de hecho el policía me tiró la bomba con la mano, en ese momento yo no tenía la máscara puesta porque estaba atendiendo, pero nuestro compromiso nos obliga a quedarnos con el paciente en todo momento, aunque nos esté costando respirar. Tenemos que generar un mejor espacio, porque pase lo que pase nosotros nos vamos a quedar junto a nuestros pacientes». El seis de marzo el puesto de la brigada fue incendiado por una de las más de veinte bombas lacrimógenas que fueron arrojadas por la policía, sin consideración por los posibles pacientes a estuvieran siendo atendidos “ tiraron las bombas hacia adentro del puesto de salud y en un momentos comenzaron a tirar las bombas desde la altura, entonces dos de esas bombas, cae, una en el puesto y la otra en un pino que estaba al lado, entonces se incendió el pino y el fuego se expandió a nuestro lugar de atención que por sus características (toldo de plástico, etc.) se incendió rápidamente. En ese momento, estábamos atendiendo a un par de pacientes y tuvimos que sacarlos y tirarlos en un pasto que estaba al lado para seguir atendiéndolos.” A pesar de los destrozos y las pérdidas materiales de ese brutal ataque, los brigadistas levantaron nuevamente su lugar de trabajo y estuvieron listos para atender pacientes el día ocho de marzo, día emblemático en el que para la celebración del día internacional de la mujer se reunieron más de dos millones de personas. Los miembros de la Brigada Dignidad están en constante adaptación, trabajando en mejoras constantes para proveer servicios a la comunidad en resistencia.

Las nuevas medidas de represión y las nuevas tácticas de la policía han presentado nuevos desafíos para los equipos médicos, las heridas oculares por ejemplo, han obligado a los equipos a trabajar en conjunto, a crear redes con especialistas y a entrenarse «estamos como brigada, realizando capacitaciones a los miembros de nuestra brigada y de otras brigadas, porque en el caso de los traumas oculares, la manera de vendar la herida o de transportar al herido puede hacer una gran diferencia en la recuperación o la pérdida del ojo del paciente». También en términos personales el impacto de atender traumas oculares ha estremecido a los médicos » cuando atendí al último paciente que sufrió la pérdida de uno de sus ojos, un joven de 22 años, el paciente se puso a llorar y yo me puse a llorar con él».

Debido a la autonomía de la Brigada, las necesidades de solidaridad para acceder a materiales y equipos de salud son altas, si bien la brigada se ha desarrollado estratégicamente, formando redes de apoyo con otros grupos médicos y generando equipos de rescate que acuden al lugar del incidente, hay muchos elementos que hacen falta, desde sistemas de comunicación menos precarios que con los que cuentan, mascarillas de buena calidad hasta un desfibrilador para asistir a pacientes con paros respiratorios, “ sacando cuentas vemos que atendiendo heridos podemos ocupar entre cien y ciento cincuenta gazas diarias, solo gazas, sin contar las suturas, los otros materiales”.

La Brigada Dignidad ha atendido durante todos los meses que ha durado el estallido social, incluso en los meses de menor movilización. A partir del comienzo de marzo, época que en el cono sur coincide con el retorno a clases de estudiantes de todos los niveles, la brigada atendió diariamente hasta el comienzo de la cuarentena que se impartió por la crisis sanitaria del virus corona. Durante la pausa la brigada se encuentra dando información a la población a través de sus redes sociales, respondiendo preguntas y promoviendo datos de autocuidado, entendiendo que sus pacientes son quienes están más desprovistos de garantías en el quebrado sistema de salud chileno. Además de seguir prestando sus servicios a la comunidad de manera digital, muchos miembros de la brigada siguen participando en sus labores como trabajadores del área de la salud. Durante este tiempo la brigada está preparándose para el retorno de las protestas, haciendo campañas de recolección de insumos médicos y recursos para comprar equipos de vital importancia para su desempeño como rescatistas.

Los miembros de las brigadas de salud, como estos de la Brigada Dignidad, no solo están desafiando su propia práctica profesional en la tarea que se han encomendado. sino también, arriesgando sus vidas y el corazón al ser testigos de pérdidas irreparables. Los brigadistas, han estado ahí, cada semana y prometen que seguirán estando apenas los cambios sociales para Chile vuelvan a exigirse en la calle. Trabajaran a la intemperie, bajo extenuantes condiciones, mitigando el dolor de las heridas físicas y aquellas invisibles que han intentado fracturar la dignidad de los chilenos «nosotros estamos aquí, hasta las últimas consecuencias, porque esta lucha por la dignidad es una lucha justa».

 

*Para comunicarse con la brigada pueden dirigirse a dignidadbrigada@gmail.com

*Pueden seguir a la Brigada Dignidad en instagram en brigada_dignidad y en facebook por Brigada Dignidad, ambos medios a través del cuales la brigada pretende informada a la población.