Intenso día de ayer 3 de febrero en las calles del centro histórico de Palermo. Mucha gente salió a las calles para manifestarse en contra de la visita no deseada de Salvini a la ciudad. Ya durante la semana había aparecido las sábanas con el texto «Palermo non si Lega» (Palermo no se ata) expuesta en los balcones de diferentes barrios. Incluso durante el cruce de la ciudad, el ex ministro fue objeto de protesta. Volvamos a un hecho aparentemente marginal que accidentalmente salió a la luz: al cruzar accidentalmente a una inofensiva dama en la calle, Salvini pudo verificar cuán extendido estaba el sentimiento antilegitiano que comúnmente sienten la mayoría de los ciudadanos. La señora no pudo resistir el deseo de impugnar su presencia en la ciudad: «¿Qué vienes a hacer a Palermo? Nosotros somos del Sur».

Pues bien, quizás este hecho insignificante fue la fuente premonitoria que, en cambio, disparó la campana de alarma, induciendo al jefe de la derecha italiana a desistir del paseo que, desde allí a poca distancia del lugar fortuito del encuentro con la Señora antes mencionado, debería haber hecho, imaginando una multitud de pretendientes que le esperaban, en fila con los móviles en la mano, para la habitual selfi.

El Matteo del Papete, al que no le faltaba intuición, estaba bien tomado en el signo: no era el día ideal para el habitual paseo entre los mostradores de los mercados populares. Sabía bien que entre las calles empedradas de Ballarò se encontraría con una multitud disidente, dispuesta a desafiar su manifiesta presencia no deseada por la villanía política promovida por el ministro de la República. De hecho, la muy exitosa iniciativa, convocada por SOS Ballarò, Moltivolti y Arci Porco Rosso, vio la participación de mujeres y hombres que se reunieron en el histórico barrio del mercado para defender una idea de comunidad abierta, que no tiene miedo. Los organizadores de la protesta, satisfechos con el resultado de la iniciativa, dijeron inmediatamente después: «Salvini decidió no venir porque sería acogido por un barrio que sabe que paga un precio muy alto por lo que hizo como ministro y por las cosas que dice todos los días». La referencia explícita es a los decretos de seguridad que, según ellos, «han empeorado las condiciones de vida de muchos de nuestros conciudadanos, aumentando la marginación social y afectando así profundamente la calidad de nuestras comunidades».

En respuesta, «el capitán de la fortuna» anunció que la caminata a los mercados de Palermo se realiza en trineo hasta el día en que pueda «traer algunas propuestas concretas». Dadas las suposiciones, creemos que podemos asegurar a la multitud que difícilmente veremos al ex ministro en Ballarò. De hecho, sabemos muy bien lo capaz que es el nuestro de montar los problemas (fomentando el odio hacia el otro) en lugar de resolverlos.

Por supuesto, seamos claros, estamos contando otra historia que la que cuenta la prensa convencional – tanto en papel como en línea – que, en cambio, nos da la narración del evento de la tarde celebrado en un salón de teatro lleno de gente, donde un público en un estado emocional entusiasta no se ahorró el pelarse las manos para aplaudir el discurso del hombre de la providencia que venía del Norte.

Mientras elogian el nacimiento de un magnífico «pueblo legista siciliano» que se aferra a su líder, el flashmob lanzado por las sardinas de Palermo, las crónicas informan de algunos hilos. Ahora bien, tal vez no se haya producido la extraordinaria y milimétrica cobertura de la alfombra de la pavimentación de toda la Plaza Massimo, como con ocasión del primer flashmob antisalino, pero ciertamente se trataba de una masa sustancial y significativa, mucho más nutrida que la suma de la que acampaba fuera de la sala de reunión y la que estaba cómodamente sentada en un sillón, compuesta principalmente por la nueva clase dirigente legosiciliana, surgida de las cenizas del centro-derecha a la fuerza motriz de Berlusconi.

La feliz noticia que queremos comunicar del  Silent Flashmob (Flashmob silencioso), convocado por las sardinas de Palermo, es la hermosa presencia de jóvenes emigrantes que han enriquecido el evento: Se unieron a la plaza después de cruzar la vía Maqueda, el eje vial histórico de la era hispana, desde los Quattro Canti di città hasta el monumental Teatro Massimo, trayendo los sonidos políticos antisalvinianos – «Salvini vai via da Palermo» (Salvini vete de Palermo) el más popular- acompañados de ritmos etno-musicales hechos vibrar por su inevitable percusión.

En definitiva, como alternativa al nuevo modelo legosiciliano, nos pareció que desde ayer en Palermo es posible una nueva y articulada alquimia y que una subjetividad, afectivamente expansiva y solidaria, de cualquier contenedor represivo, puede surgir desde abajo.


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide