Carlos Caramello afirma en este artículo que el “Es con todos” quiere decir con TODOS, incluidas las voces críticas, por chocantes que hoy resuenen; que son las mismas que resistieron desde distintos medios y espacios, cuatro años de macrismo; que serán las mismas voces que atronarán ante cualquier intento de desestabilización; ante cualquier fantasía golpista.

por Carlos Caramello* para La Tecl@ EÑE

“La unidad nos da la fuerza,

la solidaridad la cohesión.” 

Juan Perón

 

La Región respira incertidumbre y violencia. La Derecha autoritaria y psicópata parece haber perdido su súper-yo político, lo que evidencia su absoluta falta de modales (léase miramientos) a la hora de tomar el poder: lawfare, golpes blandos, golpes duros, complicidad de los organismos internacionales como la OEA, intimidación, crimen, terrorismo de Estado por doquier. Al golpe en Bolivia y la represión a los reclamos populares en Haití, Ecuador, Chile y Colombia, se suman las trampas democráticas a través de las cuales Jair Bolsonaro arribó al poder en Brasil y la intimidación que desde entonces ejerce este dictador de folletín para mantenerse en el poder.

Muchos creen ver una oportunidad en este estado de convulsión extendida -que ya se ha cobrado un número descomunal de muertos y heridos-. Entienden que, el resultado final de tanta agitación concluirá en la reinstalación de gobiernos populistas en toda Sudamérica. Otros, menos optimistas (o más, depende la óptica), concluyen que las matanzas terminarán consolidando gobiernos de extrema derecha, más duros y más brutales que los que hoy existen y resisten.

Una y otra mirada no explican que, pase lo que pase, la Región está partida, resquebrajada, rota. Hay una nueva victoria imperial consumándose a diestra y siniestra, en el sentido más amplio de ambos términos. Y no importa cual sea la ideología del gobierno que llegue, sufrirá una oposición brutal que, seguramente, llevará al país a más pobreza, más inestabilidad y más muerte.

La Mosca Blanca de Sudamérica

Argentina acaba de concluir un proceso eleccionario que ha significado un duro golpe para la Derecha en la Región: Mauricio Macri es el primer presidente latinoamericano que no reelige para un segundo mandato. Y fue la gran apuesta del neoliberalismo mundial (57 mil millones de dólares le costó al país su campaña electoral). Sin embargo, y ante la caótica situación de otras naciones vecinas, Argentina aparece como una suerte de rara avis en un contexto de violencias heterogéneas, pero violencias al fin.

A esta situación distinta se ha arribado gracias a una genialidad estratégica de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner y al logro de una unidad de la mayoría de los sectores nacionales y populares que, confluyendo en el Frente de Todos, ganaron por 8 puntos y en primera vuelta. “Es el Peronismo, estúpido”, podría agregarse, parafraseando a Clinton. Pero alcanza con cantar que “El Pueblo, Unido, Jamás Será Vencido”.

El deseo de desalojar a Macri del poder mantuvo esta unidad hasta consumado el hecho y, como suele suceder, una vez consumado, empezaron a aparecer los cuestionamientos: desde afuera, porque la derecha vernácula, ensoberbecida por el regreso del uso de la fuerza sin límite a la Región, amenaza con purgas diversas en el caso de que el nuevo presidente ose siquiera pensar en recortarle algunos de sus privilegios obtenidos en los últimos cuatro años. Critica sin cuartel (leyó bien) a un gobierno que todavía no asumió (también leyó bien). Y canta “Vamos a Volver” (otra vez leyó bien).

Adentro, en el seno mismo de la Unidad, empiezan a sonar voces disconformes respecto de algunos personajes que integrarían el futuro gabinete y que fueron partícipes necesarios de algunas de las grandes agachadas del período Cambiemos. Son voces militantes. Gargantas que sienten que durante la campaña se abrieron todo lo posible para engullir sapos, escuerzos y batracios varios y que ya no dan más.

La respuesta a estas voces, amigas pero disonantes, suele ser: “Es Con Todos”. Y es verdad, así es. Alberto Fernández necesita ampliar su base de sustento político todo lo que sea posible. Incorporar a tirios y troyanos. Hacer peronismo hasta que duela. Reactualizar la Teoría del Hormiguero e ir por las hormigas sueltas. El enemigo acecha y hay que debilitarlo en sus propias bases. No por ellos sino por los equidistantes de siempre que leerán, en esos gestos, la moderación tan deseada; el equilibrio necesario para el normal desenvolvimiento de un gobierno republicano y democrático; la amplitud de criterio imprescindible para conducir el país a buen puerto.

Ahora bien: es con todos quiere decir con todos TODOS. Incluidas las voces críticas, por chocantes que hoy resuenen. Son las mismas que derribaron el muro de silencio impuesto por los medios dominantes; las que sin pauta publicitaria ni contratos espurios resistieron desde radios comunitarias, medios barriales, páginas web, muros, redes o centros culturales; son las que se alzaron para denunciar el saqueo, la infamia, el cipayage, la violencia, la destrucción. Son las voces de los y las que votaron a LES Fernández sin dubitar, boleta completa… y adentro. Y serán las mismas voces que atronarán ante cualquier intento de desestabilización; ante cualquier fantasía golpista.

No son voces cómodas, ni complacientes, ni fáciles… lo sé. Pero Alberto Fernández dijo en campaña: “quiero que si alguna vez me desvío salgan a la calle y me lo digan”. Esas voces son las que se lo van a decir. Seguro.

No operemos entonces como censura a priori. No hagamos poses social demócratas. No cumplamos el viejo apotegma que dice que, “los peronistas hemos sido tan perseguidos que nos hemos vuelto perseguidores”. Seamos más generosos con los compañeros que con los de afuera. Seamos intensamente solidarios con esas voces que, al fin y al cabo, sólo cumplen con su destino de Pueblo.

 

*Licenciado en Letras, escritor y autor junto a Aníbal Fernández de los libros “Zonceras argentinas al sol” y “Zonceras argentinas y otras yerbas”,  y “Los profetas del odio”. Su último libro editado es  “Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino”

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