Con motivo del estallido social que se ha prolongado por casi dos meses, no pocos han puesto el grito en el cielo enfatizando la violencia que ha acompañado a las manifestaciones pacíficas en favor de reivindicaciones sociales. Se omite la violencia originaria y la represiva. Es así como las conversaciones han girado en torno a conceptos que invitan a la reflexión.

La fragilidad de nuestra democracia: ¿Cuándo ha sido sólida? Si bien se ha extendido el derecho a voto, ha sido una conquista que ha costado sangre, sudor y lágrimas. Por lo demás ha sido distorsionado por la indebida intromisión del dinero, ya sea vía compra de los votos en tiempos de latifundios, como por la influencia del poder económico-financiero. La democracia es frágil porque está capturada por el nuevo dios imperante: el vil dinero que nos corroe en un contexto de fuerte desigualdad social y de alta concentración de recursos en una élite.

La pérdida de los consensos fundamentales: ¿Cuándo han existido? ¿A qué le llama consenso fundamental? ¿A aquellos acuerdos impuestos a punta de bayonetas? ¿A aquellos celebrados bajo cuerda después del triunfo del NO en el 88 y antes de las elecciones presidenciales del 89? Para que existan consensos fundamentales es imperativo que estemos sentados en una misma mesa en igualdad de condiciones, sin armas ni dineros bajo ni sobre la mesa.

La legitimación de la violencia para resolver las diferencias, y la complicidad con ella de actores supuestamente democráticos: ¿Por qué no se habla de la violencia de las colusiones, los fraudes, las evasiones, sino que de la violencia física que hemos estado viviendo? La Moneda fue asaltada y bombardeada ardiendo en llamas en 1973 para resolver las diferencias existentes. La violencia debe ser rechazada siempre, no solo cuando viene de un lado.

La gradual erosión del prestigio de todas las instituciones del país por razones objetivas, pero también en virtud del asedio deliberado en contra de ellas: ¿Quiénes han estado erosionando el prestigio de las instituciones? El prestigio de las instituciones se erosiona cuando ellas incumplen los deberes para las cuales fueron creadas. Con un poder político que en la práctica ha estado bajo el alero de un poder económico concentrado en pocas familias cuyos delitos son excarcelables, resulta inevitable que el prestigio de las instituciones se vaya degradando.

La precariedad de un Estado de derecho incapaz de hacer valer la ley en La Araucanía o en el Instituto Nacional: ¿Quiénes levantaron la voz cuando el Estado de derecho fue arrasado en los 17 años del innombrable? Un Estado de derecho se precariza cuando pierde su razón de ser, proteger a los débiles frente los fuertes. Impera el estado de derecho cuando te protegen del cobro de intereses usureros, cuando no estás forzado a aceptar lo inaceptable.

El menoscabo de valores como la tolerancia, el pluralismo y la legitimidad de los acuerdos: ¿Qué se entiende por tolerancia? La de los peones y obreros, a quienes se les pagaba su trabajo  en haciendas y minas con fichas para comprar en las tiendas de los mismos dueños de tales haciendas y minas? No fueron los conservadores los que encabezaron la rebelión para terminar con el sistema de inquilinaje y opresión reinante. ¿De qué pluralismo se nos habla? ¿El de la derecha social, liberal, conservadora? ¿El pluralismo entre iguales?

La explosión social nos desnudó, puso sobre la mesa nuestras debilidades. Qué pasará? Todo depende de si nos tomamos en serio lo ocurrido, si somos capaces de sentarnos en una misma mesa, mirándonos a las caras, sin dinero ni armas sobre la mesa ni debajo de ella, si somos capaces de tratarnos de igual a igual, sin discriminarnos, sin imposiciones, sin engañarnos. De lo contrario tendremos más temprano que tarde, una nueva erupción. Esto es como los terremotos, cuando la tierra se agita para liberar energía acumulada: mientras más energía se acumula, más fuerte el próximo terremoto.