Cambiar de ideas según la circunstancias, esto no crea conflicto

Por Dolores Pizarro Vidal

El origen de la acusación constitucional contra el Presidente de la República de Chile Sebastián Piñera, se basa en la declaración emitida y publicada del 22 de octubre pasado, (1) por la Diputada Pamela Jiles, quien plantea la idea de acusar constitucionalmente al presidente por las muertes a manos de militares y fuerzas del orden (15 conciudadanos) en esos días.

La idea tomó fuerza con los días hasta llegar a su etapa final, donde el proceso consistió, según el artículo 52 de la Constitución, en una acción y medida exclusiva de la Cámara de Diputados. Utilizando la acusación ante el ejercicio de “actos de su administración que hayan comprometido gravemente el honor o la seguridad de la Nación, o infringiendo abiertamente la Constitución o las leyes”.

Dicha acusación institucional contra el Presidente de la República, se enmarca en la responsabilidad que se le atribuye como tal, ya que es él quien posee la facultad de firmar los Decretos de Emergencia y en consecuencia, fue él quien declaro ante la ciudadanía en cadena nacional a través de la televisión abierta del país “Estado de emergencia, y toque de queda”.

Esta sola acción en momentos de convulsión plena en el país, enardecieron más aún los ánimos. No solo por la medida en sí, que ya era avasalladora y opresora, sino que sin prever el Presidente mandaba una mala y “antigua” señal, que estaba remotamente olvidada o quizás esperando para brotar, de cada corazón de los chilenos. Una señal o cicatriz que quedo plasmada en el ADN del pueblo Chileno, de generación en generación.

Al conversar con la multitud en las calles, precisamente el lugar donde resido Maipú, pude percatarme de que estas dos palabras: “Estado de emergencia y toque de queda”, desataron antiguas y tristes batallas de un Chile reprimido por una dictadura añeja y ya superada… ¿superada?

No basto solo con un lenguaje feroz, lo siguieron las acciones que demostraban más aún la “copia de un sistema dictatorial” paradójicamente en manos de la democracia.

Estuve participando activamente en las manifestaciones donde resido, barrios nuevos y antiguos que conviven segura y pacíficamente. Aun cuando existe gran diferencia- incluso dentro de la misma- debido a los nuevos sectores construidos, en esencia la Ciudad Satélite, las casas de Camino Melipilla, Padre Hurtado y el Abrazo se mantienen en una sinergia esperanzadora, que se comprobó vivamente en los cacerolazos, cantos y oratorias que tuvieron lugar cada tarde para terminar con cantos, aplausos y ollas al unísono en camino de Melipilla.

Allí comprobé en situ, que de haberse escuchado las demandas de forma sincera, y con respeto, no hubiese sido necesario aplicar el rigor, éste solo causo más rebeldía en la ciudadanía, y saco a la luz viejas heridas que ya eran cicatrices en nuestro andar como país.

En una de las ocasiones, luego de los conversatorios que se efectuaron en el “Honguito” lugar de encuentro de la Ciudad Satélite, se nos solicito seguir manifestándonos con las cacerolas, aplausos e instrumentos hasta que llegara la hora del “toque de queda”, luego pacíficamente la gente regresaría a sus casas como cada día. Antes de que llegáramos a la intersección de Camino Melipilla, llego un bus de Militares Armados, quienes se bajaron y con armas en manos y posición de atención ocuparon el lugar que corresponde a la bencinera Petrobras a la entrada de la Ciudad.

Entendiendo el contexto, de ésta marcha o manifestación pacífica, en este grupo de vecinos habían niños, ancianos, señoras, jóvenes, bebes, etc. todos unidos en un plan común.

Este hecho tan bárbaro, no solo a mi me pareció repugnante y recordatorio de los 70´s , todo aquel que pudo compartió el mismo comentario haciendo alusión a la represión mortal que vivimos en esos años. Pero la situación no dio para más, y las personas a cargo de la manifestación comenzaron el dialogo con los militares explicándoles nuestra forma pacífica y que no era necesario la actitud de “guerra- enemigo- ataque”, éramos vecinos unidos con nuestras familias y que estábamos pidiendo cambios… gracias a Dios, la persona a cargo entró en razón, y retiro el bus a los 30 minutos después.

Mi reflexión es, y ¿qué se logro con ello? El miedo, temor, por el contrario más ira, se sacaron demonios y fantasmas tan antiguos… que si no son bien controlados y dirigidos pueden corromper al más centrado y armonioso.

Continuamos la manifestación, en forma pacífica con mucho bullicio y aplausos, para luego regresar antes del toque de queda… donde el terror continuaría en las casas a la espera de no poder saber que sucedería en la noche y el día siguiente… o que sucedió esa noche en las quedáramos a merced del rigor militar.

De esto concluyo que fue la peor medida tomada por el Presidente de la República y resumo el sentir de la gente en estas calles, sociedades opinantes de estas manifestaciones, individuos de mi generación que cantábamos y cantamos ahora, nuevamente, con fervor a los Prisioneros… y los nuevos jóvenes que ven con claridad lo que desean y como.

Luego los avalo con la opinión y argumentos. Entre ellos algunas de las personas con las cuales pude conversar y dieron su opinión:

N. (padece epilepsia). Un joven que trabaja y vive en Maipú, comento sobre la Acusación Constitucional:

-“Piñera, dijo que el país estaba en guerra y eso nunca fue. La gente ya se aburrió de todo en especial por las pensiones. AFP, Tag, y lo más importante que es la salud de los chilenos. Así es, y lo mejor que si podemos salir adelante faltaría agregar los derechos de las personas con distintas discapacidades, nosotros no podemos ir a marchar pero si hacernos escuchar por nuestros derechos. Como ellos quieren sacar a los militares nosotros hacemos cacerolazos. Ojalá en todo Chile, por nuestros derechos”-

F. Una joven universitaria, estudiante de Administración Pública. USACH. Su opinión en contra la Acusación Constitucional:

-“Considero que la acusación constitucional es totalmente pertinente, porque el presidente Piñera faltó a la constitución violando los derechos humanos de muchos chilenos, que además salieron a protestar en su libre derecho. Es un deber ético del presidente proteger tales derechos y los violó porque su primera opción no fue escuchar al pueblo y proteger la democracia, su primera poción fue permitir que los militares y fuerzas especiales salieran a las calles a reprimir a las personas. Hasta la fecha (19 de noviembre) podemos ver la violencia desmedida que utiliza fuerzas especiales, jóvenes perdiendo la visión por perdigones, personas torturadas y hasta muertas (ver registros de los DDHH).Entonces claramente hay una falta a la protección de los derechos humanos, por lo tanto si el presidente no ha sido capaz de hacerse cargo, es obligación de la Cámara de Diputados realizar una acusación constitucional al ver una falta así de grave, ellos también tiene el deber de proteger la integridad y democracia de todos los chilenos.”-

En lo que respecta a mi opinión personal y me hago cargo de ello, el tema de la acusación constitucional es trascendental, da una señal, de respeto a los compatriotas, que no todo es impune, y que estar a cargo de una Nación requiere más que una banda presidencial.

Quisiera compartir con uds. algunas reflexiones que ha dicho mi coterráneo recientemente. Una eminencia en Ciencias y Filosofía, el profesor Humberto Maturana, cuando se refiere a “nosotros como seres biológicos y culturales” en este ‘complejo momento nacional’. Una reflexión que es muy fácil en el decir, pero en la práctica requiere de una voluntad casi divina, pero que nos llevaría a un muy buen camino si existiera la disposición, él lo plantea así:

“El sistema democrático, requiere convivir con respeto, esencia de la democracia no como ideología política sino una forma de convivir, creando acuerdos de convivencia que sean beneficiosos para todos los participantes”

“La democracia son sociedades que consiguen conversar, con más respeto, escuchándose, sin emitir juicios y prejuicios o supuestos que quiere lograr uno o que acepte el otro. Lo fundamental es solo querer convivir y respetarnos, escucharnos para hacer un proyecto común. Sino respetamos estos principios no habrá dialogo.

Los estados democráticos, son estados de mutuo respeto, con quehaceres conjuntos, proyectos, honestidad y discusión con verdad.

A mi juicio, eso es todo lo que buscamos los más de 1,2 millones de chilenos, que marcharon en octubre pasado, camino a la plaza Italia, o¡perdón! “Plaza de la Dignidad”.