Por Eva Débia Oyarzún*

El 11 de septiembre este año fue miércoles. A eso del mediodía, recuerdo haber visto en la esquina de Miguel Claro con Providencia a una docena de estudiantes del Liceo Lastarria, quienes usaron los pasos de cebra para manifestarse pacíficamente: dieron tres vueltas ininterrumpidas, y un contingente de carabineros que los superaba desproporcionadamente en edad, volumen y capacidad logística llegó raudo para inundar el entorno de lacrimógenas y lumazos. Lo comenté en redes sociales, en su minuto: doce adolescentes caminando versus tres motoristas, ocho policías a pie, cinco en bicicleta y una patrulla con refuerzos en su interior. Los niños corrieron y se esparcieron entre los edificios y el parque, haciendo uso de la única herramienta a su favor ante la brutal fuerza policial: la agilidad de su juventud.

Sin duda, si don José Victorino Lastarria pudiera ver a los estudiantes que llevan este nombre bordado en la insignia de sus uniformes, se sentiría orgulloso, ya que el Liceo honra el legado de quien fuese un activo político y educador revolucionario que mantuvo su batalla contra el conservadurismo a lo largo de los años. Profundamente demócrata, fue pupilo de Andrés Bello, miembro de la mítica Sociedad de la Igualdad, eximio hombre de letras y político liberal.

Hoy, el Liceo Lastarria es uno de los espacios educacionales emblemáticos de Santiago. Originalmente llamado Liceo N° 5 de Hombres, fue inaugurado en 1913 por el Presidente Ramón Barros Luco y desde allí ha contribuido activamente al desarrollo de pensamiento crítico y social en pos de la democracia nacional. Está ubicado en Miguel Claro esquina avenida Providencia, y alberga a unos tres mil alumnos desde kinder hasta cuarto año de enseñanza media.

Esta mañana pasé por fuera del Liceo, y vi una instalación silenciosa que gritaba voz en cuello; ayer, mientras el Presidente Piñera indicó que una de las medidas a tomar para disminuir los actos violentistas sería poner urgencia al proyecto para combatir delitos de orden público que entorpezcan la libre circulación de las personas, los muchachos de este liceo de excelencia tuvieron una jornada reflexiva y esta es su respuesta: colgar carteles en todo el cerco de su frontis.

Los anuncios del Ejecutivo ayer fueron sumamente violentos, porque restringe progresivamente nuestras libertades como ciudadanía. Sin embargo, allí está el futuro del país, pensando, trabajando, cuestionando y negándose a aceptar aquello que se nos ordena como una norma a rajatabla. Veo estos carteles llenos de sentido y pienso que Manuel Rodríguez se habría dado tres vueltas en la tumba, cuando José Piñera tan campante lo citó hace unos cuantos días para avalar las prácticas neoliberales de este Estado Subsidiario (práctica propia de los Piñera, tal parece, la de andar citando a diestra y siniestra): por eso, para reivindicarlo a él y a Lastarria, lo repito en estas líneas, convencidas de su contenido y con una esperanza profunda como la capacidad de sentir humanidad… Aún tenemos patria, ciudadanos.

Las fotos son de Eva Débia

 

*Periodista, escritora, docente, Mg. Comunicación y Educación