“No son 30 pesos, son 30 años” es un eslogan que se repitió hoy domingo en muchas redes sociales y carteles de los manifestantes que continuaron saliendo a las calles de todo el país. Los “30 pesos” alude al alza del boleto del Metro de Santiago que hizo estallar la “olla a presión” del pueblo chileno. Los 30 años se refieren a las décadas desde el fin del régimen militar y la traición que significó el que los partidos pro-democracia profundizaran el modelo económico impuesto por la dictadura, en lugar de hacer cambios de fondo.

Anoche se efectuaron manifestaciones con cacerolas y bocinas de vehículos en muchos puntos de la capital (desafiando el toque de queda) y numerosas ciudades de regiones. En Santiago, la gente salió a protestar en las principales intersecciones, incluso en sectores tradicionalmente de clase alta, como La Dehesa o Las Condes.

También hubo sospechosos saqueos a supermercados (Líder, Jumbo, Santa Isabel), centros comerciales, bodegas (Kayser), farmacias (Ahumada, Cruz Verde), gasolineras (Copec), algunas municipalidades (Lo Espejo), plantas embotelladoras (Coca-Cola) y plazas de peaje de la capital. Algunos sectores, como Puente Alto, han sufrido cortes de luz y agua con menos presión. En Valparaíso, quedó destruida la estación Bellavista del Merval, y el primer piso del periódico El Mercurio fue arrasado por las llamas. La represión fue particularmente cruenta en esa importante ciudad-puerto, ya que en ella se asienta la Armada (Marina), rama militar tradicionalmente conservadora. Digo «sospechosos» porque no se puede descartar que estos saqueos, al menos los más llamativos, sean un montaje policial para desviar la atención y criminalizar la protesta, que hasta ahora ha sido mayoritariamente pacífica.

Durante todo el día hubo manifestaciones a lo largo del país: el sonido de las cacerolas y los bocinazos se volvió casi un telón de fondo. Mientras que en la Plaza Ñuñoa hubo un ambiente festivo que congregó a unas 3000 personas (aunque hacia las 21 hrs. ya había barricadas con hogueras), la marcha pacífica desde la Plaza Italia hasta La Moneda sufrió una fuerte represión policial y militar, con “guanacos” (carros lanzaaguas), “zorrillos” (furgonetas cerradas) y bombas lacrimógenas, pese a la cual los manifestantes se mantuvieron en el lugar, algunos pacíficamente y otros armando barricadas y lanzando piedras. En Alameda con Santa Rosa, al lado de la Biblioteca Nacional, hubo escaramuzas entre manifestantes y fuerzas especiales de Carabineros. Hay videos de manifestaciones multitudinarias en Arica, Iquique, Antofagasta, Rengo, Rancagua, Concepción, Temuco, Punta Arenas y un largo etcétera. A medida que se aproximaba el toque de queda, la policía comenzó a disparar perdigones y balines de goma hacia los manifestantes. Hay reportes de 2 muertos por herida de bala en la ciudad nortina de La Serena y otros 5 en un incendio en la comuna capitalina de Renca. El estado de emergencia se extendió hoy a comunas de distintas regiones, como Concepción, Rancagua, La Serena y Valparaíso.

En la capital, la mayor parte de las comunas suspendieron las clases para el lunes. El Colegio de Profesores llamó a no asistir a los centros educacionales por la falta de transporte ni garantías mínimas para los estudiantes, y exigió que el Gobierno termine con el estado de excepción e instale un nuevo mecanismo que controle el reajuste de tarifas de servicios básicos.

En el exterior, este estallido social ha recibido una gran cobertura noticiosa, sobre todo desde el viernes, pero no siempre se han cubierto sus causas últimas. Varias personas, tanto chilenos como locales, han manifestado su apoyo con manifestaciones frente a los consulados de Chile en Sao Paulo, Barcelona, Berlín, Múnich, Dublín, Mendoza, Buenos Aires. y hasta en conciertos musicales masivos, como ocurrió en Honduras.

El aeropuerto de Santiago canceló y reprogramó la mayoría de sus vuelos, y varias empresas de buses interprovinciales (como Tur Bus) cerraron sus servicios hasta nuevo aviso.

Hasta el momento hay confirmados 11 muertos, 625 detenidos en la Región Metropolitana y 91 en regiones, y al menos 244 detenidos por infracción del toque de queda, y es esperable que esta noche suban estas cifras.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) informó de acusaciones de uso desmedido de la fuerza, malos tratos a niños, vejaciones sexuales y torturas contra detenidos en la 1ª, 3ª, 21ª, 19, 25, 33, 43 y 48ª comisarías de Carabineros de Santiago.

El Metro de Santiago espera funcionar parcialmente esta semana en la Línea 1 (la más antigua), pero estima que otras (como la 4) podrían tardar meses en ser reparadas.

Para mañana lunes 21 diversas organizaciones, como la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile), la FECH (Federación de Estudiantes la Universidad de Chile), la ANEF (Agrupación Nacional de Empleados Fiscales), entre muchas otras,  han convocado a una jornada de protesta nacional por un transporte digno y asequible.

 

Reacciones del mundo político y de la cultura

En las redes circuló un video en que numerosos artistas, como Camila Moreno, Fernando Milagros, Manuel García, Magdalena Matthey, entre otros rechazaron las medidas del gobierno. Mon Laferte tuitéo: «Que sepa el mundo que eres un dictador que da órdenes comiendo pizza en el barrio alto» (aludiendo a que en mitad de la crisis Piñera estaba en una celebración familiar). Muchas otras personalidades de la cultura, como el director teatral Alejandro Goic, y del deporte, como los futbolistas Gary Medel y Claudio Bravo, hicieron declaraciones en el mismo sentido.

El presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, señaló en un video: “Tenemos que invitar a la lucha y a la desobediencia civil no violenta. Esa es nuestra postura como profesoras y profesores. Siempre la hemos tenido. Pero sobre todo hoy día quiero invitar a mis colegas a que nos cuidemos y estemos conectados entre nosotros.”

Por su parte, el diputado humanista Tomás Hirsch hizo circular un audio en que decía: “Estamos viviendo un momento de explosión sicosocial causada por un sistema absolutamente violento e inhumano (…) Nosotros no validamos la violencia, pero nos parece fundamental comprender su raíz y que nuestra sociedad tenga una visión autocrítica. Hoy día es fundamental avanzar con cambios estructurales y profundos hacia una sociedad muy diferente a la de hoy.»

La diputada comunista Camila Vallejo criticó al ministro Monckeberg por llamar a volver al trabajo este lunes: «La productividad por sobre la vida de las personas. Esta desconexión y falta de empatía es lo que nos tiene así.»

Diferentes dirigentes del mundo social y político han llamado a la renuncia del Presidente Piñera y sus ministros, que han demostrado un enorme desconocimiento de la realidad de la gran mayoría de los chilenos. Como dijera la diputada Pamela Jiles en un programa de televisión: “Creo que si el gobierno sigue el camino que parece haber elegido, la ministra Gloria Hutt (Transporte) debe ir buscando su mejor outfit para una renuncia.”

 

En contexto

Hasta ahora, Chile era presentado por sus autoridades como un “oasis de tranquilidad” y un modelo de éxito económico y financiero. La oscura realidad es que ese modelo se sustentaba en el sufrimiento de la gran mayoría y el beneficio de la misma elite de siempre, que disfrutó de las privatizaciones y el debilitamiento de lo público en todas sus esferas: educación, salud, pensiones, vivienda y servicios básicos como el agua y la luz.

Los medios de comunicación escritos y televisivos están fuertemente concentrados en un duopolio de grupos económicos conservadores, por lo que los temas de fondo no forman parte del debate público. El pueblo de Chile prácticamente vive a punta de créditos de consumo, temeroso de perder el trabajo y no poder pagar las deudas. Y los que se han jubilado reciben pensiones bajísimas (de menos de 175.000 pesos, unos 250 dólares) de sus AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), en un sistema privatizado del que ni siquiera pueden retirar los fondos ahorrados de toda una vida.

Todas estas son consecuencias de las reformas neoliberales introducidas en la sociedad chilena en tiempos de Pinochet (1973-1989) por los Chicago Boys (egresados de la famosa Escuela de Chicago) y profundizadas por los sucesivos gobiernos de la Concertación por la Democracia, que optaron por no hacer cambios de fondo. De hecho, el país sigue rigiéndose por la Constitución de 1980, creada por el régimen militar.

Esta crisis no es aislada, sino que se une (si bien tardíamente) a otras explosiones sociales en América Latina, como la del “corralito” de 2001 en Argentina (después de la que el presidente De la Rúa se vio obligado a renunciar), el “caracazo” en Venezuela y los saqueos en la Ciudad de Panamá en 1989, y más recientemente, la rebelión popular e indígena en Ecuador de 2019. Incluso, si miramos más allá, este estallido social tiene importantes parecidos con los movimientos sociales de las “chaquetas amarillas” en Francia, el movimiento independentista catalán o las protestas en El Líbano, por mencionar apenas tres de tantas. Todas ellas expresiones del fracaso de un modelo que acentúa las desigualdades en beneficio de una elite. Es la crisis del capitalismo antihumanista y, esperamos, el preludio a una sociedad más igualitaria y justa que surja de una forma de organización social y económica radicalmente diferente de la actual.

 

 

Foto-reportaje de Claudia Aranda, Sergio Bastías y David Meléndez Tormen