En Senegal crecen las movilizaciones contra la corrupción y las políticas extractivistas tras el descubrimiento de yacimientos de petróleo y gas.

Por Momadou Diagne Lo para El Salto

En las últimas semanas manifestaciones y concentraciones han proliferado en Senegal. El motivo: denunciar uno de los mayores casos de corrupción de la historia del país. El detonante fue la emisión, el pasado 3 de junio, de Senegal: un escándalo de diez billones de dólares, un reportaje del canal internacional de la televisión pública británica BBC, que arrojaba nuevas evidencias sobre el caso Petro-Tim, un escándalo relativo a las concesiones de explotación del petróleo y el gas que salpica a Aliou Sall, hermano del presidente Macky Sall, reelegido hace solo unos meses.

El documental aporta pruebas que refuerzan las acusaciones que apuntan a la implicación de lo más alto del Estado senegalés desde 2012. El caso Petro-Tim ha sido ampliamente investigado en los últimos años por algunas personalidades y expertos del país, como el periodista radicado en Estados Unidos Baba Aidara, o el diputado Ousmane Sonko, quien quedó tercero en las últimas elecciones, y es autor del libro Petróleo y gas del Senegal: crónica de una expoliación, publicado en 2018.

Así, la emisión del reportaje sirvió para que la información sobre el caso se difundiera a una mayor escala, desbordando las capas más informadas del país. La opinión pública y numerosas organizaciones sociales y ciudadanas se han apropiado el asunto, dándose una convergencia de actores con diferentes sensibilidades unidos en defensa de los recursos públicos.

La respuesta se ha articulado principalmente en torno al colectivo Aar Li Nu Bokk, creado el 8 de junio -pocos días después de la emisión del documental- en Dakar. El nombre del colectivo significa “proteger el bien público” en wolof, lengua mayoritaria en Senegal, y está compuesto por diferentes organizaciones: partidos políticos, movimientos sindicales, movimientos sociales y ciudadanos, ONG’s y personas independientes. Se presenta como un amplio frente ciudadano que se ha activado para la protección de los recursos naturales, sobre todo el petróleo y el gas recién descubiertos.

senegal protestas la-tinta

El movimiento, que se define abierto e inclusivo, se fijó como principal objetivo luchar contra la expoliación de las riquezas del país por parte de las redes mafiosas, tanto internas como externas que actúan bajo la complicidad del presidente. Para ello se ha centrado en cuatro líneas de trabajo: exigir transparencia sobre la gestión de los recursos naturales, llevar los documentos ligados a los contratos de gas y petróleo ante la justicia, exigir la renegociación de todos los contratos firmados a las espaldas del pueblo senegalés y, por último, recuperar los fondos provenientes del petróleo y del gas.


Al principio, la mayoría de las movilizaciones convocadas por Aar Li Nu Bokk no contaron con autorización. La primera, una manifestación que tuvo lugar el pasado 14 de junio, fue prohibida por posibles “amenazas al orden público”. El veto no impidió a miembros del colectivo y otros ciudadanos salir a las calles todos los viernes o sábados, a pesar de las detenciones y la represión policial. La concentración del 21 de junio fue finalmente autorizada, una movilización multitudinaria que logró que Aliou Sall dimitiera de su cargo al frente de la caja de ahorros pública el 25 de junio. Sin embargo, el colectivo no se muestra satisfecho con la dimisión de Aliou Sall, a quien apenas consideran la parte visible de un sistema corrupto. En consecuencia, demandan la actuación de la justicia para aclarar el caso hasta sus últimas consecuencias, y que se investigue a cada una de las personas salpicadas. El colectivo denuncia que hasta ahora ninguna acción coherente se ha puesto en marcha por parte de las autoridades judiciales, que parecen estar más preocupadas en “enterrar” el caso.


La indignación ha penetrado en la sociedad senegalesa: más allá de las acciones de Aar Li Nu Bokk, muchos senegaleses empezaron a exigir de manera viral a Aliou Sall, principal acusado, la devolución de sus 400.000 francos CFA (610 euros), que es a lo que tocaría cada uno de los quince millones de senegaleses si se repartiera la suma de los fondos desviados por el hermano del presidente.

En el centro del expolio

Para entender el alcance de este escándalo de corrupción hay que retroceder a 2011, cuando aún no se habían descubierto los vastos campos de gas y de petróleo. Es en este contexto cuando la empresa Petro-Tim, casi desconocida en la industria petrolera, logra del gobierno del antiguo presidente Abdoulaye Wade dos concesiones offshore de 17.000 kilómetros cuadrados (Cayar offshore Profond y Saint-Louis offshore Profond). Sin embargo, esta empresa no cuenta con los medios técnicos ni los fondos necesarios para sondear los depósitos potenciales de gas, circunstancias que torna sospechosa esta elección, pues otros actores más experimentados competían para obtener los permisos de exploración.

En marzo de 2012, el actual jefe de estado, Macky Sall, fue elegido, en parte, por su programa “contra la corrupción como sistema de gobierno”. A pesar de una investigación realizada por la Inspección General de Estado que reveló que Petro-Tim no cumplía con las condiciones para obtener un permiso para la búsqueda y exploración de hidrocarburos, Macky Sall firmó los decretos que adjudicaban las concesiones a la compañía en junio de 2012 en nombre de la continuidad de las políticas de Estado. Un mes después, su hermano Aliou Sall, que ya era consultor de Frank Timis, propietario de Petro-Tim, fue nombrado gerente de la empresa en el país.

Senegal campo petrolero la-tinta

El contrato de Aliou Sall, revelado por la BBC, especificaba que el hermano del presidente solo se convertiría en gerente cuando el gobierno senegalés otorgase las concesiones a Petro-Tim. Una forma de “asegurar mi colaboración al convertirme en representante de la empresa una vez que finalice el procedimiento”, justificó Aliou Sall en una conferencia de prensa días después de las revelaciones. “Era solo una protección de mis intereses”, insistió. El contrato también revela un salario de unos 22.300 euros mensuales durante cinco años, así como una promesa de acciones en la compañía por casi tres millones de euros. Un “salario generoso para alguien sin experiencia en el campo petrolero”, comenta Jeremy Carver, un abogado especializado en corrupción, en la investigación de la BBC.


Frank Timis es un magnate rumano con nacionalidad australiana muy conocido en los negocios nebulosos. Fue condenado dos veces por traficar con heroína durante la década de 1990 y una de sus compañías recibió la multa más alta de la Bolsa de Londres, en 2009, por engañar a inversores en torno al descubrimiento de un yacimiento petrolífero en Grecia. El autoproclamado “emperador africano” tiene una estrategia particular para ganar mercados en el continente: se trata de seducir a personas próximas al poder -algo que ya puso en práctica en Burkina Faso mediante el acercamiento al hermano del antiguo dictador, Francois Compaoré-, y así imponerse con la ayuda de los aparatos policiales para reprimir a las poblaciones locales que se resisten al acaparamiento de sus tierras, como fue el caso en Sierra Leona.


En Senegal, se acercó al poderoso hermano del presidente, Aliou Sall, alcalde de uno de los distritos más populares de Dakar, Guediawaye, y a su vez, presidente de la Asociación de alcaldes de Senegal y de la poderosa Caja de Ahorros pública, de la que acabó dimitiendo tras la presión popular. Aliou Sall es también accionista del Banco de Dakar, recién creado bajo la presidencia de su hermano.

¿El nuevo “El dorado” de las multinacionales extractivas?

Las exploraciones se vienen realizando desde hace décadas en el territorio senegalés, pero pocos resultados satisfactorios se habían conseguido. Será a partir de 2014 cuando trascienden importantes descubrimientos por parte de la sociedad británica Cairn Energy, en el caso del petróleo. En 2016, la sociedad norteamericana Kosmos Energy -que compró parte de las acciones de Timis-Corporation, antigua Petro-Tim- anunció el descubrimiento de gas.

Senegal se convertía así en una de las mayores potencias mundiales en reserva de petróleo y gas. De los principales bloques de explotación, 13 se encuentran bajo mar (offshore), siete bajo tierra (onshore) y otros dos bajo mar profundo (ultra deep offshore). Los descubrimientos despertaron una euforia popular en la mayoría de la población y una precipitada lucha de los políticos para repartirse los beneficios, aunque no se espera que los primeros barriles salgan hasta 2020.

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La sociedad fantasma de Timis revendió el 30 por ciento del restante de sus acciones a la multinacional británica BP. El magnante Timis y el hermano del presidente -uno de sus principales socios- se llevaron millones del pueblo senegalés sin aportar nada al país.

Las multinacionales extractivas han encontrado en Senegal su nuevo “El Dorado” que saquear, con el beneplácito de dirigentes corruptos que se preocupan más por llenarse los bolsillos que del bienestar de sus conciudadanos. La multinacional BP afirmaba que el contrato concluido con Petro-Tim es uno de los más generosos que nunca habían conseguido. El pueblo senegalés será el gran perdedor, sin contar con las posibles consecuencias ecológicas de dicha explotación.

Pese a la gravedad del escándalo de Petro-Tim, si hay algo que puede permitir augurar un horizonte más positivo, será la continuidad de la resistencia ciudadana frente al expolio de sus recursos. La plataforma Aar Li Nu Bokk no deja de expandirse tanto en Senegal como en la diáspora. La última concentración en la región de Dakar tuvo lugar en el feudo del acusado, Aliou Sall, en Guedieuwaye el pasado 12 de julio. La diáspora senegalesa en las principales ciudades del mundo no se ha quedado con los brazos cruzados: numerosas concentraciones fueron convocadas en distintos países. En el Estado español dos concentraciones fueron convocadas en Madrid el pasado 6 de julio, y la última en Barcelona la semana pasada.

Si bien la fiebre del fútbol desatada por la Copa África parece haber tenido un impacto negativo en las movilizaciones, las convocatorias se han seguido celebrando. Tras la conclusión del torneo continental con la derrota del equipo senegalés frente a Argelia en la final, queda ver si la presión ciudadana se intensificará de nuevo, logrando la renegociación de los contratos, como exige Aar Li Nu Bokk, o el gobierno acabará acallando a los manifestantes.

*Por Momadou Diagne Lo para El Salto / Republicado de La Tinta

El artículo original se puede leer aquí