Tengo edad suficiente para recordar cuando Nancy Pelosi nos decía que Trump se impugnaría a sí mismo.

En la actualidad, el “no vale la pena” de Trump, es como si la impugnación fuera un favor concedido a los más dignos.

Jerrold Nadler propone multar a Trump por negarse a cumplir con las citaciones.

¿Comprende todo lo que implica esto último? Trump, de una manera sin precedentes, ha quebrantado flagrantemente las dos cláusulas de la Constitución de los Estados Unidos -cuéntelas- desde el primer día, utilizando la presidencia de los Estados Unidos para enriquecerse enormemente. Actualmente, además de todas las otras faltas impugnables que no tienen nada que ver con la rusofobia –consúltelos antes de gritar que no existen– Trump se rehúsa completamente a cumplir con las citaciones del Congreso -o lo que la CNN llama extrañamente como “citaciones democráticas”. Ese fue el tercer artículo de los tres artículos de impugnación aprobados por el Comité Judicial de la Cámara de Representantes contra Richard Nixon, lo cual lo llevó a renunciar. Estoy convencido de que la gran interrogante que todos se harán pronto es: ¿serán las multas de más o menos $15?

¿Está el Congreso intentando burlarse de sí mismo? Añadiendo la ofensa a la ignominia, las multas se justificarán en referencia al poder de desprecio inherente del Congreso, que en realidad es el poder de mantener literalmente a la gente tras las rejas hasta que respondan ante el mismo. Pero debido a que el Congreso de hoy es universalmente conocido como el invertebrado más grande de la Tierra, en lugar de usar el desprecio inherente de la manera en que se usaba en el pasado, los Campeones de la Resistencia se referirían a él para imponer multas. ¿Tal vez también cobren a todos los destructores del medio ambiente y la tierra, a quienes ya no son capaces de identificar o rastrear, una «multa plana» de $0.50 cada uno en lugar de que paguen impuestos?

Por supuesto, la razón principal por la que la Resistencia es reacia a resistir es el colapso de Russiagate, pero eso es secundario. La razón principal por la que la Resistencia nunca se opuso, y creó Russiagate a pesar de las interminables advertencias de que eventualmente colapsaría y/o nos mataría a todos, es que la Resistencia no quiere dejar de «resistir». Quiere mantener a Trump en el cargo para «resistir» a él no siendo él. ¿Qué necesidad hay de una acción democrática decente si se puede ganar tanto fondos corporativos como, al menos, algunas elecciones menores por el hecho de no ser Trump?

Los partidarios de la resistencia tienen muchas otras razones absurdas para tomar la posición que están tomando y así mantener a Trump en el cargo. Cada persona parece tener la suya propia, y muchas son demasiado incoherentes para tratar de responder, pero la más común que parece tener una especie de significado en el idioma inglés es Pencedread. Este es el miedo irracional de que si NO permites que los presidentes se salgan con la suya con todo lo que quieren, garantizando así que cada presidente sucesivo asuma aún más poder, ENTONCES el próximo presidente será peor. Por el contrario, los Pencedreaders sostienen que si se permite que un movimiento popular obligue a un juicio político y a la destitución del cargo -y, por cierto, a un sinfín de horas de cobertura televisada de los delitos reales de Trump– el próximo presidente, a diferencia de Gerald Ford, que constituye una ruptura severa en el continuo espacio-tiempo de las leyes de las fuerzas históricas, será un emperador inigualable, capaz de superar el daño de sus predecesores en una semana, sin ser desafiado por una nación que olvidará cómo destituir a la gente en menos de una semana.

No sólo las razones de la Resistencia para no resistirse son absurdas, sino que no se pueden combinar dos de ellas. Por ejemplo, la razón principal (¡Pence nos comerá!) entra en conflicto con la segunda razón más popular (el Senado nunca jamás, ni en un millón de años, sin importar lo que saque a Trump de su cargo, incluso si dejamos de hablar de Russiagate el tiempo suficiente como para contarle a la gente sobre sus verdaderas atrocidades).

Trump sería un bufón fascista bastante impresionante si le atribuyéramos el mérito de haber marcado el rumbo de la Resistencia, que sigue siendo un bufón fascista pero bastante impresionante, casi tan inteligente como el de Vladimir Putin de Resistancelore. Pero Trump no equiparó el juicio político con Russiagate, como lo hicieron los rusos y los medios de comunicación corporativos.

Sin embargo, Trump ha sido parte del proceso de establecer su inmunidad de otras maneras. Por ejemplo, se ha llevado la única acusación de que a la Resistencia se le podría haber imaginado que le importaba lo suficiente como para actuar, a saber, un escándalo sexual. El hombre tiene tantos escándalos sexuales indignantes, pero aceptados, escondidos a la sombra de cintas de pipí de fantasía que difícilmente se podría objetar a uno nuevo.

Trump ha ordenado a la Patrulla Fronteriza que viole las leyes, pero también ha ordenado que las multitudes de su campaña violen las leyes. ¿Por qué objetar ahora? Él (¡y Pence!) ha apoyado un golpe de estado en Venezuela, pero ¿quién no lo hace? Ha coludido con un gobierno extranjero en contra de los intereses de Estados Unidos, pero el gobierno extranjero era Israel, así que, ¿a quién le importa? Los ultrajes abiertos e indiscutibles de Trump son numerosos, pero siempre se puede pretender que se necesita una «investigación». Trump colaborará o incluso «conspirará» en ello negándose a cumplir con las citaciones. La Resistencia puede enviarle por correo una multa de estacionamiento, darse palmaditas en la espalda y perder otra elección que podría ser ganada por «Candidato a ser seleccionado después del hecho con un dardo arrojado a la guía de teléfono».


Traducción del inglés por Sofía Guevara

El artículo original se puede leer aquí