Recientemente nos hemos enterado de un escándalo en universidades de élite estadounidenses al descubrirse que hijos de familias adineradas “compraban” la admisión mediante un sofisticado sistema de sobornos.

El método, llamado La Llave, fue ideado para ingresar a prestigiosas universidades por la puerta trasera a quienes no reunían los requisitos para entrar por el sistema de admisión regular. Entre los establecimientos destacan algunos de clase mundial, según los más diversos rankings: Universidad de Georgetown (Washington DC), Universidad de Stanford (Palo Alto), Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Universidad de San Diego, Universidad del Sur de California (Los Ángeles), Universidad de Texas en Austin, Universidad de Wake Forest (Carolina del Norte) y Universidad de Yale (Connecticut).

Gente de mucho dinero, no escatimó gasto alguno para sobornar, abrirle el ingreso a los suyos, no importando la vía para saltarse las elevadas exigencias académicas que tienen estas universidades para aceptar alumnos. Nada nuevo bajo el sol. En Chile, y en muchos otros países, es altamente probable que no pocos padres con bolsillos bien apertrechados, se encarguen de colocar a los suyos donde creen que merecen estar. No se trepidó en mecanismo alguno, mal que mal, el fin justifica los medios, “con plata se compran huevos”. Sin embargo, lo que le da realce al escándalo es que abarca al jetset, a la creme de la creme, y en las barbas mismas del país cuyo culto al dinero raya en la idolatría, extendiéndose a países que quieren seguir sus pasos, entre los cuales destaca Chile.

Mientras las capas pobres y medias deben hacer fila, endeudarse, cumplir con las exigencias y protocolos establecidos formalmente, los de arriba se los saltan sin arrugarse. No faltará encontrar al personaje que a cambio de unas monedas, no pocas, sea capaz de abrir la puerta vedada para el común de los mortales.

Para implementar el sistema se montó una empresa encargada de “asesorar” las solicitudes de ingreso a las universidades (The Edge), y una fundación sin fines de lucro (The Key) para que los pagos se hiciesen bajo la modalidad de “donaciones altruistas”. La compañía asesora se encargaba de arreglárselas para que los hijos pudiesen entrar a las universidades que querían. El cerebro de este método es un tal William Singer1, quien cobraba entre 15 y 75 mil dólares por sus servicios, que eran de dos tipos.

Uno de ellos era destinado a manipular los exámenes que las universidades exigían a quienes eran admitidos, ya sea por la vía de alterar las respuestas o haciendo que otra persona rindiera los exámenes. Toda trampa tenía su precio. Otro servicio se basaba en hacer uso de cupos deportivos, esto es, para los deportistas destacados. De este modo Singer lograba que personas que no habían practicado deporte alguno en su vida, pasaran como atletas destacados a punta de la construcción de perfiles de jugadores, certificaciones y diplomas falsos de alto costo.

Así, Singer obtuvo “altruistas” donaciones por fraudes y sobornos que desde el año 2011 hasta la fecha superan los 25 millones de dólares. Junto con Singer han sido detenidos ya más de 30 padres, entre ellos, un chileno.

Lo expuesto da cuenta del destino que nos espera cuando creemos que todo se puede comprar, máxima que parece estar inundando al actual mundo neoliberal y del cual debemos zafarnos cuanto antes, si no queremos caer en la inhumanidad. El humanismo es justamente lo contrario, de allí la importancia de luchar para poner en el centro de nuestras preocupaciones al ser humano y su relación con la naturaleza. Por nuestra dignidad, salud, bienestar y felicidad.

 

 

1 Quienes estén interesados en saber más de Singer les invito a ver  acá.