Anoche el Parlamento Británico afirmó su decisión de tomar en sus manos de aquí en más el proceso del Brexit. Saga que por demasiado tiempo ha dividido a la población y afectado profundamente la salud económica y social del país. En votaciones consecutivas el parlamento rechazó categóricamente la posibilidad de una salida de Europa sin un acuerdo. La salida de Europa sin acuerdo amenaza un desorden impredecible e innecesario para la vida del país en todas sus esferas.
Una separación súbita y no regulada de la unión a la que se ha pertenecido por cincuenta años con vínculos cada vez mas estrechos es un golpe devastador para ambos organismos.
El parlamento afirmó ayer reiteradamente al gobierno de Teresa May que su manera de conducir las negociaciones y el resultado de las mismas – “el acuerdo May” – son inaceptables.

Hoy el parlamento votará una extensión al articulo 50 que fija el 29 de marzo como fecha de salida del Reino Unido de la Unión Europea y eventualmente podrá solicitar si así lo estima necesario y lo justifica claramente al resto de los estados de la Unión, una nueva prorroga para llamar a elecciones generales o a una nueva consulta popular (referendum) acerca de la salida de la Unión.
El proceso de Brexit es un proceso viciado porque sus condiciones de origen han sido falsas y erróneas y por tanto todo el proceso ha resultado también contradictorio, desgarrador para la Sociedad, y ha llevado a un mal resultado para todos.
Esta es una monarquía parlamentaria y no un régimen presidencial. Las decisiones del ejecutivo (gabinete y primer ministro) deben ser consultadas y consentidas por el parlamento, particularmente en un tema de reforma constitucional con las repercusiones y magnitud de Brexit.
Sin embargo en este caso el referendum de Brexit fue convocado por el gobierno de Cameron en 2016 para ser decidido por simple mayoría. Una materia de tal importancia constitucional que por lo general se resuelve por mayorías decisivas de por lo menos diez puntos porcentuales de diferencia a fin de no tener duda ninguna de que la ganadora es la posición ampliamente dominante en el electorado.
En ese momento el Partido conservador iba perdiendo apoyo de su base electoral que era agitada por las posturas chauvinistas, nacionalistas y anti europeas de UKIP, pionero de los “populismos” electoralistas que hoy acechan al establecimiento político en todas partes.
La solución, improvisada y superficial de Cameron fue el referendum de salida de la Unión Europea.
La campaña se llevo con bastante indiferencia por parte del grueso de la población, mientras se alimentaba información distorsionada o abiertamente falseada a través de los medios de información controlados por los sectores nacionalistas y anti europeos. Eso está el día de hoy perfectamente documentado. La población fue engañada y por tanto el resultado del referendum es falso.
Al perder su postura, de permanecer en la Unión, Cameron renunció a su cargo de primer ministro, y los grupos de radicales anti europeistas en el Partido conservador eligieron a Teresa May, a cargo del Home Office durante el gobierno de Cameron, en silencio y sin controversias, como reemplazo de Cameron.
Teresa May declarada partidaria de permanecer en la Unión durante el referendum tuvo a su cargo entonces la tarea de implementar la decisión “soberana” del pueblo de implementar la negociación de separación con la Unión Europea o Brexit.

Teresa May cayó entonces en manos del grupo de influencia anti europeista en el Partido conservador. Intentó escapar al mismo convocando una elección general a fin de consolidar su poder, sin embargo perdió la mayoría necesaria para formar su propio gobierno.
Apeló entonces a una alianza con el Partido Nacionalista de Irlanda del Norte con quienes forjó una alianza política a un costo de miles de millones de Libras en inversiones de estado de interés para ellos a cambio de una lealtad política que ocuparía estrechos parámetros, y que sería finalmente causa principal del fracaso de su propuesta “back stop” de Brexit y finalmente de la caída de su gobierno.

Hoy avanzamos velozmente hacia el final de su administración, anécdotas más o menos. Su gabinete está completamente fraccionado, anoche algunos de sus ministros clave votaron en el parlamento en contra de sus instrucciones, ha perdido autoridad frente a Europa, el parlamento y la nación.
¿Qué se hace entonces con un fruto podrido? Tal vez rescatar dentro del acuerdo lo que sea salvable, y discutir en profundidad entre los depositarios del poder político de la población, es decir el parlamento, cual es el mejor camino a seguir.
Las alternativas más sanas y legitimas parecen ser una nueva consulta al pueblo por medio de elecciones generales y un nuevo referendum acerca de la permanencia o salida de la Unión Europea.
Que se pierde pidiendo al pueblo que ejerza su derecho soberano?
Esto deberá hacerse de manera transparente, con consulta abierta a todos los sectores y sin mentiras o distorsiones.

Eso tomará algunos meses, pero garantizará que el daño realizado al cuerpo y la psiquis de la nación podrá repararse. Al mismo tiempo permitirá definir con claridad el camino al futuro elegido democráticamente por este gran pueblo.