Pasé una noche sin dormir. Me atormentaron las imágenes de las muertes en las dos mezquitas de Nueva Zelanda.

Continuamente he estado revisando ante mis ojos todo lo que, durante 18 años, hemos estado haciendo y diciendo sobre el diálogo entre cristianos y musulmanes, contra la guerra, contra el racismo.

Y finalmente me acordé de un querido amigo y hermano musulmán, Yusuf Sarno, que ahora está en los brazos de Dios. Y recordé el regalo que me dio, el sombrero que usan todos los musulmanes masculinos. Y así lo decidí. A partir de hoy usaré ese sombrero en todas las ocasiones públicas en las que participaré, asambleas, demostraciones, conferencias… como un signo de hermandad con los hermanos y hermanas musulmanes.

Necesitamos mostrar signos de romper el ambiente de odio que ahora pesa como una capa en nuestra vida diaria. Durante los primeros 50 años del siglo pasado, el antisemitismo fue cubierto por la complicidad o el silencio de la mayoría de las iglesias cristianas, con pocas excepciones. Deberíamos haber dicho «todos somos judíos«.

Hoy debemos decir «todos somos musulmanes» y quiero hacerlo para compartir con nuestros hermanos musulmanes todo el mal que están sufriendo. Si los golpean también tienen que golpearme a mí. También soy musulmán, porque soy como cualquier persona de cualquier religión perseguida.

Giovanni Sarubbi


Traducción del italiano: Ana Gabriela Velásquez Proaño