La paradoja de uno de los países más ricos-con más abundancia de recursos del mundo, con enormes riquezas, pero con una población en una situación desesperada.

Encontrar un tesoro cavando una letrina. Si eso suena como un viejo cuento de hadas, realmente puede hacerse realidad en la República Democrática del Congo, un lugar con todas las materias primas que uno pueda necesitar, pero en medio de lo que mucha gente define como un escándalo geológico.  Más del 50% de los 80 millones de habitantes del Congo viven en la absoluta pobreza y, sin embargo, es un país con suficientes riquezas para alimentar a toda Europa y que aún no ha agotado sus reservas naturales.

La construcción de una letrina y encontrar un tesoro realmente le sucedió a un policía en Kolwezi, una ciudad minera con una población de medio millón de habitantes en el sur del país. En 2014, como lo informa Michael J. Kavanagh en el New York Times, el hombre se dio cuenta que su familia necesitaba una nueva letrina.

Niños cavando con sus manos desnudas, la ciudad desierta

Con pala en mano, empezó a cavando en el patio trasero de la casa y no muy lejos, apenas un metro más o menos, encontró algo que podría cambiar su vida. La tierra brilló y un montículo de cobalto –uno de los minerales más importantes del mundo- apareció ante sus ojos. Cuando Kavanagh regresó en 2015, descubrió que la ciudad había cambiado drásticamente.  Ya no era un lugar tranquilo donde la gente se ganaba la vida practicando un oficio que había aprendido. Las casas se desmoronaban y el suelo, perforado y dañado, parecía haber sido bombardeado.  Una enorme área estaba plagada de aguajeros que llegaban hasta los 25 metros.

Todo el mundo había intentado hacerse rico buscando cobalto y cobre.  Todos los niños se dedicaban a cavar la tierra con sus manos sin protección y bajar a los agujeros para extraer un mineral que, al menos para ellos, no tenía un valor real. Estaban cavando sin ninguna medida de seguridad y a menudo eran devorados por los deslizamientos de tierra sin que nadie se diera cuenta o informara de su desaparición. Los minerales solo se vuelven valiosos una vez que llegan a un puerto internacional donde serán enviados al mundo industrializado donde tienen demandada. Las empresas chinas controlan el comercio y han monopolizado los derechos mineros sin garantizar que los trabajadores, que no tienen derechos y trabajan los siete días de la semana en todo tipo de condiciones, reciban un salario adecuado.

Por qué el cobalto tiene tanta demanda

El cobalto es un componente esencial para las baterías recargables que se utilizan en los automóviles y teléfonos móviles. La revolución del coche eléctrico podría deber su éxito a este mineral. La República Democrática del Congo es el mayor productor del mundo, con alrededor de la mitad de todas las reservas conocidas. A pesar de esto, el mineral termina en manos de los chinos casi sin ninguna recompensa para las personas que realmente lo extraen. Los gobernantes del Congo también se aprovechan, repartiendo los beneficios y llenándose de dinero.

Lo que le pasó al policía de Kolwezi podría pasarle a cualquiera en el Congo -y no sólo se pueden encontrar yacimientos de cobalto, sino también de oro, diamantes o incluso de uranio. Al igual que la fiebre del oro, las áreas donde se han descubierto metales o minerales preciosos atraen a personas desesperadas que piensan que se harán ricos. También atraen a multinacionales y países de todo el mundo que quieren beneficiarse de los recursos del Congo. En términos antropológicos, la República Democrática del Congo es un «no-lugar».

Dicho de otra manera, es un lugar de guerras fratricidas, descritas como guerras tribales, pero que realmente lucharon por el control de sus recursos minerales. Así ocurrió con la guerra que llevó al poder a Desiré Kabila, ahora sucedida por su hijo, y que fue nombrada la Primera Guerra Mundial Africana. Siete países africanos lucharon por el control de la tierra. Las batallas más intensas se pelearon por aquellas áreas más ricas en recursos naturales. La guerra causó más de 4 millones de muertes, la mayoría de las cuales se debieron al hambre más que a las armas de fuego. El país está subdesarrollado por 100 años.

La República Democrática del Congo no es un lugar

Al final de la guerra, visité el país y puedo confirmar que la población no tenía nada. Muchas organizaciones comenzaron a restaurar dispensarios y hospitales, pero nadie quería ir.  Me pregunté por qué. Fui a la selva y entendí la razón: la gente se avergonzaba de ir al hospital porque no tenían nada con qué cubrirse – la ropa era un lujo. En ese mismo viaje, en 2003, me encontré con un viejo amigo, Lino, en la capital, Kinshasa.

El acababa de llegar de la ciudad de Kikiwit. Habíamos recorrido juntos el camino que conectaba Kinshasa con Kikiwit en 1993. A unos 600 km, el viaje nos había tomado cerca de 8 horas. Diez años después, Lino había tardado 15 días en hacer el mismo viaje. La red de carreteras había sido completamente destruida. Las compañías mineras no necesitan carreteras. Utilizan aviones y helicópteros. Eso no fue lo único. Países como Uganda repentinamente se habían convertido en exportadores de oro y Ruanda estaba enviando coltán de alto valor, que sólo se puede encontrar en el Congo.

En la República Democrática del Congo se puede encontrar casi de todo: madera, cobre, cobalto, coltán, diamantes, oro, zinc, uranio, estaño, plata, carbón, manganeso, tungsteno, cadmio y petróleo. Estos son recursos que hacen que la mitad del mundo se muera de la envidia, pero que representan una «sentencia de muerte» para muchos de los habitantes del país.

Ricos en recursos naturales y pobres

Sólo si los gobernantes del país invirtieran las regalías que reciben de la extracción de minerales, sus 80 millones de habitantes podrían vivir una vida decente. Por el contrario, en muchas zonas del país su población es incapaz de alimentarse por sí misma. Sólo el 4% de la tierra total es cultivada, a pesar de que el 75% de la población trabaja en una agricultura predominantemente de subsistencia. La economía del país siempre ha estado orientada a la exportación y depende en gran medida de los productos básicos.

Lo que realmente le interesa a la gente es lo que hay debajo de la tierra congoleña, no tanto a la gente que vive encima de ella. Este era un viejo dicho del dictador Mobuto Sese Seko, quien, en una entrevista con un periódico francés, dijo: «Lo que está debajo de la tierra es mío, lo que se mueve en la tierra es mío, lo que está en las aguas es mío, lo que vuela en el cielo es mío.» A la pregunta del entrevistador «¿qué le queda a tu gente?» La graciosa respuesta de Mobutu fue «el sistema multipartidista», o democracia como la llamaríamos.

Pero la democracia por sí sola no te alimenta. El PIB per cápita es de unos 450 dólares, uno de los más bajos del mundo, y el Índice de Desarrollo Humano del país se sitúa en 0,433, lo que lo sitúa en el puesto 176 del mundo.

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Traducido del inglés por Estefany Zaldumbide