Esta es la segunda parte de la investigación de Andrea Intoni sobre los simpatizantes/partidarios de armas, cuya primera parte se puede leer aquí

¿Es Italia un país inseguro? En 2017, los datos del Ministerio del Interior dicen que no:

  • homicidios: -16,3%;
  • asaltos: -12,3%;
  • delitos: -9,5%
  • robos: -9,5%

Sin embargo, según el estudio Censis 2015-2016, más de un tercio de los italianos cree vivir en una zona de riesgo (33,9%), una de cada tres mujeres evita dejar la casa sola (36,6%), mientras que el 46,4% de los ciudadanos italianos entrevistados no creen que el control del territorio por parte de la policía sea efectivo. Por otra parte, casi dos de cada tres italianos (63,6%), en el período analizado de dos años estaban convencidos de que nadie defendía sus intereses. Es también de aquí que viene la victoria de la Liga en las elecciones del 4 de marzo de 2018.

A pesar de la disminución general de la delincuencia en las últimas décadas, el gasto en «orden público y seguridad» aumentó un 3,7 % hasta alcanzar los 30.4 mil millones de euros en 2017. «La percepción de inseguridad de los italianos no tiene relación con la realidad», señalaba Piercamillo Davigo a Davide Gangale de Lettera43, el pasado mes de junio. Los italianos -y especialmente las italianas, según los datos que se acaban de indicar- tienen miedo de salir de casa, aunque para el Presidente de la Segunda Sala Penal de la Corte de Casación «tendrían alguna razón más objetiva para tener miedo de quedarse allí».

Basta considerar, retomando una vez más los datos del Viminale, que de los 319 homicidios voluntarios cometidos entre agosto de 2017 y julio de 2018, 134 se cometieron en el ámbito familiar o afectivo. De éstos, el 89,6% de los asesinatos de pareja, la víctima es una mujer; el 85,7% de los asesinatos  de ex pareja, la víctima es una mujer; el 58,6% de los homicidios familiares, la víctima es una mujer. Todo esto mientras disminuyen las denuncias por acoso (-26,3%). La ONUDD también destaca como  el 41% de los asesinatos en Italia se cometen con armas de fuego.

Entre estas cifras y porcentajes falta una que es fundamental: la que nos permitiría definir con certeza cuántas armas de fuego circulan en Italia a la fecha. La cifra más acreditada -los 8,6 millones de los que habla Small Arms Survey- es sólo una estimación que además no tiene en cuenta las que poseen el ejército y las fuerzas del orden, lo que llevaría a 10-12 millones de armas de fuego en circulación para 2018 en Italia (de una población de 60,59 millones de habitantes). Sin embargo, existen datos ciertos, porque la legislación italiana obliga a informar sobre la  compra de armas de fuego, municiones y otros materiales explosivos en las siguientes 72 horas. Datos que el Observatorio Ópalo de Brescia viene pidiendo desde hace años pero que permanecen encerrados en un cajón del Ministerio del Interior, independientemente del ministro que esté a cargo. Sin embargo, comparando los datos del ISTAT con los balances de las empresas fabricantes, el Observatorio estima que  en Italia son 1.300.000 las personas portadoras  de armas de fuego no destinadas a la caza (la Confcommercio eleva la cifra a 1.900.000).

Por lo tanto, es sobre la percepción de inseguridad que juega deliberadamente la propuesta de ley de legítima defensa, con la que se pretende facilitar la adquisición de armas para la defensa «dentro del hogar» así como dentro de «una actividad comercial, profesional y empresarial», en un contexto en el que, según los datos del «Primer informe sobre la cadena de seguridad en Italia» (.pdf), realizado por FederSicurezza (Confcommercio) y Censis, el 39% de los italianos entrevistados se declararon a favor de hacer menos restrictivos los criterios de la ley sobre la licencia de armas, cuyas solicitudes en 2017 aumentaron un 13,8% respecto a 2016 y un 20,4% a partir de 2014. De las 1.398.920 licencias, sólo el 1,3% se requiere oficialmente «para la defensa personal», por lo que muchos observadores denuncian el uso de motivaciones alternativas -como la caza, que cubre el 94% de las solicitudes- detrás de las cuales se esconde la defensa personal, u otras y aún peores motivaciones. También vale la pena recordar que, de acuerdo con la legislación italiana, disponer de una licencia de armas de fuego significa que ahora también se puede mantener en casa:

  • 3 armas de fuego;
  • 12 armas para uso deportivo;
  • 8 armas de colección;
  • 200 cartuchos para armas comunes;
  • 500 cartuchos para rifles de caza, que se pueden tener en un número ilimitado;
  • 5 kg de polvo de carga

«Teniendo en cuenta que cada familia italiana está compuesta en promedio por  2,3 personas, el proyecto de ley pronto es un hecho: hay casi 4,5 millones de italianos, entre ellos más de 700.000 son menores de edad, que tienen un arma a la mano y que, por diversión, por error, resentimiento o  locura podrían ser inducidos a disparar y matar», como ya  lo ha reportado el mencionado informe FederSicurezza/Censis (p.25), elaborado por Censis y FederSicurezza en junio de 2018.

Por eso somos un país de inseguridad percibida. Una percepción que, no obstante, genera verdadero miedo. Y el miedo lleva a la necesidad -real o percibida- de defenderse. Y en un país donde las fuerzas del orden son consideradas casi por la mitad de la población incapaces de controlar eficazmente el territorio, la defensa del ciudadano la hace el propio ciudadano, que así aumenta los beneficios de la industria de la seguridad y, en consecuencia, la rotación del mercado de armas. Y la industria del miedo necesita palabras apropiadas.

El diccionario del miedo

Entre 1997 y 1998, el Corriere della Sera cambió la semántica de la seguridad: el término «inseguridad» pasó de indicar las calles y los edificios a la historia de las personas y los bienes: en los últimos 14 años sólo ha ocurrido nueve veces, mientras que con «degradación» se pasó de definir el abandono de los lugares públicos a la historia de los lugares frecuentados por inmigrantes, drogadictos, personas sin hogar y pequeños delincuentes. Los periódicos y la televisión pasan de decir la verdad a crear una (en parte) vergonzosa, compuesta de falsas «emergencias» (como la de la «invasión de inmigrantes») y un excesivo interés por las noticias del crimen.

La televisión italiana está ansiosa y utiliza esta peculiaridad como herramienta política. Un estudio realizado por Alberto Parmigiani para Lavoce.info en septiembre de 2017 muestra que entre 2005 y 2015 el tiempo promedio utilizado para las noticias de crimen en los noticieros públicos  de los principales países europeos fue del 4,7% frente al 8% de las noticias de la Rai, aunque en Italia no existe una relación directa entre el tiempo de cobertura de las noticias «de crimen» y el número de delitos. Tres horas al día es el tiempo promedio que las siete principales cadenas de televisión italianas -Rai, Mediaset y La7- dedican a las noticias de crimen, a menudo presentando y agravando los hechos de las noticias locales en la agenda periodística nacional.

En la relación entre la política y los medios, el fomento del miedo y la inseguridad es una estrategia «ganar-ganar»: ambos aportan votos a los partidos «securitarios» -que en Italia incluyen desde la extrema derecha hasta el Partido Democrático- y, en consecuencia, poder y negocios a los grupos de interés relevantes, mientras que los periódicos y las televisiones ganan en acciones y copias vendidas. Al convertirse en un portavoz de las políticas gubernamentales, los medios de comunicación tienen menos posibilidades de ser demandados, especialmente porque a menudo toman partido contra los sectores más débiles de la población, ya sean nacionales o mundiales, que apenas tienen la fuerza (sobre todo los medios de comunicación) para proteger sus intereses y derechos. Basta con mirar –como hace Michela Marzano– la diferente cobertura que se da al mismo delito (violencia sexual, en el caso que nos ocupa) cuando el que lo comete es un italiano o un emigrante procedente de países que no son del «Primer Mundo».

El racismo que esconde al «monstruo» italiano

Hoy dice estar «arrepentido», pero Luca Traini es un efecto de este sistema. 29 años, ex candidato de la Liga, con cero de preferencia y conocido por la runa nazi tatuada en su sien derecha, se da a conocer el 3 de febrero de 2018, cuando hiere a seis personas en Macerata, cinco hombres y una mujer provenientes de Malí, Nigeria, Ghana y Gambia, unidos por su piel negra. Es una venganza por el asesinato y la mutilación de Pamela Mastropietro de dieciocho años, aunque los seis heridos no tienen ninguna relación con la niña. Traini está movido por «profundas razones de odio racial hacia la comunidad africana», como lo escriben los jueces del Tribunal de Justicia de Macerata, condenándolo a 12 años de prisión. El de la venganza es un motivo que pronto cae: no hay venganza -ni una cobertura mediática profunda, a decir verdad- contra «el italiano de piel blanca«, identificado sólo como habitante de Mogliano (Treviso) de 45-50 años, por lo tanto capaz, como hombre libre, de repetir el acto con otras jóvenes? – que los  Ris demuestren ser los primeros violadores de Pamela a cambio de una dosis de heroína. «Quería hacer justicia contra el traficante por el bombardeo de noticias sobre el tráfico generalizado de drogas, también a causa de la inmigración», declarará Traini ante los jueces.

Interesante, en este caso, son sobre todo los cargos de posesión ilegal de armas: Traini tenía uno deportivo que prohibía el uso de la pistola- regularmente notificada – fuera de los campos de tiro.

Cabildeo entre ministros, inseguridad y transparencia

El «pacto de honor» firmado en el Hit Show de Vicenza significa todo esto. Significa proteger los beneficios de las empresas estratégicas para la economía nacional, así como modificar las leyes y utilizar los periódicos y la televisión para crear, mediante la propaganda, un contexto para la difusión económica y cultural de las armas de fuego en Italia.

El cabildeo no es una actividad negativa ni criminal, aunque la poca cobertura mediática facilite la definición de su caracterización como «poder oscuro». Un cabildeo transparente ayuda a conocer los intereses que se acercan a un único político o a un partido (como la relación,  consolidada, entre la industria armamentista y la Liga), lo que hace que los ciudadanos sean más conscientes y, por lo tanto, más capaces de controlar la actividad de los responsables de la toma de decisiones públicas, a los que estos grupos deberían ayudar para redactar mejores leyes. En consecuencia, la transparencia de los grupos de presión conduce a la mejora del interior del sistema democrático, especialmente en un contexto de crisis de los partidos políticos. La pregunta inicial, sin embargo, sigue abierta: ¿puede un ministro, en medio de su mandato, convertirse en un cabildero, especialmente cuando el interés al que se acerca (la proliferación de armas, en nuestro caso) puede conducir a una mayor inseguridad?


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide